Woody Fox

En un abrir y cerrar de ojos, el porno gay se ha convertido en la farándula más terrible y fascinante de todas. 

Está llena de los ingredientes necesarios: protagonistas atractivos, muchísimo sentido del drama, enfrentamientos, arrepentimientos públicos, relaciones sentimentales on/off, despertares a la religión, drogas, prostitución y muerte, demasiada muerte.

Alrededor de una docena de actores porno gay han fallecido en menos de dos años; muchos de ellos, a causa de trágicos suicidios. 

Reconozco que he pensado, más de una vez, en abrir un blog para seguir y comentar la actualidad del porno gay, y así aspirar a entenderlo. 

Aunque quizá mejor perpetro un best-seller inspirado en el tema. Sí, lo titularía "El Valle de Los Muñecos".

En el caso de nuestro invitado de hoy, de nombre artístico Woody Fox, las cosas se presentan calmadas, quizá porque acaba de llegar y observa la industria con excitación y ojos nuevos.

Por favor, que no le pase nada a mi Woody, que sea inmensamente feliz. 

Porque Fox es el actor porno gay más estimulante de los últimos tiempos, sólo comparable a Colby Keller y Dale Cooper. 

Como éstos, Woody derrocha originalidad, más morbo que músculos y una distinción especial. Hasta un toque de clase, podría aventurar.

Proveniente de Australia, Woody Fox nos pide que lo llamemos Mr. Fox, si nos place, y asegura que nació hace 24 años en una pequeña localidad de Nueva Gales del Sur.

Tan pequeña que, en sus propias palabras, creció montando a caballo y cuidando la cosecha.

Con ese acento de las Antípodas y un aspecto más urbano que el rústico que dictaran sus orígenes, Woody viaja a través del mundo y hace parada y orgasmo para las productoras que así lo requieren. 

Como actor porno, es activo y prefiere todas las fantasías posibles. 

Como modelo, mira y arrebata. Hay quien dice que es una versión avanzada de Benjamin Godfre y no puedo estar más de acuerdo.

 

Su atractivo imposiblemente cute, de belleza sutil y envolvente, media desde sus ojos hasta sus labios perfectos, bajo ese pelazo multiforme, peinable con un solo toque de las manos.

Sencillamente, lo amo.

Ya había rastreado y suspirado por Woody en alguna que otra escena, pero ha sido su desembarco en Men At Play lo que lo ha colocado en mi panteón de favoritos.

Men At Play, productora que explota el fetiche de los trajes, lo fichaba para darle la réplica - y lo que no es la réplica - a Justin Harris, dentro de una secuencia fastuosa, no apta para cardiacos.

El sexo entre los dos es maravilloso, pero el mejor momento ocurre en los previos, cuando Justin comienza a lamer la barba de Woody. 

Para empezar a gritar y no parar.

A por el oro

Woody, como todos los actores porno, entrecierra los ojos, mira al techo y dice: Oh, yeah, fuck yeah. 

En su caso, aún más gracioso por ese acento Aussie.

Entre otras consideraciones, soy fan de Mr. Fox porque está muy bueno, tiene un pene estupendo, luce un culo perfecto y aterriza como caído del Cielo entre una industria que se suele rendir demasiado a la vigorexia, la sobredosis de tatuajes y esa epidemia de los llamados gay-for-pay.

Woody, con ese aspecto de chico normal, casi despistado, dedica media sonrisa y no le hace falta ni un esteroide ni un dragón verde pintado en el brazo ni decir que tiene novia en la vida real.

Woody Fox reside en San Francisco, se confiesa orgullosamente homosexual, mientras su perfil de Facebook reza que su relación estable tiene la categoría de matrimonio.

Sólo le deseo salud y que aparezca más, más y más en los fotogramas de la fantasía.

Todavía no hay abundantes escenas como para considerarlo estrella del medio. 

Pero existen las suficientes para que lo sea en breve y no pare de trabajar en los próximos años.

Si es posible, sin culpas, sin drogas, con la satisfacción del que se dedica a excitarnos, ganar dinero y pasarlo bien al mismo tiempo.

Y siempre con la media sonrisa del simple y milagroso placer.