Mostrando entradas con la etiqueta Indie. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Indie. Mostrar todas las entradas

lunes, 30 de julio de 2012

Niña Blanca


La caída de interés, riesgo y novedad del cine independiente norteamericano podría pensarse desde el trecho que se despeña desde "Mi Idaho Privado" hasta "The Kids Are All Right". 
El indie, antes ebullición de talentos inclasificables, ahora es la cara B de Hollywood, que se presupone modesta, pero tiene una potencia dineraria que ya quisiera la industria fílmica de cualquier otro país.
El cine indie de los últimos tiempos se resuelve pijo, endeble, domesticado y, por tanto, paseable en ceremonias de premios.
Entre las criaturas más temibles salidas de esa corriente, se encuentra Lena Dunham.


"Creative Nonfiction" y "Tiny Furniture" fueron los dos largometrajes que ponían a Lena en el mapa de ruta del indie hacia 2009.
Como costumbre, la Dunham escribe, produce, dirige, protagoniza y se mima, para no ser menos que Orson Welles. 
Aunque esas películas quedaran circunscritas a un ámbito reducido de exhibición, Judd Appatow y la HBO las vieron, tiraron el lazo y cazaron a Lena. 


El resultado se llama "Girls", serie estrenada este año, que indaga en la vida de cuatro veinteañeras, residentes en Nueva York.
Nos llegaba prometida como la alternativa realista a "Sex And The City", uno de los mayores éxitos de la misma cadena.


Pero "Girls" es, ante todo, una película indie alargada. Y de las malas. 
En ella, todo se sumerge rápidamente en la complacencia y la inanidad.
Dunham pregona, a través de su alter-ego Hannah, que aspira a ser la voz de su generación. Es ahí cuando la presunción de la autora comienza a tornarse insoportable. 
Esta muchacha se cree la monda lironda y su serie deja meridianamente claro que no sabe lo que quiere contar, ni lo que desea ofrecernos. 
Pero ella se encanta, como escritora, directora y actriz, y eso debe bastarnos.

Lena Dunham

No le importa la torpeza formal ni la falta de rumbo argumental, porque Lena es de la opinión que una gracieta presuntamente irreverente va a salvar la función o, al menos, hará que la gente hable de "Girls" y la discuta con acaloramiento.
Con todo, la serie tiene sus ocurrencias esporádicas y, a veces, demuestra algo de intuición - por ejemplo, esa relación entre Marnie y su novio, o cómo no poder enamorarse de aquel al que quieres.
Quizá, en esos toques, es donde se halla el encanto que ha suscitado "Girls" en muchos espectadores y comentaristas.
Pero conforman sólo un destello interminente entre un océano de desastre.

Alison Williams y Christopher Abbott

En general, "Girls" es fruto de una mente muy poco madura. 
Curioso. "Sex And The City" tenía una cobertura frívola, asumida sin complejos, y de repente, atacaba con unas cargas de profundidad sobre las cuitas de las hembras, que dejaban claro que la serie no era ninguna tontería.

Kyle MacLachlan y Kristin Davis en "Sex & The City"

En cambio, "Girls", que se presenta como su superación realista, termina por resultar la confección de una niña blanca y tonta.

De lo más casuales

Lo más impactante de la serie reside en el aspecto físico de su protagonista. Impactante, a nivel negativo. Lena Dunham parece expresar algo revolucionario, a través de aparentar el opuesto a Carrie Bradshaw.
Es terriblemente forzado, porque Dunham no va con esos pelos ni con esa pinta de señora de la limpieza en la vida real. 
Es como si nos quisiera convencer de que lo feo es bonito. No, señorita, lo feo es feo. Y vive usted en un mundo donde nadie desea verla desnuda en televisión.



Pero no es la fealdad de Lena Dunham en sí lo desconcertante, sino la total suspensión de la realidad en ese sentido. 
Nadie le dice que está gorda, que va descuidada o que no es guapa. Ella tampoco lo expresa nunca. 


En cambio, un chico la utiliza para follar, el jefe le mete mano y un rubito le pide salir nada más verla. Fea como un dolor y completamente irresistible para todos los hombres.
Es como si la variante belleza/fealdad no existiese. No digo que no se pueda dar una relación entre personas de distinto atractivo, pero, en "Girls", no se cuenta ese conflicto ni se pone sobre la mesa en ningún momento.
¿No se supone que está ambientada en Estados Unidos, donde la gente se pone notas númericas sobre su físico para calibrar sus posibilidades de ligar? ¿Nadie tiene ojos ni gusto ni escrúpulos en esa serie?
La ironía: cómo caer en la superficialidad narrativa al ignorar la superficialidad humana.

Jemima Kirke y James LeGros

Un gran descalabro de "Girls" se vive también en su retrato de los hombres. Está claro: Lena Dunham los odia. Al menos, disfruta riéndose de ellos. 
Aparecen tontos, feos, tarugos, pobres perros en busca de faldas. Y, de ellos, el único simpático y sensible también es motivo de mofa. Porque, si es bueno, diremos que es un "chico con vagina".
Pero, oh, la "misandria" es como la misoginia. Un boomerang. Porque se termina por pensar que ellas también deben ser bobas al perder el tiempo con semejantes tíos.

Adam Driver

Lena Dunham cree que enseñar sus michelines, parodiar a los hombres e ignorar los cánones de belleza son las cosas que la hacen esa gran feminista que estaba esperando la televisión. 
En realidad, es una pornógrafa de tomo y lomo.
Que, para la segunda temporada, haya fichado como su galán nada menos que a Patrick Wilson, incide en la idea de que esta serie es una vulgar fantasía in crescendo de su autora.
En todo caso, ver al bello Patrick con ese cardo borriquero va a resultar más deprimente que contemplar al dios Apolo encamándose con una cabra.

Give me a break, Lena

"Girls" les dice a las niñas que son lo mejor de lo mejor. Que sus padres no llevan razón, que los hombres son unos cerdos por no quererlas y que ellas son grandes, simplemente por tener vagina.

Alison Williams como Marnie

Dunham insiste en que sus "Girls" son especiales e inteligentes, cuando no dicen ni hacen absolutamente nada que las califique como tal. 
Ninguna aspira a jugar en las Olimpiadas, ninguna colecciona sellos, ninguna se ha superado a sí misma jamás, ninguna se preocupa por algo más que esos chicos tan estúpidos.
Esas cuatro "Girls" son sólo unas niñas que se ponen moñitos, las echan del trabajo y se quejan de todo. 
Dunham se cree que está retratando a unas dignas perdedoras, cuando estas tipas ni siquiera han jugado nunca a nada. 
Son la antítesis del personaje apasionante.


¿La voz de su generación? Pues menuda generación, guapa. Perdón, "guapa".
Chorradas y superficialidad a gogó. De feminista, no tienes nada. De presuntuosa, todo.
En "Girls", se impone el ego de Lena, más grande que la catedral de Colonia y que hace enrojecer a la Streisand y servidor, juntos y al unísono.
Lena Dunham se corona como la reina de su fiesta, mal escrita y peor dirigida, donde juzga y se ríe de todo el mundo, menos de ella misma.
Ni siquiera es buena actriz. En ese sentido, podría beberse un ponche entero de modestia, mirar a su lado y entender que el carisma y el ángel los tiene ahí mismo. Es decir, en Zosia Mamet. 

Zosia Mamet, hija del dramaturgo David Mamet

Si hubiese confiado en una cara así, no como su comparsa, sino como la protagonista - ni guapa ni fea, sólo singular -, "Girls" empezaría a ser algo con entidad.
En cambio, lo que ha perpetrado es una serie con una absoluta falta de elegancia y humildad.
Pero, bah, está más que claro. Lena Dunham no está haciendo una serie. Se está haciendo una paja.