miércoles, 8 de octubre de 2014

Resucitando a "Twin Peaks"


Los tiempos cambian, pero una barbaridad.
Imagínese. "Twin Peaks" se emitió en España más de un año después su cancelación en la televisión norteamericana. Sucedió en los albores de las cadenas privadas y la serie también se puso de moda, como había sucedido en Estados Unidos: un bombazo rápido, poco duradero, difícilmente olvidable.
Yo era demasiado niño y asustadizo para ver "Twin Peaks" entonces, aunque estaba al corriente de muchas de sus ocurrencias. Recuerdo oír a una compañera de colegio cómo su hermana mayor había leído el muy fuerte "Diario de Laura Palmer"; en realidad, una noveleta de merchandising publicada a los efectos.
Yo tardaría más de diez años en ver "Twin Peaks". Me consta que ninguna cadena generalista de este país la repuso jamás en ese tiempo.
La debí cazar, alrededor del año 2000, y sé que fue en la cadena vía satélite Calle 13. Me encantó, sí, aunque, sinceramente, no la llegué a ver completa hasta que un amigo me la pasó pirateada, cuatro años después.
Cómo cambian los tiempos. Hoy es impensable que cualquiera tarde catorce años en ver lo que se emitió anoche en Estados Unidos. Y, más aún, una cosa tan impactante como "Twin Peaks".


Elogiar a esta serie es práctica muy recurrente si se habla de Catodia, de los años noventa y, en general, de esas cosas que hay que ver, te guste o no la televisión.
Se la suele considerar la primera serie "moderna", probablemente porque superaba la condición de producto y se firmaba personal desde el minuto uno, quizá también porque ha conectado con ese público que no suele disfrutar con las series.
"Twin Peaks" es un mito, sin ninguna duda, pero un mito que se sostiene sobre unas bases sólidas y un estilo inmarchitable.
Si se cuenta toda la verdad y se exploran los lindes televisivos, aunque bien es cierto que fue la serie más llamativa jamás emitida hasta entonces, no fue ese islote de calidad en una Catodia desierta, tal y como sostienen muchos desinformados.


En realidad, por aquel tiempo se designó - por enésima, que no úiltima vez - que se vivía una "edad de oro de la televisión", al pairo de la apuesta de las cadenas generalistas por series que abrieron brechas desde finales de los ochenta.
"Twin Peaks" fue la más espectacular, porque era cinematográfica, surrealista, inquietante y, a la vez, encantadora. Pero también aquella fue la época de "Aquellos Maravillosos Años", "Treinta y Tantos", "Playa de China", "Seinfeld", "Murphy Brown", "Los Simpson", todas rompedoras, todas influyentes.
"Twin Peaks" se dijo más interesante de entrada por su complejidad estética y narrativa, con la firma de David Lynch, uno de los directores revelación de la década previa.


El primer episodio se abre con la imagen de Joan Chen en el espejo. No es la protagonista, pero sí quien primero oye que algo sucede. A continuación, descubrimos que ese algo es el descubrimiento del cádaver de la beauty queen Laura Palmer, envuelta en plástico. Sí, "Twin Peaks" se cuenta como una novela.
La imaginación desbocada de la serie, su sentido del humor y su atmósfera la hicieron tan inconfundible como parodiable. Sacaba partido de un tema preferido de la ficción norteamericana: la pequeña localidad y sus veleidosos secretos.
David Lynch tomaba prestado el mood de otras direcciones de la América profunda, bien sabidas de morbo y cortinas cerradas, fueran "Kings Row", "Peyton Place" o "Knots Landing", y lo contaminaba con lo ejercitado en su "Terciopelo Azul".
El piloto es una de sus obras maestras - y, si me apuras, la más maestra de todas -, y abre la rotunda primera temporada.


Dicha primera temporada duró apenas ocho episodios, suficientes para convertir a "Twin Peaks" en un fenómeno. 
Era la serie de la que todos hablaban y su tagline "¿Quién mató a Laura Palmer" se consagró como la más galvanizante pregunta catódica desde "¿Quién disparó a J.R.?", planteada diez años antes en "Dallas".


"Twin Peaks" parodiaba los culebrones y las intrigas detectivescas, mientras explotaba sus recursos a placer. Como pionera, presentaba algo muy habitual en las series de ahora: la mezcolanza de géneros a la busca de lo inclasificable.
Lo más ejemplar de la serie es su subterraneidad: la turbia y triste historia de incesto y autoinmolación que cuenta se desliza bajo una encantada fachada sobrenatural, sumamente fascinante. La verdadera explicación del asesinato queda en una sutileza jamás vista en Catodia y, al menos con esa fuerza expresiva, nunca repetida.


La incógnita del asesino de Laura Palmer no iba a ser desvelada de manera tan temprana - entre los planes de los creadores, estaba aplazarla a un hipotético final -, pero los jerarcas de la ABC presionaron para que su nueva gallina soltara el huevo de oro cuanto antes.
A la vuelta, la identidad del asesino se desvela en cuestión de ocho episodios de su segunda temporada y, a partir de ahí, la serie se atomiza en tramas de interés variable. Se vuelve más convencional dentro de su locura y muchos de sus personajes estrella desaparecen, al ritmo que sus creadores se desinteresaron por los nuevos rumbos. La serie se torna en un spin-off de sí misma.
No deja de ser original ni dar sopas con ondas a la mayoría, pero, vista hoy, la cosa es extremadamente irregular a partir de ese punto, tanto en el dispar talento de los actores como en la distinta realización de cada episodio.
Los espectadores que la descubran por primera vez apreciarán más que nadie que, en conjunto, "Twin Peaks" fue un experimento antes que una obra redonda.


La audiencia tampoco acompañó el sendero de la serie tras saber quién se cargó a la Palmer.
La ABC la cambió de día de emisión varias veces y le impuso un hiatus, que sólo fue el aviso de una cancelación irrevocable. Los últimos cuatro episodios fueron emitidos como quien se los quita de encima, poco antes del verano.
El último, "Beyond Life and Death", supuso el regreso de Lynch a la dirección de la serie y se alínea entre lo más bizarro jamás emitido en televisión.
Hay que tener en cuenta además que entonces ni televisión por cable ni porras; en primetime generalista, under the sicomore tree y el enano bailando.


El final, concebido como un cliffhanger, ha obsesionado a los fans de la serie desde entonces. Esa característica de incompleta es uno de los fundamentos del culto por "Twin Peaks", también una de las primeras series debatidas en los foros de las arcanas conexiones a Internet.
Aunque ese episodio es un cliffhanger irresuelto, yo siempre lo he considerado una conclusión perfecta y netamente lynchiana. El racional e ingenuo Agente Cooper acaba rodeado, cautivado y seducido por el Mal. Me vale como final.
Sin embargo, tanto sus creadores como los seguidores han pedido y soñado con más desde 1991, año en que la serie dejó de emitirse.


Aunque "Twin Peaks" duró muy poco, su paso por la pequeña pantalla fue un camino de no regreso. Muchas series de los noventa sacaron partido de todos los frentes que se abrieron, en cuanto a géneros y posibilidades. "Doctor en Alaska" también extrajo espectáculo de lo raro y lo paleto; "Expediente X" bailó con el furor por lo sobrenatural y así sigue contando series, series y más series hasta llegar a la actualidad. 
Todas deben su misma razón de ser a "Twin Peaks".


Ahora bien, el estruendo de su desembarco en la televisión no ha sido un camino de rosas para David Lynch, su relación con la serie y sus proyectos con Catodia.
A Lynch, la tele le ha dicho que no muchas veces. De hecho, "Mulholland Drive" era originalmente un  piloto que no pudo vender.
En 1992, el spin off "Little Nicky" no arraigó, mientras el regreso cinematográfico al universo de las cortinas rojas recibió un abucheo en Cannes y un sonoro fracaso comercial en Norteamérica.
Aunque interesante en muchos aspectos, la propuesta de "Twin Peaks: Fuego Camina Conmigo" es aguafiestas. Es una precuela, que funciona como contar "Rebeca" con Rebeca. Lo que quedaba emplazado a la sutil incógnita se pone en primera plana, mientras se le encarga a una actriz tan poco lucida como Sheryl Lee que lleve ella sola el peso de la película.


La debacle en taquilla de "Twin Peaks: Fuego Camina Conmigo" no estaba tanto en su calidad como en una verdad: las cosas pasaban de moda de una manera cada vez más rápida. En cuestión de dos años, el fenómeno se había extinguido.
La mitificación fue posterior y, como todas las mitificaciones, ha tenido que ver con el factor nostalgia. Si unes paso del tiempo con Internet y el DVD, voilá!
Es dicha nostalgia lo que trae de vuelta a la serie para una tercera temporada, que se emitirá en Showtime en 2016, más de veinticinco años después de su cancelación.
La emoción por el regreso se incrementa con una de las frases que pronuncia Laura Palmer en la Habitación Roja: "Agente Cooper, lo volveré a ver en veintinco años".
Como Lynch volvió a Twin Peaks" al año siguiente, dudo que eso esté plantado de manera tan intencionada cual plan maestro para revivir la serie en ese plazo. De hecho, ha intentado ser revivida en muchas ocasiones durante esa década y media.
Recordemos hace unos años cuando Kyle MacLachlan aseguraba que planeaba resucitar la serie con Mark Frost a golpe de webisodios, aunque sin la participación de Lynch, por entonces enfrascado en la meditación trascendental.
Sucede ahora, quizá por hacer honor a la frase de Laura, pero también para aprovechar el filón del revival. 


Curioso que la noticia de la vuelta de "Twin Peaks" coincidiera con la cancelación del revival de "Dallas". Bien merecida, porque no valía un duro, aunque la experiencia nos cuenta que las cosas terminaron en su momento por un motivo; volver a ver a Larry Hagman y Ken Kercheval haciéndose la puñeta, esta vez casi sin poder levantarse del sofá, sólo ha sido coto de un efímero placer perverso.
Obviamente, nadie compara la antigua "Dallas" ni la nueva "Dallas" con la original o la venidera "Twin Peaks", pero la manera de resucitarlas ha sido similar y sus expectativas se dicen parecidas, en cuanto se pide al reparto original y se espera la misma sensación. "Twin Peaks" vuelve porque es posible: hay una televisión por cable que la acoge y un mercado que la recuerda y la exige.
Queremos más "Twin Peaks", sí, porque siempre queremos más Lynch y ha prometido que va a dirigir todos los episodios. Incluso si es la mayor de las decepciones, será la más hipnótica de todas ellas.
Pero leía por ahí un artículo muy bueno que aseveraba que realmente queremos esa tercera temporada de "Twin Peaks" que debió emitirse en 1993.
Ha pasado mucho tiempo. "Twin Peaks" fue el maravilloso capítulo primero de unos vertiginosos veinticinco años de televisión. Y, desde entonces, las cosas han cambiado. Muchísimo.
Esperemos ciertamente que algo de aquella vieja magia llegue intacto.

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