lunes, 9 de diciembre de 2013

Daniel Brühl


Agradable desde una intensa calma, visto entre países distintos, oído en lenguas dispares, Daniel Brühl es un gran favorito desde hace una década. 
Sólo hay que verlo. Cosa más mona es poco probable de encontrar dos veces.


A priori, una mezcla catalano-germana no sonaba muy excitante, aunque con Daniel se disipó cualquier recelo.
Barcelona y Colonia lo han hecho un chico serio, claro está, aunque, a juzgar por su currículum, también con la marcha a punto. 
Daniel se mueve como casi ningún otro actor que se me venga a la memoria ahora mismo, al ritmo que su nombre se acapara por todos los puestos posibles del reparto. A veces, da la sorpresa. Siempre está bien.


Nació en la Ciudad Condal, de donde procede su madre, aunque su familia se mudó pronto a la Alemania de su padre, y Daniel César Martín Brühl González Domingo fue actor desde que tuvo conciencia de sí mismo.


La televisión lo acogía particularmente generosa a mediados de los noventa, donde se hizo muy popular en el inacabable culebrón "Verbotene Liebe".
Sin embargo, ni el mundo ni nosotros tendríamos el gusto de conocer a Daniel hasta casi diez años después.


La ocasión se llamó "Goodbye, Lenin!", la agridulce comedia sobre el Berlín reunificado que encantó a todos.
Fue el aldabonazo de Brühl al mundo del cine. Además de lucir tan guapo y lleno de vida, concedía una interpretación sensible y cuidada, a la altura de las circunstancias.
Desde entonces, este aniñado pelirrojo de boquita intrigante y entrecejo maravillosamente velludo no ha parado.
Como es ducho en idiomas, aprovecha para bucear entre películas de variadas naciones que despiertan su interés y otras que despiertan el nuestro.


Su presentación en sociedad fue a razón de Tarantino, quien lo eligiera como el nazi enamorado de "Malditos Bastardos". 
Qué malos eran los nazis y qué bien lucían en uniforme, nos recordó Brühl, que pisaba Hollywood por primera vez y de la mejor manera.


En España ya habíamos tenido oportunidad de verlo sentado en los Goya, cuando lo nominaron por su retrato de "Salvador Puig Antich", el anarquista catalán ejecutado en tiempos de Franco. 
Otra de sus interpretaciones más arriesgadas, también triunfales y beneficiadas de su poliglotismo.


Aunque no es actor de gran palestra y ya sabemos que estos tiempos son proclives a oscurecer lo más brillante, me consta que Daniel es muy querido y su encanto de hombre tranquilo no pasa desapercibido.
Cuestión de culto.


Ahora, mientras vuelve a las manos de Wolfgang Becker y prepara título bajo Michael Winterbottom, nos ha entregado otra prueba de su eclecticismo radical, regresando a Hollywood del brazo de Ron Howard.
La película es "Rush", que corre veloz hacia los Oscars. 
A propósito, ya se pide nominación para Brühl, tras incorporar a Niki Lauda con mucha energía y una cabellera temible.


Hablando de pelo, es agradecible el naturalista entrecejo, aunque nos gustaría ver a Daniel algo más ligerito de ropa. 
Es difícil cazarlo sin camiseta, pese a que la siguiente candid photo demuestra que tiene buen equipo para enseñar.


Como hemos dicho, es un chico serio y sólo lo hará por exigencias del guión. Mejor voy escribiendo uno con ese shirtless cometido.


A sus treinta y cinco años, tan envidiables y frescos que parecen prometer una juventud eterna, se diría que Daniel Brühl no ha hecho más que empezar.
Nosotros, encantados.

2 comentarios:

  1. Daniel Brül (que estás leyendo esto right now), con ese apellido y esa carita nos gustas y nos pones muchísimo a todos.

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  2. ¡Sí, Lo, Daniel es como Ewan, jajaja! Ains, qué treinta y cinco años más hermosos y pelirrojos.

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