lunes, 10 de diciembre de 2012

Ronda de Electroshock


Hace un año por estas fechas, Ryan Murphy anunciaba que cada temporada de "American Horror Story" tendría una entidad argumental propia. De ese modo, un nuevo curso implicaría una historia distinta, un escenario terrorífico diferente y otros personajes.
Quizá Murphy anticipaba ese obligado timonazo a la luz de lo vivido en la primera temporada, la misma que comenzó jugosa y acabó con la paciencia del personal, que se confesaba más deseoso de que Dylan McDermott volviera a pasearse en bolas antes que encontrarle una dirección al sinsentido general.
También preveyendo que no tenía nada que hacer en los premios si presentaba semejante lolailo como mejor serie dramática, Ryan Murphy incurrió en la venial astucia de etiquetarla como miniserie. 
Justicia poética o no, en los últimos Emmy recibía exactamente lo que merecía: premio para Jessica Lange y premio para el departamento de peluquería. Después de todo, aquello no había quedado en la memoria más que como una pasarela de pelucones con la gran Jessica dando su habitual recital.
Pero, si la jugada de los galardones no le salió bien, el viraje argumental de "American Horror Story" ha sido más que afortunado, al venir acompañado de una notable rectificación.


En un árido año televisivo donde el único que verdaderamente se ha ganado un aplauso es el entrenador personal de Stephen Amell, parece ironía que "American Horror Story" demuestre una energía insólita y, por primera vez, sea una historia de terror americana y no aquel insufrible show de travestis borrachas del año pasado.
Las claves pueden acusarse en muchos factores, pero sólo uno es decisivo: la cosa está contada de manera más coherente y efectiva. 
Como escribí hace unos meses: cuénteme usted lo que quiera, pero, por favor, cuéntemelo bien.

James Cromwell

Ahora ambientada en un manicomio en los años sesenta, "American Horror Story" continúa usando clichés y elementos reconocibles de los géneros del exceso para prefigurarse como pastiche terrorífico.
El morbo se consigue con religiosas erotizables, la mayor villanía posible se conjuga con la esvástica y el terror reside en la pérdida del control. Y, para esto último, qué mejor que la locura, sea verdadera o impuesta.
En el insano manicomio, llamado Briarcliff, los personajes pierden la dignidad, la libertad, la integridad física, los recuerdos y la ropa.
"American Horror Story" usa un clásico recurso del melodrama y el espanto como primordial elemento de su guiñol: la terapia de electroshock.
La misma Jessica Lange ya protagonizó una historia emblemática con electroconvulsión como triste final: el biopic "Frances".
Como Ryan Murphy es a la ficción lo que Lady Gaga significa a la música pop, sospechamos que no hay coincidencia en la presencia de Jessica y la abundancia de descargas terapeúticas, sino un declarado homenaje, plagio y/o frivolización de cosas ya vistas, escuchadas, copiadas y requetecopiadas.

Evan Peters

Del mismo modo que la primera temporada, la voluntad estilística es abarrotar la pantalla y encontrar un valor intrínseco en la exageración. Las pretensiones de trangresor y gamberro siguen ahí, pero molestan menos cuando vienen integradas en un argumento comprensible y absorbente.
Y, este año, "American Horror Story" da mucho miedo, especialmente en ciertos pasajes que se revelan durísimos. Lo que antes se sublevaba a la parodia, ahora adquiere la verdad de la angustia y la incertidumbre.

Sarah Paulson

Otra ventaja crucial con la que cuenta este "Asylum" es haber introducido unos buenos héroes. Lana y Kit son dos miradas ingenuas que padecen la injusticia, luchan por escapar y, por tanto, se erigen como nuestra manera de acercarnos y vivir esta historia.
El personaje de Jessica Lange - la hermana Jude - está bien entretejido; una antiheroína compleja y dolorosa, con actitudes reprobables, pero emociones siempre descifrables. 

Jessica Lange

Y, detrás de la tramoya de referencias y excesos, la serie parece decir algo interesante sobre la desesperación humana, la soledad y el temor a la muerte. 
Al menos, se deduce del episodio más enjundioso de la temporada: "Dark Cousin", pausado, melancólico, mortuorio, brillante.

La inigualable Frances Conroy como Ángel Negro

La realización y las interpretaciones están a la altura del competente libreto. Además de la Lange, James Cromwell está igualmente maravilloso; ambos ejemplifican mi tesis de que no hay nada como actores de avanzada edad para dar bouquet a una serie.
Los jóvenes tampoco pierden comba y, sin duda, ese huracán de nombre Lily Rabe podría apuntar 2012 como el año decisivo de su carrera.

Lily Rabe

Si aún dista de ser perfecta y nos presenta episodios más afortunados que otros, "American Horror Story" se pone de pie, presta batalla y convence, porque entretiene de manera genuina. 
Dentro de su veleidoso manicomio, Murphy y compañía parecen haber caído en la cuenta de que la mayor desmesura ha de tener paradójicamente la mejor costura.
De aquel piano aporreado sin ton ni son, ahora se interpreta una melodía. Tremebunda y efectista, pero melodía, al fin y al cabo.

Zachary Quinto

Todavía quedan cinco episodios para clausurar este "Asylum" y, conociendo al irregular Murphy, el asunto se puede desmandar y venir abajo en un abrir y cerrar de ojos. 
Sin embargo, la labor de devastar y reconstruir desde aquel lamentado desastre ya puede considerarse un esfuerzo meritorio.

Chloë Sevigny

Diría Pauline Kael que el arte es tan esporádico que tenemos que aprender a disfrutar de la buena basura.
En ese sentido, "American Horror Story" está, más que nunca, para ser disfrutada.

1 comentario:

  1. Muy acertado Jos, lo que no supone una novedad.

    Sigue siendo disparatada y, como bien dices, efectista; pero todo está desarrollado sobre una base más sólida y sin llegar a cansar como la anterior temporada. Y conseguir eso no es nada fácil, especialmente por poseer esta serie elementos tan dispares como nazis, aliens, demonios, psicópatas... si uno no lo sabe manejar de un modo adecuado se puede pasar del terror a la risa en un momento al convertirse en un despropósito.

    Un abrazo.

    P.D.: Me quedo con la frase de Kael, no la conocía.

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