Querida mía,
Te escribo esta carta como se escriben la mayoría de las cartas. Para contártelo todo.
Sí, sería capaz de hacerlo. Te podría contar, por ejemplo, todo sobre Eva.
Pero, oh, yo no sé nada de Eva. Ignoro tantas cosas de su vida, prácticamente todas. Desconozco cuál ha sido la relación con sus padres, ni tengo idea sobre si tiene hermanos. No sé qué deseaba de la vida, qué quería ser de mayor, ni tampoco si lo consiguió.
Eva, Eva, todo sobre Eva.
La primera vez que supe algo de Eva fue cuando entró en el anterior blog, hace muchos años.
Su nick era El Malvado Ming y yo, tan crédulo como siempre, pensé que era un chico.
Supongo que tuvo que ver la admiración que expresaba por las carnes de la actriz Sara Ramirez.
Eso me conquistó, porque no todos los hombres son valientes como para decir que les pone una gordita. Pues no, no todos son valientes, y Malvado Ming no era un hombre.
Se llamaba Eva y era una mujer que ama a otras mujeres. Lo supe cuando me agregó al por entonces incipiente Facebook y lo hizo silenciosa y enigmática como es ella, mirándose al espejo desde donde se hacía la foto de perfil.
Yo no tenía ni idea de quién era esa mujer del espejo.
Con el tiempo, Eva y yo nos comentábamos cosas en nuestros muros. Las series nos unieron, porque no hay gente que vea tantas y se arrepienta menos.
¿Dónde encontrar a Eva? Viendo la tele. Así se cuenta, y no pide perdón.
Podría decir muchas cosas sobre Eva, pero, sobre todo, diría que estos años han sido más graciosos por sus comentarios precisos, ingeniosos y, sobre todo, personales.
No siempre estoy de acuerdo con ella, aunque siempre me queda claro que es más lista que yo.
Y, cuando alguien hace tanta gracia - por cómo es, por lo que dice, por cómo lo expresa -, necesariamente querrás hacerle la misma gracia. Cuando consigo soltarle un "jojojo", me río yo más.
Eva dice "maravilla", acusa de "despropósito", considera que la hongkonesa es mejor y nunca es tarde para reírse de la peluca de la Streep en "Un Grito en La Oscuridad".
Entre series, andó el juego. Me deseaba los cumpleaños con un "Que no te falten series ni maromos, Montez!".
Al final, creo que sé mucho sobre Eva. Por lo que piensa, por lo que le gusta, porque la enfurece, por aquello a lo que se entrega, por todo lo que prefiere no contestar. Sí, conozco a Eva.
Aunque tenemos caracteres diferentes - deben ser las latitudes de origen -, yo pongo mi hocico frente al suyo y espero el momento en que baje su felina patita, prorrumpa en un ronroneo y me deje darle un lametazo.
Un lametazo que signifique: "Me gustas, Ming".
Sí, querida mía, podría hablarte de Eva, pero también te contaré cosas sobre Paloma.
Con Paloma, la cosa empezó de manera diferente.
Paloma también me encontró gracias al blog, pero fui yo quien la agregó al Facebook. Aparecía en la foto, tan seria y en penumbra, con sus gafitas de pasta, tocándoselas levemente, como ajustándolas. Era la cosa más mona que había visto en mucho tiempo.
Sin embargo, pasó mucho antes de que Paloma escribiera en mi muro, de que comentase algo en mis publicaciones.
Ella no lo sabe, pero estuve a punto de borrarla de mi lista de contactos, por aquello de la escasa interacción.
Como a Eva, bastó tener paciencia y esperar a que bajase la felina patita. Y así, Paloma empezó a opinar, también con su escritura acerada, siempre con el punto puesto, nunca un "jajaja" gratuito.
Como Eva y yo, Paloma devoraba las series como si las fueran a prohibir.
Un día, le comenté "tengo una amiga que dice que "Downton Abbey" es tan elegante que le da vergüenza verla en pijama". Paloma se rió. Por entonces, aún no conocía a Eva.
Paloma y Eva empezaron a hablar en mi muro y fue cuando me di cuenta de lo mucho que se parecían. Eran el hambre y las ganas de comer. Dos lesbianas con gustos de marica, tremendo, tremendo.
Parlotéabamos los tres, pero, como regla general, yo dejaba unas metafóricas velas encendidas en mi muro y ellas quedaban a solas.
Conocí en persona a Paloma y me llevé una sorpresa.
La imaginaba tan seria, casi lacónica, y, de repente, me veo venir a la alegría de la huerta, caminando deprisa, hablando mucho.
Pero, tanto si dice cosas de guionista hipster - "Ese personaje no tiene trama horizontal" - o comenta asuntos de niña adorable - "Ayer me comí una hamburguesa Merry Cheesemas" -. Paloma es tal y como la esperaba cuando la vi en su primera foto.
Cuando dijo que debía retirarse una temporada del Facebook, fue como si encendieran las luces de la discoteca y pincharan todos los globos.
Eva y yo nos quedamos muy tristes sin nuestra amiga virtual, y el tercer Oscar de Meryl Streep no fue lo mismo sin ella.
Tiempos oscuros. Rajoy recortando, Paloma en paradero desconocido, yo en retirada de Blogger. Lo primero, no tuvo solución. Lo otro, por fortuna, sí.
Paloma volvió y quedamos otra vez en persona. Cuando íbamos caminando, parloteando del amor y esas cosas, le confesé:
- Yo quiero que acabes con Eva.
Ella hizo media sonrisa, cerró el pico y yo, crédulo, entendí que Eva no le gustaba en ese sentido. Oh, este Montez ignoraba que todavía queda gente discreta en este mundo.
A lo que vamos.
Hace unos viernes, estaba yo en mi casa, y Paloma insiste y venga a insistir para que nos veamos. Y yo, a punto de inventarme una excusa para no levantarme del sofá, accedo por intriga.
Se me presenta con Eva, casi recién llegada desde Oviedo. Yo, con la lengua fuera y la colita nerviosa, le pregunto qué hace aquí, para qué ha venido, porqué no está viendo la tele en su casa asturiana.
Eva, que sí es tímida, me pone cara de su actriz favorita y se confía a que las acciones hablen más que las palabras.
Camino junto a ellas, observo que llevan las manos entrelazadas y, cuando esperan a que el semáforo cambie de color, Eva y Paloma se besan.
Yo me muero de la risa, paro en seco, doy un zapatazo contra el suelo y digo:
- ¡Bien!
Eva y Paloma se conocieron en mi muro del Facebook, se gustaron desde el primer día y hoy están juntas, enamoradas y comprometidas.
Dicen que seré el padrino de su boda, que tienen mucho que agradecerme, pero yo sé muy bien que esos dos pares de gafas de pasta estaban destinados a estar juntos y lo hubieran estado de cualquier modo.
Eso sí, cuando me llegue la incertidumbre, cuando me pregunte porqué he gastado tanto tiempo en desplegar blogs y redes sociales, cuando sienta que mi vida no tiene sentido, encontraré la respuesta.
En haber contribuido inadvertidamente a que dos personas pudieran encontrarse, conocerse, estar más cerca del amor.
Sí, amiga, recordaré el día en que mi muro se convirtió en un puente.
Pero no fue el único día, bien lo sabes, querida amiga. Podría hablarte hoy de Eva y Paloma, pero también te daré todos los nombres.
Por eso, te escribo esta carta. Para contártelo todo.
Podría hablarte del abrazo que le di a Elizabeth.
Elizabeth vive en Perú y, de una manera loca, ultraexcepcional, su trabajo organizó un viaje a España. Elizabeth paró en Madrid como un relámpago y dijimos aquello de "esto sólo puede pasar una vez en la vida". Te hablo de una de las primerísimas fans de mi bloguismo y también de las pioneras en convertirse en amigas.
Podría contarte de la carta que recibí de un caballero chileno de 19 años. "Hola, me llamo David, y no puedo parar de leer tu blog. Si quieres un novio, aquí me tienes".
Podría decirte que hablamos y me dijo que soñaba con viajar a España y conocerme. Cuando descubrí lo increíble que era David, te diría, sin posibilidad de equivocación, que yo también empecé a soñar lo mismo. Ahora tiene novio y me ha roto el corazón, pero no hay nada perdido, amiga.
Podría recordar las palabras de Alejandro el otro día, el más joven, el que gusta de apellidarse Starstruck o Cannibal. Me dijo que la primera vez que entró a mi blog tenía sólo 16 años.
Yo podría ser osado y pensar que mis escritos tuvieron un pequeño efecto en el despertar a la vida de otra persona.
Podría hablarte del otro Alejandro. De Alejandro Lagarda. Es experto en decirme cosas bonitas, pero, probablemente, me recordará porque ha adelgazado un montón de kilos siguiendo mi ejemplo y mis consejos. Lo veo sonreír en sus fotos de perfil, y podría decirte que yo también sonrio.
Oh, podría comentarte sobre Athena, todo el cariño que le tengo, todo el agradecimiento por la gente que trae hasta estos lares, pero recordaría, como una imagen genuina suya, aquellos meses que esperaba a que su marido volviera de sus obligaciones laborales en el extranjero, y ella suspiraba cual Penélope calentorra, a punto de saltar del tejado de zinc.
Podría hablarte de lo sexy y divertido que es Joni. Cada vez que hablamos en el chat del Facebook, acaba enfadado conmigo o cachondo perdido. Una frase memorable: "¡Yo no soy ninguna moderna! Bueno, me voy a ver una película coreana".
También podría presentarte a una escritora de verdad como Adriana Menéndez, y asegurarte que sólo cuando ella me pone "Me gusta", es cuando estoy convencido de que lo he hecho bien.
Podría hablarte de Eyla, de Carla, de Laura Palacios, porque sé que serías incapaz de odiarlas.
Eyla adora el musical, el amor, el estilo.
Carla se enamora de los personajes de las series, de los actores que las interpretan y sueña con escribir y dirigir películas.
Laura Palacios quiere al mundo; es una niña tímida y sabe que dejar de serlo por un instante la acercará a los demás.
Podría decirte que Eyla, Carla y Laura Palacios son, sencillamente, como yo.
Podría hablarte de Pilar Bego y de Ra, pero esas son emocionantes historias por empezar.
Podría recordar a los que sólo pasaban por aquí, a los que desaparecieron o a aquellos con los que no conseguí entenderme.
Podría echarme a soñar con los amigos que han de llegar y nunca despertaría.
Hoy te contaría todo lo que he visto de mis seguidores convertidos en amigos del Facebook, devenidos en amigos a secas.
Las fotos, las imágenes de su vida, y yo, el espectador privilegiado.
La boda de Rosana. Los viajes de Míguel. El beso que le da Ramón a su novio, mientras sus amigos celebran Fin de Año. El caminar de Regina por las calles de Lima, con la bandera multicolor y la expresión de la sublime vindicadora.
Podría decirte cuánto espero la foto del bebé de Liber.
No sé nada de todos ellos, pero sé lo que tengo que saber.
Palpo sus caras en esta oscuridad de Internet y me doy cuenta. Compruebo lo que sospechaba. Que el mundo está lleno de gente de puta madre, esa que busca lo mismo que nosotros: el amor, la paz, la justicia, la belleza, la felicidad.
Podrías llamarme Cupido, pero, amiga mía, ¡la flecha me la han clavado a mí!
Y podría subirme a un globo, de vuelta a Kansas. Entonces, me daría la vuelta y te miraría, mi amiga, para decirte:
- Oh, Loli, a ti te echaré de menos más que a ninguno.
Porque, si aún no te has dado cuenta, esta carta es para ti, Loli. Tú sabes porqué.
Podría irme, pero no me voy.
Prefiero morirme de la risa, parar en seco, dar un zapatazo contra el suelo y decir:
- ¡Bien!
Maravilla!
ResponderEliminarPor favor, esto me ha llegado mucho, muchísimo... Cuando estaba leyendo la maravillosa historia de Eva y Paloma ya me estaba emocionando, porque me parece una preciosidad... Y de pronto aparezco por ahí, perfectamente descrita como sólo tú sabes e ilustrada con una imagen perfecta...
ResponderEliminarJos, eres el AMOR. Muchas gracias por contarnos todo esto y por dejarnos ser parte de tu vida.
Un besazo.
Yo, que nunca te comento aquí, pero que llevo años leyéndote en la distancia, te agradezco tus palabras y tus hechos, querido Jos. Qué inmensamente feliz soy gracias a ti. Estas navidades, si la vuelven a sacar, me comeré una merry cheeseburger a tu salud.
ResponderEliminarMe uno al "maravilla" de mi esposa.
Muchísimas gracias, Montez.
Un beso fuerte.
¡Bien!requetemegabien ;)
ResponderEliminarNo dejas de sorprenderme.
Muy bueno, haber leído esto es como conocerte un poco más, y no es poco lo que dices, es mucho.
ResponderEliminarMuy enternecedora la historia de Eva y Paloma, yo siempre convencida de que muchas gente está unida por hilos invisibles y que no se pueden romper, no sé, supongo que es una cuestión de energía.
Y que subidón me dió cuando aparece mi amiga Athena y que yo también recuerdo esos momentos por los que pasó, cuando ponía los partidos de futbol frente a la webcam de modo que su marido pudiera verlos a través de skype, eso es amor.
Gracias Josito por todo los que nos contaste y por compartir esos momentos tan especiales de tu vida.
Que lindo relato, me conmovió profundamente. Una maravillosa historia.
ResponderEliminarDesde el corazón, desde allí escribes increíble.
Abrazote,
Como he querido decir en el post, el placer es todo mío.
ResponderEliminarGracias por vuestras palabras y por todo. Besos!