martes, 22 de julio de 2014

Viva Clint Eastwood


Para escribir acerca del Hombre Sin Nombre, de la estrella de Hollywood, del infatigable detrás de la cámara, del icono de masculinidad, empezaremos por sus contradicciones. 
¿Quién entiende a Clint Eastwood? ¿Quién puede comprender esa carrera, irregular, fructífera, ese hermoso viaje que aún no ha terminado?


Harry, el Sucio o Clint, el limpio, el que se abraza de un gorila o de Meryl Streep, el que ofrece la magistral "Sin Perdón" justo después de la truñosa "El Principiante", el mismo nombre que hacía chistes homófobos en "The Eiger Sanction" y también firma "Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal", el que nos cuenta una batalla desde la mirada de su país y del punto de vista de su enemigo, el mismo que ha protagonizado películas demenciales y ha dirigido obras maestras incontestables. 


Policías expeditivos, viejos cascarrabias, forasteros que arreglarán las cosas, nadie como Clint para contar lo que él mismo representa, ni nadie como él para celebrarse un día y ponerse en evidencia al día siguiente.
Si llamamos a los machos de Hollywood, él ha sido señalado como el más auténtico de los vivos, entre esa figura lacónica, su talante de bad-ass y su increíble belleza.
Clint Eastwood entró en el negocio por guapo y ahí se quita la camiseta, se despeina, mira como si hiciera sol. Muchos lo admiran por duro, fuerte y cool. Otros y otras lo queremos en nuestra cama. 


Desconcierta a los críticos. Lo llamaron reaccionario, farragoso, aprendiz de otros, derivativo y, años más tarde, lo han calificado de maestro, de neoclasicista, de última esperanza blanca para, con sus últimas películas, llevarse tantas decepciones como alegrías. No hay quien lo prediga. O, sencillamente, lo hace bien si el guión es bueno.
Clint es de su país. Las ganas de ser honesto, patriota, crítico, ganar dinero y contar historias para el mundo y las generaciones por venir. Todo al mismo tiempo. 
Es irregular, sí, aunque prefiere de entregarlo todo a su generoso, variado, retroalimentable público. ¿Tu idea le gusta? Manos a la obra.


A Clint se le puede adorar porque empuñe las armas en pantalla, porque cuente el amor frente a bien fotografiados puentes o porque todo en él y su cine rezume humanidad, desde la necesidad de vengar violaciones hasta la urgencia por cometer un misericorde acto de eutanasia con la heroína caída.
Como los mejores, entretener es su sublime cometido.


Clint nos ha contado la violencia, la muerte, las sombras del pasado y la cultura del Medio Oeste, sus obsesiones y sus paranoias, desde perspectivas más oscuras o más favorecedoras.
Clint medita en sus propias películas, reflexiona desde sus ideales, ha cambiado, se ha puesto del revés y ha llegado a la conclusión de que vivimos en un mundo como él: imperfecto, pero jodidamente hermoso.


Clinton Eastwood era hijo de una familia de extracción obrera y su atlético físico lo decía encaminado a la participación en la guerra de Corea. A diferencia de muchos de los personajes que interpretaría, jamás entró en combate ni nunca ha fumado tabaco. 
Un amigo lo coló en los estudios cinematográficos donde allí, bajo las luces, muchos quedaron impresionados con el altísimo Clint, al que definieron como un verdadero vaquero, pese a que no lo había sido nunca.


Las habilidades interpretativas del jovenzuelo eran dudosas o inexistentes, concluyeron tras la audición. Les preocupaba la excesiva seriedad y ese silbido entre dientes que acompañaba sus diálogos. Es decir, conocieron a Clint Eastwood antes de que existiera propiamente.
Perdido en pequeños papeles desde mediados de los años cincuenta, Clint Eastwood suplió las reservas sobre su estoica personalidad con su evidente potencial de beefcake.


La televisión sería su primer golpe de fama, cuando lo veía en "Rawhide", serie de renombre, aunque jamás de su agrado. Odiaba el trabajo duro que representaba la televisión tanto como el estereotipado buenazo del Oeste que debía incorporar.
Por entonces, Clint deseaba lo que ha definido su posterior actitud: complejidad del material y economía de medios.
Contestar la llamada de Europa, venida de un director desconocido, fue el principio de su importancia.
El director era, por supuesto, Sergio Leone, que lanzaba el western continental con Eastwood como protagonista.

"Por Un Puñado de Dólares"

Poncho, cigarrillo, mirada, pistola a punto.
Era el Hombre Sin Nombre de "Por Un Puñado de Dólares", aquel que mediaba entre la violentísima rivalidad entre dos familias.
Ese papel fue también la llegada de una personalidad más acorde con el propio Clint, mientras la creciente popularidad del spaghetti western devendría también en su consagración como tipo duro y estrella cinematográfica.
Con Leone, volvería para "La Muerte Tenía un Precio" y "El Bueno, el Feo y el Malo", tremendos éxitos donde repetía su rol de enigmático y recio forastero. 

Con Eli Wallach y Lee Van Cleef en "El Bueno, El Feo y El Malo"

El spaghetti western no tenía entonces el aprecio que ha atesorado con el tiempo, pero, en Hollywood, se entendió el potencial de Clint Eastwood como chico de acción y se le brindó todo vaquero, militar, policía o doncel resuelveproblemas que se precie. En cuestión de unos años, Clint era el rey del cotarro.
Para Don Siegel, ofreció sus papeles más icónicos, pero también alguno que otro sorprendentemente arriesgado. 
Reventaba Nueva York con el rudo "Coogan's Bluff", que llegaba con sombrero de Arizona y acababa con los licenciosos de la urbe.

"Coogan's Bluff"

Volvía al Oeste a salvar una monja de dudosas intenciones, inspirada decisión de casting aquella de unirlo a Shirley MacLaine para "Dos Mulas y Una Mujer".

Con Shirley MacLaine en "Dos Mulas y Una Mujer"

1971 fue año decisivo. 
"Play Misty For Me" lo estrenaba en la dirección, con los buenos augurios de Siegel y con Jessica Walter, tijera en mano, obsesionada por él - quién no -, para un thriller psicólogico que recibiera elogios ante el incipiente talento que demostraba tras las cámaras.

Con Jessica Walter en "Play Misty For Me"

El gran éxito del año, no obstante, era, de nuevo, bajo Siegel, para su personaje más renombrado y galvanizante: "Harry, El Sucio", que persigue a un hippie psicótico por San Francisco, pasándose la ley por el forro del orden.
La película fue considerada paradigma de fascismo y aún vive digna de una buena refriega, aunque nadie dudó de su calidad como entrega de acción.

"Harry, El Sucio"

Justo cuando aparecía ese macho con pistola, Siegel y Eastwood le daban la vuelta por completo y ofrecían su película más exquisita juntos, "El Seductor", donde lo veían a merced de un colegio de reprimidas y emasculantes mujeres en plena Guerra de Secesión. 

"El Seductor"

A lo largo de la década de los setenta, Clint Eastwood, en su mejor forma física, bailó entre sus proyectos personales y la repetición de "Harry, El Sucio" y otros caballeros de pistolón. 
En aquellos y éstos, la calidad variaba, a veces brutalmente. "High Plans Drifter" es un western fascinante por arriesgado, pero "The Eiger Sanction", donde escala una montaña entre pechugonas y malvados maricas, es vomitiva.
Aún así, Malpaso Company, su productora, le había hecho abrazar un amplio grado de independencia, pedida a gritos desde el práctico inicio de su trayectoria. 


La disparidad de sus intereses desconcertaban a los críticos de entonces, que no se lo tomaban en serio, especialmente cuando lo vieron en "Every Which Way But Loose" y su secuela, "Any Which Way You Can", dos comedias ceporras con un gorila como compañero de reparto. Aún así, han sido los mayores éxitos comerciales de su carrera.
Además del gorila, el crepúsculo de los setenta también nos presentaba a Sondra Locke, la más conocida de la inacabable lista de amores de Clint Eastwood.
Sin ser la única, fue la identificable compañera durante años y, quizá, esa mujer decisiva detrás de todo gran hombre.


Sondra estuvo a su lado en sus cada vez más disfrutables y entrañables películas, desde "El Fuera de La Ley" hasta "Bronco Billy".

Con Sondra Locke en "Bronco Billy"

Serían en aquellos años ochenta cuando Clint comenzaría a atesorar una reputación como director a valorizar. Ahí estaba "El Jinete Pálido", donde copiaba, sí, pero hermosamente, y biografías tan ambiciosas como "Bird", querencia por el jazz mediante, o "Cazador Blanco, Corazón Negro", saludo necesario a John Huston, uno de sus mitos.
Hubo tiempo hasta para presentarse y ganar la alcaldía de la localidad californiana de Carmel, por candidatura independiente, vive Dios.


Como decíamos, era difícil predecir a Harry Callahan y la ideología de sus películas confundía cuando no ofendía. Él asegura que las han malentendido por completo, desde las crisis de sus policías urbanitas hasta las angustias de sus sargentos de hierro.  
Pero sólo cuando la escritura de sus temáticas predilectas alcanzó la finura y la precisión, tras años de profesionalidad, la opinión general le hizo la debida reverencia. 

"Sin Perdón"

Sucedió con "Sin Perdón", donde conocimos a William Munny, el hombre educado en la violencia y avejentado entre sus deudas, que se desnuda moralmente frente a los tipos que va a matar.
No es la primera película buena de Clint, pero sí la primera que emociona hasta el tuétano, destino final tras lecciones aprendidas y pasos en falso, y así la caricia de la magistralidad.
Él dedicó la obra "a Don y Sergio", directores consagradores y obvios modelos de su arte.
La Academia tuvo un insólito arranque de inspiración y, oh, maravilla, llenó de Oscars a un título que lo merecía y a un hombre al que había ignorado durante dos décadas.


"Sin Perdón" volvió a poner a Clint en juego, pasados los sesenta, entre la curiosidad general por sus películas como director.
A rasgos generales, son mejores que nunca pero, a la vez, el variado cajón que han sido siempre: muchas balbucean entre intenciones, otras aprietan el acelerador, algunas arrasan con el lacrimal ajeno.

Con Meryl Streep en "Los Puentes de Madison"

Su ecléctico gusto lo veía en un inusitado papel de galán romántico en "Los Puentes de Madison", para volver con rapidez a la acción, sea apuntando en un parking o pilotando por el espacio con viejos colegas.
Y siempre regresa con energía y apuesta fuerte, sin temor a error.
¿El ejemplo? Un proyecto que no se las prometía muy estimulante llamado "Million Dollar Baby" dejaba en KO técnico a todo el mundo.

Con Hilary Swank en "Million Dollar Baby"

Contra todo pronóstico, crecía en las quinielas y le daba otros dos Oscars. En el discurso de aceptación, prometía seguir dando guerra. Hay más historias que contar, asegura.


Cuando se lanza a protagonizarlas, ya no es aquel pétreo que desesperaba a sus primeros directores y servidor hubiese premiado como actor su definitivo papel en "Gran Torino", vuelta de tuerca a tantas tuercas.

"Gran Torino"

Mujeriego empedernido, Clint Eastwood se ha casado en dos ocasiones, ha tenido dos parejas oficiales - las actrices Sondra Locke y Frances Fisher - y numerosas amantes, líos y quickies.
Siete hijos como resultado, la mayoría concebidos fuera de lechos conyugales. 
A propósito, fue apotéosica la reacción de Sondra Locke cuando descubrió que, durante los últimos años de su vida, Clint había tenido dos retoños con una azafata de Carmel. Uno de ellos, el ahora muy promocionado Scott.

Con Allison y Scott Eastwood

Se define libertario e independiente, ni de derechas ni de izquierdas, apoya políticas demócratas y candidatos republicanos, saluda a los machos de siempre y cree en el matrimonio gay, maneja las pistolas en sus películas y defiende el control de armas en sus discursos.
Clint Eastwood es como sus personajes: todo severidad, mira a un lado y, de repente, sonríe. 


Y no para. Se divorció de Dina el año pasado y ahora pasea con nueva novia. Ha estrenado "Jersey Boys" este verano y anda enfrascado en el rodaje de "American Sniper". 
Tiene 84 años, todavía mira y yo me derrito en el asiento.


Suscite cualquier opinión, Clint Eastwood ha sido un placer y un lujo, sólo desde la simple acumulación de tantísimas y excitantes películas. 
Es el triunfo del tipo único decidido a serlo, pero también la victoria del cine, ese que este caballero lleva bien impreso desde el lunar hasta los talones.
Viva Clint Eastwood.

2 comentarios:

  1. Por favor, pedazo de entrada para homenajear al que en mi casa es conocido como "El tío de la manta". Gran texto, mejor selección de fotos. Voy a pegarme una ducha bien fría.

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  2. Josito, me hiciste recordar porque me gustaba este tipo en mi infancia.

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