sexo.
(Del lat. sexus)
1. m. Condición orgánica, masculina o femenina,
de los animales y las plantas.
Hablemos de sexo.
Cuando un caballerete se acerca a mis genitales y empieza a chuparlos, tiendo a emitir un gemido. No siempre es sincero. ¿Podría considerarse más una expresión de bienvenida que una manifestación de placer?
¿Qué significa ese gemido? Te lo diré claro. ¡Lo aprendí en las películas!
Es como el aplauso después de una función, o los buenos días por la mañana. Las pantallas me enseñaron que hay que decir "osh" cuando te hacen una felación.
Así, la pregunta de hoy, estilo Carrie Bradshaw, sería: "¿Somos peliculeros en el sexo?"
La respuesta es un rotundo sí. Sólo hay que oír a mi vecina para entender que la gente aprendió a follar con el thriller erótico de los noventa.
Oh, sí, sí, no pares, sigue, sigue.
Stephen Amell en "Arrow" |
El sexo, incluso cuando fue censurado y vendido a la insinuación, ha contado más audiovisual que ninguna otra sensación conocida.
El sexo se entiende como un bien comercializable, y desde los coches hasta los aparatos domésticos se imaginan, se pintan, se esculpen y se presentan como si cumplieran una fantasía sexual. La belleza, el tacto, el olor de la novedad, las formas, las curvas, los colores, nada menos que la promesa de la satisfacción.
El cine, la televisión, la imagen es sexo, desde la escenificación de un polvo real hasta los rostros de los actores, desde la contemplación de orgasmos ajenos hasta el simple deslizar de un guante.
Como decían en "Los Viajes de Sullivan": cuenta lo que quieras, pero todo con un poquito de sexo.
Porque entiende que el erotismo nace de la mirada. Y no hay nada más ni mejor que devuelva la mirada a la gente que una pantalla.
El cine, puro vouyerismo.
Tom Ewell y Marilyn Monroe en "The Seven Year Itch" |
En salas oscuras, despuntaron muchas sexualidades.
Desde los chicos que se masturbaban ante las caras plateadas de las estrellas de Hollywood hasta los que se internaban en los iniciáticos cines eróticos de los setenta, pasando por los novietes que van a las películas a meterse mano.
Mientras, lo que transcurre en pantalla se fundamenta en la sensualidad como la base de su hipnosis.
Para ser estrella del cine, no hace falta ser talentoso ni bello; el único requisito indispensable es producir calor, sentimiento, arrebato en las plateas.
Las estrellas son grandes figuras románticas o símbolos sexuales. Algunas, ambas cosas.
Sara Montiel y los niños de "La Mala Educación" |
El sexo de las pantallas se dirige a la intimidad de las personas. Les cuenta sus deseos. Por eso, es tan poderoso en imágenes. Porque reveló a gran parte de la sociedad aquello que no se atrevían a confesarse a sí mismos.
Denise Richards, Matt Dillon y Neve Campbell en "Wild Things" |
El sexo del cine se entendió desde la animalidad de los seres humanos y se asumió como una parte secreta de las existencias.
Cuando en una película se revelan asuntos de cama, normalmente son el centro de chantaje, la prueba del delito, el momento de la revelación incómoda o el mayor motivo de chiste. Porque, cuando se destapa el sexo, caen las apariencias, estamos desnudos, somos vulnerables.
Así, especialmente en países reprimidos, el sexo en historias se aborda como un conflicto.
El noir aborda los problemas morales de supeditarse a la pasión; nada menos que perderlo todo por una mujer curvilínea.
La condición disparadora del erotismo también emplaza a contar la intimidad como un acto oscuro, corruptor, a veces peligroso para la integridad física y mental. Por eso, muchas películas de sexo son violentas, y también por eso, muchas películas violentas resultan sexys.
El deseo entendido como fatalidad, el polvo asumido como una muestra de agresividad. Y, visto lo que triunfa, ha quedado claro que se prefiere bien morboso.
Es decir, retuerce, que me pongo más palote.
Un paso más allá lo otorga la brillante "Shame", una película que ilustra a personas atractivas manteniendo unas relaciones sexuales que colmarían muchas fantasías, pero la carga psicodramática es tan intensa que las imágenes, de manera trangresora, no son sexys.
En "Shame", el sexo del protagonista se cuenta doloroso, vacío y triste, algo poco común en las narraciones cinematográficas.
El lado poco contado: buscar satisfacción no implica necesariamente obtenerla.
Michael Fassbender y compañía en "Shame" |
De manera tradicional, el sexo contado en imágenes ilustra la imitación al sexo, aquello que querríamos para nosotros: hombres fuertes y mujeres hermosas, que se mueven armónicamente y se muerden los labios por mor del infinito gusto que sienten.
Pero los tratados del sexo más completos deben contar que nuestros problemas sexuales son también problemas de otros. Es la estrategia de la identificación.
No hay mayor satisfacción para los espectadores que descubrir que no están solos en el mundo, que hasta los ricos y atractivos tienen gatillazos, malas tardes, minipenes, anorgasmia o todo tipo de complejos.
O, simplemente, que no saben ni cómo se hace.
Las cosas de Samantha Jones |
¿Somos buenos en el sexo?, se preguntaba Carrie Bradshaw, la heroína de una serie que ponía el Sex en su título.
Luego descubríamos que, ante todo, el asunto fue siempre Love.
Amor y sexo forman una dualidad de eufemismos bastante notable. En otros tiempos, se recurría a decir "hacer el amor", expresión que usan los franceses, siempre tan finos.
En muchas canciones, también se utiliza la palabra "amor" cuando es obvio que, por el resto de la letra, se está contando un deseo sexual.
Chris Evans y Evan Rachel Wood |
¿Es por ello que nosotros también confundimos amor y sexo, como harían las chicas de "Sex and The City"? ¿Creemos que haciendo uno encontraremos al otro, y viceversa?
La realidad dice de todo y de nada al respecto, pero hoy pensaremos que sí. Que hay que follar mucho para encontrar el amor. Y que hay que amar mucho para follar mejor.
Si no sucede así, a mí no me mires. Ya te he dicho que todo lo aprendí en las películas. Osh.
Precisamente hace dos días comentaba con unos amigos que esa especie de moda sexual hetera que es correrse fuera, en las tetas, tiene que venir forzosamente del porno. Educarse sexualmente con películas porno debe de ser tan nocivo como hacerlo con el Opus.
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