lunes, 3 de diciembre de 2012

Los Últimos Días de "30 Rock"

Conmover hasta la lágrima es misión de todos los creadores. Matar de risa, sólo atributo de los genios.
A "30 Rock" se le deben unas cuantas muertes de risa y, ahora, cuando entona canción de despedida, es hora de rendirle cuentas y homenaje.
Tras siete temporadas, decirle definitivo adiós se nos revela imposible. El próximo 31 de enero cerrará puertas y quedará la certeza de que no habrá reemplazo posible para este magnífico estrambote, televisión dentro de la televisión para contar la sociedad de la televisión.

Tina Fey
Creada, mimada y protagonizada por Tina Fey, el único defecto de "30 Rock" es precisamente su excesiva brillantez.
Cada uno de sus episodios aparece trufado de tal cantidad de chistes, referencias y líneas magistrales en esos treinta minutos raudos de velocidad, que la serie se hace una experiencia agotadora. No se termina uno de reír de una broma, que ya ha llegado la tercera. 
En "30 Rock", todo es sobresaliente, pero el guión directamente abre escuela.
Jane Krakowski como Jenna Maroney

Entre su inteligencia suprema, se rastrea la pista de porqué ha sido dueña del corazón de críticos y paseante victoriosa en ceremonias de premios, mientras el público mayoritario la encontraba demasiado caústica para incluirla entre sus predilectas.
Parece mentira que "30 Rock", jamás campeona de ratings, haya durado siete temporadas; en su prestigio, su fiel camarilla de seguidores y la crisis de la NBC, se puede entender la supervivencia. 

Tracy Morgan

Estrenada en 2006, "30 Rock" se presentaba así misma como una parodia de la televisión, ofreciendo una comedia ambientada en las bambalinas de un programa de humor. 
Se ilustraba asi desde la dudosa creación de los productos catódicos hasta sus políticas corporativistas, pasando por las frenéticas carreras de realizadores, actores, guionistas y demás tramoyistas por los pasillos.
Pero "30 Rock" ha terminado por reírse de todo. 
Es una burla de la infinita vanidad de la sociedad, de su noción de que la cultura popular es la medida de la Historia y de su necesidad de criticar para sentirse mejor.
"30 Rock" se ríe hasta de los que se ríen.

Jon Hamm y Alec Baldwin

"30 Rock" se ríe tanto que se ríe hasta de sí misma y se entrega a la descontextualización integral, jugando con las expectativas del espectador hasta la extenuación.
"Bienvenidos a la Cuarta Temporada", decía Alec Baldwin en cierta season premiere; acto seguido, se abría el plano y descubríamos que estaba en un restaurante llamado Cuarta Temporada.
Hasta la propia entidad de serie es comprometida en la parodia.


Sus dos personajes principales - Liz Lemon y Jack Donaghy - bien pueden representar esa bipolaridad de la sociedad norteamericana, de sus opiniones políticas, de sus gustos culturales. La guionista nerd y el productor todopoderoso representan el choque entre materialismo e idealismo, entre belleza e integridad, entre éxito y realización personal. 
Al final, como toda bipolaridad, "30 Rock" nos ha contado que es indisociable. Jack y Liz no pueden vivir el uno sin el otro, porque no existirían por sí mismos, sin esa fuerza contraria. 
Curioso que "30 Rock", una serie tan iconoclasta de su propio país, represente su dualidad característica y la cuente de una manera perfectamente cómplice.

Alec Baldwin y Tina Fey como Jack y Liz

Se dice que la televisión es espejo. En el caso de "30 Rock", podría añadirse que ha sido un espejo visionario. 
En sus primeros años, podía mirarse con cierto reparo; una serie demasiado vendida al cinismo, un ataque hacia el espectador acomodado y optimista de 2006, el mismo que no quiso convertirla en éxito de audiencia. 

Jack McBrayer y Kristen Schaal

Pero, como su madre natural - "Arrested Development" -, ha terminado por ser una predicción de lo que vendría a continuación, una advertencia humorosa del desastre de los años diez.
Series bizarras hoy parecen poco más que informativos de un mundo en apresurada carrera hacia el abismo. 
Ese mundo donde el decorado de atrás se cae, nada funciona y todo se apaña, mientras unos cambian de canal, otros se preguntan porqué las cuentas no salen y alguien escapa sigiloso por la puerta de atrás.


"30 Rock" ha entendido el mundo del espectáculo como ese cristal reflectante donde nos miramos y soñamos, allá donde se expresan nuestros verdaderos deseos, nuestro pésimo gusto y nuestra última decadencia. Y Tina Fey lo ha conseguido a través de la risa.  Es decir, como los genios.
Gran ironía: una serie sobre las mentiras y glorias de la televisión ha terminado por afianzarse como ese clásico catódico a recordar.


Dicen que no es para todos los gustos, pero, sinceramente, no me he parado mucho a pensarlo. 
Cuando la veo, estoy demasiado ocupado en el suelo, al borde de la más dulce de las muertes.

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