martes, 17 de diciembre de 2013

La Fascinación y Peter O'Toole


Peter O'Toole diría que la distinción de los actores del ayer residía en los mismos cimientos. "Teatro, teatro, teatro, teatro", insistió. 
También debió añadir la excentricidad como el requisito indispensable de actores de tanta fascinación impresa sobre sus caras. 
Como muchos compañeros de escuela y generación, O'Toole encontró gran parte de su fuerza en los pecados personales, vividos sin complejos, superados tras dolorosas resacas.
Perfecta dicción, miradas de emoción y un dominio del escenario que devenía en fabulosa furia, Peter se decía un actor consumado, profesional, difícil, inquieto, transmutado entre cinematografías.
También fue considerado el más bello entre los bellos. "Si fueras más bonito, serías Florence de Arabia", dicen que le dijo Noël Coward.


"Lawrence de Arabia" fue la epopeya que lo puso en el mapa, en la mente del gran público y, quizá, en la Historia del Cine, pero no es la única película que tuvo el gusto. 
Peter, a salvo de las inclemencias de su salud, en contra de los efectos de la vejez, fue señor de mal asiento y su inquietud artística duró hasta el penúltimo día.
Podría decirse que la carrera de este rubio calavérico de ojos azules y brillantes es irregular, pero no sería una apreciación exacta. Pocas irregularidades fueron tan fructíferas y afortunadas, en todo caso, la victoria se contó entre la supervivencia y la fidelidad a sí mismo. 
Peter siempre fue el mismo talentoso y sus apariciones especiales, tardías, al margen, ocultas o de culto, resultarían tan espectaculares como sus protagonistas.


Peter Seamus O'Toole nació en Irlanda, cuentan algunos datos. Otros señalan que su partida de nacimiento consta en la localidad inglesa de Leeds, el mismo lugar donde creció. 
Ni él mismo sabía exactamente dónde había nacido ni cuándo, pero quizá lo hizo entre orgullo irlandés y distinción inglesa, entre un padre corredor de apuestas y una educación en un colegio de monjas, entre la guerra y la vocación artística.
La poesía o el teatro. Esos eran sus dos sueños. Lo poético no lo perdió cuando se subió a las primeras representaciones ni cuando cruzó las puertas del anhelado Old Vic. 
Allí, puro Shakespeare, en compañía de actores como Richard Harris o Alan Bates. 
Desde entonces, ya eran acusados como esos jóvenes majaretas, sin saber el magnífico juego que darían en la década de los sesenta.


Con un entrenamiento clásico hasta la médula, Peter apareció delante de las cámaras en pequeñas producciones televisivas para debutar finalmente en el cine en 1960.
Se abría el momento decisivo, que esperaría dos años hasta el estreno de "Lawrence de Arabia", su primer título de importancia y, a cuya imagen, quedaría identificado en el imaginario colectivo.
El enigma que representaba T.E. Lawrence requería un hombre adecuadamente enigmático, y el fresco Peter fue la respuesta de David Lean. El público adoró al rubio, aún más hermoso vestido de túnica y desierto, mientras ofrecía una interpretación sabia y confiada, poco común para un actor tan joven.


Como decía Coward, Peter era muy guapo. 
Pero no un galán al uso, ni según recetas prescritas por Hollywood; delgadísimo y sofisticado hasta el punto de cierto afeminamiento, era la prototípica figura británica que proporciona una poderosa sensación de ambigüedad. 


Tras "Lawrence de Arabia", estrenaba una buena reválida de su creciente reputación como actorazo. El papel era el rey Enrique II, la película se llamaba "Becket" y se resolvió a cuestión de duelo interpretativo con Richard Burton.
En la producción de "Becket", ya se evidenció la calaña de O'Toole que, como Burton, conjugaba declamación con intoxicación. 
Se cuenta que los iban a buscar en las tabernas para continuar el rodaje y los encontraban completamente inconscientes de alcohol en el suelo.


Como Richard Harris, Oliver Reed o su colega Burton, Peter despertaba al infierno en sus juergas diarias. Bebía alcohol y fumaba marihuana a ojos de todos y jamás pidió permiso ni perdón.
Sí se disculparía por jugar sobre seguro con "Lord Jim", decepcionante adaptación de la novela de Joseph Conrad, donde se limitó a imitar su actuación en "Lawrence de Arabia" y se ganó un sonoro abucheo.
Fue un primer tropiezo, disculpado mientras se le ponía a la cabeza de populares comedias como "What's New, Pussycat" o "Cómo Robar Un Millón", claros intentos de la industria hollywoodiense de convertirlo en estrella, si bien O'Toole siempre eligió el desafío por encima de la maquinaria y el teatro se mantuvo como indispensable recámara 


Todavía daba golpes tan contundentes como "El León en Invierno", donde repetía como Enrique II.
Esta vez, enfrentado a Katharine Hepburn, a quien llamara amiga e ideal compañía de escenario.


El fracaso comercial de "El Hombre de La Mancha" pudo borrarlo de las agendas más ardientes de Hollywood que, desde entonces, prefiría nominarlo al Oscar de vez en cuando antes que colocarlo de cabeza en las más costosas producciones.
Era un actor exigente y costoso de complacer, inseguro como los mejores, histérico y maniático. "No soporto la luz. Odio el clima. Mi idea del Cielo es moverme de una habitación llena de humo a otra", diría, nunca mejor contado.
O'Toole también se decía contestatario, envuelto en políticas y reivindicaciones durante toda su vida y fue relevante su oposición a las guerras imperialistas de Corea y Vietnam, así como su rechazo a ser nombrado Lord.
Su deteriorada salud se relevaba como la verdadera piedra de toque en su trayectoria, vivida con especial preocupación a mediados de los años setenta. 
Un cáncer de estómago mal diagnosticado estuvo a punto de llevárselo entonces, mientras se evidenciaba el pavoroso efecto de las borracheras en su físico. Desde entonces, moderaría radicalmente el consumo, si bien la juventud y la buena salud nunca regresaron.
Por entonces, la actriz Sian Phillips, su mujer y la madre de sus dos hijos mayores, pedía el divorcio y publicaba autobiografía donde hablaría de sus tempestades con O'Toole, aquellas donde el alcoholismo había traído celos, crueldad mental y el fracaso de la felicidad.


Desde las ruinas, Peter decidía incorporarse.
Espectacular volvió, aunque de una manera muy underground, en "The Stunt Man", título de culto para el que brindó una de sus más deliciosas interpretaciones. 
Era el alocado director de cine que parece desplegar un plan para acabar con su especialista.


Más popular fue su giro cómico en "Mi Año Favorito", donde interpretaba a un ídolo venido a menos. Como muchas de sus apariciones humorosas, O'Toole parodiaba su ultrarefinada imagen.
En los años ochenta, recuperó las ganas de marcha y era un placer tropezárselo, más seguro que nunca, no tan lindo como en sus primeros tiempos, pero igual de versátil e inesperado en las más variadas producciones televisivas y cinematográficas. 
Ostentaba el cetro de señor venerable, cuya simple presencia indicaba inversión en qualité.
Debía ser el factor que lo había nominado en tantas ocasiones al Oscar, aunque también se ganara el dudoso honor de ser el actor más nombrado y nunca vencido en las apreciaciones de la Academia. 
Sus ganas de marcha en la profesión quedaron más claras cuando se le ofreció el honorífico y lo rechazó en primera instancia. Quería ganarlo en competición. Aún así, se lo dieron, lo recibió, lo agradeció y, un par de años después, volvía a la tanda con "Venus".


El viejo zorro duraría más que ningún otro de sus compadres de juerga de los años sesenta y firmaba proyectos y se plantaba en rodajes cuando finalmente ponía obligado freno y anunciaba retiro durante el verano de 2012.
Víctima de una larga enfermedad de nombre aún no trascendido, Peter O'Toole moría el pasado sábado en Londres. 
Lo hacía con unos hermosos ochenta y un años y puede irse tranquilo: su muerte ha propiciado una emocionante atención sobre su figura y su trayectoria. 
Justo la que merece.


Vibrante hasta en aguas calmas, bonito un día, cautivador durante todo el camino, atravesara el desierto entre lágrimas o atronara Cortes medievales con despótica risotada, vivir con Peter O'Toole fue un caótico, inmenso, irrepetible placer.

1 comentario:

  1. Uno de los posts que mas me ha gustado... Y de lo mejor que he leído estos días sobre Peter O'Toole. Gracias, amigo

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