Actor imposible de odiar, fácil de adorar, siempre ocupadísimo y especialmente brillante en los últimos dos años, Joel Edgerton es reconocido en Hollywood como el australiano de los pómulos de acero.
Abultados son sus pómulos tanto como los volúmenes de su currículum, que lo ha llevado desde Australia hasta las pantallas internacionales, aquellas donde se estrenó como Owen en "Star Wars" y Gawain en "El Rey Arturo", versión Bruckheimer.
Su país de origen, esa patria de los canguros y los tíos buenos, prefirió amar a Joel cuando formó parte de la aclamada serie "The Secret Life Of Us".
Fue el principio de su importancia y también de su culto.
Porque, como los mejores maromos, Joel impresiona a la segunda mirada, y uno se pregunta porqué no detectó esa hermosura a la primera vista.
Yo amo a Joel Edgerton sin medida.
Además por lo guapo, sexy y especial, quizá también tenga que ver el hecho de que sea fuerza viva de las tres películas que más me han gustado en los últimos años.
"Warrior" es el mejor modo de conocerlo y degustarlo.
Como actor, roba la película, con esa mirada triste y ese carisma calmoso. Como maromo, está de infarto, de cuerpo rocoso y velludo, en el exacto punto, más natural y, por tanto, más ardiente que su rival Tom Hardy.
Sinceramente, he de volver a ver "Warrior", porque la guapura de Edgerton me distraía demasiado de seguir el diálogo de la película. Sinceramente, he de volver a ver "Warrior" sólo por su guapura.
Si ya había tenido mucho trabajo y muy variado desde principios de siglo, ese profesor arruinado devenido en púgil underdog fue quien despertó una curiosidad general por Joel.
Este año, lo veíamos en otro peliculón: "Zero Dark Thirty". Entre el nutrido reparto, Edgerton incorporaba a uno de los asaltantes del fortín de Bin Laden.
Kathryn Bigelow entendía así que Joel es chico de acción.
Sin duda, esa cara tan fuerte y esos ojos azules, distraídos, pequeños, penetrantes, lo hubieran hecho toda una estrella del western en otros tiempos.
De momento, Joel se dice con residencia en Hollywood, mientras compagina su carrera con debidas labores humanitarias a lo largo del mundo. Según parece, tanto materialismo lo aliena.
Por ello, se dice irónica su elección como el ultraricachón Tom Buchanan.
Ha sido precisamente en "El Gran Gatsby" donde ha resurgido la enésima evidencia de su ductilidad como actor y figura.
Confieso que levanté la ceja cuando oí su casting, pero mi escepticismo se vino al piso desde que lo vi entrar por la puerta.
Joel es Buchanan, y su enérgica interpretación de ese canalla se encuentra entre lo más poderoso de la película de Luhrmann.
Las cosas se aceleran para Edgerton durante este año - ¿alguna vez estuvieron detenidas? -, y, entre lo próximo, se encuentra protagonizar película según guión propio y volver a ponerse bajo la batuta de Gavin O'Connor, quien lo dirigiera en "Warrior".
Hasta entonces, nos queda pendiente recuperar esos pómulos, esa sonrisa y todo lo que nos gusta de este Edgerton inclasificable en las películas suyas que aún no hemos visto.
En el camino, podemos pensar seriamente en una mudanza urgente a Australia.
Benditas sean mis maromiales Antípodas.
Ja, ja, ja. Muy bueno el artículo. Estupendo actor este Joel Edgerton.
ResponderEliminarUn saludo.