jueves, 7 de agosto de 2014

Imitación Al Esplendor


Me encanta este blog. Me encanta escribirlo, publicarlo y hasta reelerlo. 
Hay posts que preparo con tanto esfuerzo y tantas dudas que me asaltan en sueños. Otros, simplemente salen en una tarde, deprisa, con una mueca de fastidio por no tener el tiempo suficiente para hacerlos mejor o para que me interesen de verdad. 
Hay posts y posts. Hay algunos que me han hecho llorar mientras los escribía; otros, me han tenido horas y horas frente a la página en blanco; algún que otro post aseguraba que ya no publicaría más, que me marchaba, que ignoraba cuándo volvería.


Me encanta "Imitación A La Vida", porque escribo lo que quiero, porque escribo lo que me gustaría leer. Me encantan sus estrictos rituales de publicación, que, como todos los rituales, son tontos, pero obligan. Sin ellos, la experiencia no sería tan dura ni tan fructífera. 
Cuando me he pedido parón, lo hacía por el terrible cansancio que ha supuesto su dedicación en algunos períodos de los últimos años y también ante las circunstancias. Esos intentos de retar a la vida, esas apuestas que no salieron como esperaba, aunque fueron terriblemente valiosas.
En todas mis despedidas, quedó una puerta abierta al regreso. Y volví.
Hoy, que me despido hasta septiembre, diré que no me voy por nada en particular, ni siquiera por cansancio. Tengo cuerda para rato, tengo ganas de más. Pero el consumo en este mes - veraniego en el Hemisferio Norte - baja tantísimo que es mejor esperar por ti. Hoy no me despido yo, hoy te despides tú.
Lo bueno de todas las despedidas es que el descanso ha hecho regresarme con fuerza; lo malo, que las interrupciones pierden seguimiento. 
Supongo que las discretas visitas, especialmente comparadas con el anterior blog, también se deben a la elección de temas, la extensión de los textos, la desaparición de posts dedicados a series y la personalización del blog. El anterior era una revista; este, bien lo sabes, es mucho más. 


Las visitas pueden preocuparme. Cuando sí son cuantiosas, son una buena recompensa ante el esfuerzo, sin duda. Pero creo que seguiría aunque fuera hablando solo.
O hablando para los que sé que siguen viniendo por aquí, para los que caen por casualidad y se quedan, para los que están por llegar.
- ¿Por qué escribes tanto por nada?
La pregunta te la devolvería.
- ¿Y tú por qué vives?
¿Nada? Lo es todo.


Escribo, luego existo, en este rectángulo de Blogger, en un tiempo determinado, ante un reto o bajo una rutina, rascándome la cabecita o, simplemente, haciendo el vago y dándole al teclado en el último momento, a ver qué sale. 
Prevalece la necesidad de compartir una idea, de compartir lo que sea. Para eso, asaltamos Internet, para echar nuestras diarreas mentales, esas en las que, a veces, se encuentran diamantes de verdad. 
Imitaciones a la vida que brillan más que la vida misma.


Volver al hogar, sí. 
"Imitación A La Vida" es mi casa y ha mirado los caminos de los dos últimos años con la curiosidad del espejo. Ahora me ha visto volver a mi tierra y asegura que me ha sentado bien, que la familia es muy importante, que recupero la salud, que pongo a punto la esperanza. 
Que, oh, maravilla, hasta me han salido dos trabajillos de traducción muy bien pagados y he cumplido con ellos, deseando, siempre deseando, que esto signifique un cambio de suerte. 
Ese cambio de suerte que será mejor no dejar a la misma suerte.


Voy por mi vida a la búsqueda de su significado, preguntando por qué hago unas cosas, por qué dejo de hacer otras, mientras intento descifrar dramáticamente las épocas, los meses, los cambios de opinión, los acontecimientos. Y éstos simplemente suceden, de manera improvisada, sin férreo libreto hollywoodiense que valga.
Ante ellos, ante nosotros mismos, hay que estar a la altura, demostrar fuerza y dejar la puerta entreabierta a lo mejor, a lo bueno, a ti.


La puerta de este blog queda entreabierta, hoy y en las próximas semanas. 
En septiembre, "Imitación A La Vida" regresará con su tercera temporada y empezaré a pensar qué secciones seguirán, cuáles podría inventar, qué timonazos para cuáles rumbos. 
Sé que publicaré este post y, tras respirar con el alivio de cualquier vacación, echaré de menos idear uno nuevo al minuto siguiente.
Me encanta este blog, dije acaso con un severo síndrome de Estocolmo.

2 comentarios:

  1. Y a nosotros también nos encanta. No dejes de escribir. :)

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  2. Se te lee, incluso cuando no se te comenta. Seguir ahí tiene valor por sí mismo, sigue, sigue (no pares).

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