martes, 21 de enero de 2014

Voz y Vida de Jane Wyman


La nariz cual botón y el fleco bien dispuesto la definieron en Hollywood. 
Sin ser la más excitante de las actrices, Jane Wyman se reveló como una mujer de sorpresas. Como las mejores, dejó la mayor de todas para el final.
La voz ronca también era sello de identidad y lo que contraponía a sus bondadosas sufridoras en aquellos dramas cincuentescos, esos que la prefiguraron como una intérprete seria, a respetar, oscarizada, de aspecto mayor de la edad que realmente tenía. 
De segundas a primeras líneas, gracias a buenos directores y películas prestigiosas, ahí quedó Jane Wyman, una dama desaprovechada, quizá porque su cara la hacía tan inconfundible como raramente demandable. Fue, durante muchos años, uno de los prístinos ejemplos de la escasez de buenos papeles femeninos en el cine norteamericano.
Siempre queda una tercera parte, sobre cuando se tienen las ganas de marcha y se conserva la voz ronca. En esta ocasión, no para expresar sufrimiento, sino para hacer temblar. Y de la manera más deliciosa. 
La televisión sería la última jugada de Jane Wyman y su más afortunada apuesta.


Jane tiene un puñado de interpretaciones memorables en la gran pantalla, pero sólo un personaje inmortal y se lo debe a Catodia: Angela Channing, el papel por el que el público la recuerda y la adora, a razón del megaculebrón "Falcon Crest".
Cambió entonces su imagen de buenecita por un lado canalla, que la hizo más divertida que nunca. De actriz de valía, se convirtió en diva de armas tomar.
Sí, lo mejor, para Jane y para nosotros, llegó al final.


El principio de Sarah Jane Mayfield se cuenta en Missouri, en el momento en que sus padres se divorciaron. La madre abandonó la casa y se mudó de región, mientras el padre moría de manera inesperada. 
Jane crecía en un hogar de acogida, regido por un estricto detective de policía, de apellido Fulke, que definiría una infancia triste. 
Jane la rememoría como un lugar gris, que plagaría de amargura su personalidad.
Desde muy joven y para escapar de la mediocridad, Jane luchó por ser actriz de cine y se cambió la edad para asegurar mayoría de edad en los castings. 
Fue en ellos donde firmó por primera vez como Jane Wyman. 


En los años treinta, apareció como extra en muchas películas y, a finales de la década, ya se alzaba con roles de amplitud en musicales de baja categoría. Por entonces, era una rubia manufactura de estudio, sin demasiada distinción, un tanto frívola.
Tras un brevísimo primer matrimonio, Jane Wyman se casaba por segunda vez con otro actor de segunda fila llamado Ronald Reagan.

Con Ronald Reagan

Durante los ocho años de matrimonio con Ronald, Jane se preparó para su ambiciosa transformación artística, que viviría entre el fleco perfilado y las ganas de drama. 
Hubo tiempo para que Jane diera a luz tres hijos. El último retoño nació prematuro y murió el mismo día, triste episodio que sería decisivo para la caída del matrimonio con Reagan.
Jane aludió a las diferencias políticas para explicar el poco entendimiento con Ronald. Por entonces, él se decía demócrata y ella perteneció a la vieja guardia republicana desde el primer día hasta el último.
Otros aluden a que todo terminó desde que Jane pisó el set de "Belinda" y conoció a Lew Ayres, con el que tuvo una breve relación.
El divorcio de Reagan coincidió, en todo caso, con el momento decisivo en la carrera de la joven Jane Wyman. 
Su primer papel de carne era la paciente novia del escritor alcohólico de "Días Sin Huella" (The Lost Weekend). 
Las críticas fueron elogiosas para ella, si bien el foco de la función estaba en Ray Milland.

Con Ray Milland en "Días Sin Huella"

Primera nominación al Oscar arribaba con uno de sus escasos papeles antipáticos: la realista madre de "El Despertar", agreste dramón en Technicolor con Gregory Peck, niño rubio y un ciervo como adorable mascota.
Lo siguiente fue, por supuesto, "Belinda". 

"Belinda"

Quien conocía a Jane Wyman por entonces, no se llevó más que una absoluta impresión cuando la vieron en "Belinda", porque nadie esperaba una interpretación tan emotiva y refinada. 
Interpretaba a la pobre niña sordomuda que vive en un pequeño pueblo costero; un desalmado la viola y la embaraza y, para colmo, el pueblo la vilipendia. 
Semejante historia recibía el más estilizado tratamiento por Jean Negulesco y la interpretación de Wyman le traía el Oscar y el unánime aplauso.


Desde entonces, quedó identificada con esa imagen de Minnie Mouse y con el melodrama, en todas sus variantes.
El Oscar le pesó más que benefició y cuesta rastrearla - más aún en papeles interesantes -, aunque Jane Wyman encontraría la oportunidad de trabajar con dos grandes directores.
Para Alfred Hitchcock, fue la heroína de "Pánico en la Escena", donde se sintió un tanto acomplejada frente a Marlene Dietrich y trató de embellecerse, mientras trabajaba por llevar el peso de una de las películas menos acertadas del maestro.

"Pánico en la Escena"

En plenos años cincuenta, Jane Wyman caía en las manos de Douglas Sirk para dos piezas claves del melodrama, aunque por entonces fueron entendidas como la lacrimogenia ideal para actrices señoronas como ella.
En "Obsesión", se quedaba viuda y ciega casi al mismo tiempo, y la culpa la tenía Rock Hudson. 
No hay mal que por Rock no venga, así que el dramón hizo llorar a las plateas, devolvió a Wyman al cetro de taquillera e hizo una estrella del bello Hudson.

Con Rock Hudson en "Obsesión"

Rock se acercaría años después a Jane Wyman en una fiesta hollywoodiense para elogiarla delante de todos, llamándola la mejor y más paciente compañera de escena que pudo tener un nervioso principiante como él en "Obsesión".


Aunque formaban una pareja un tanto rara, Jane y Rock repitieron en "Sólo el Cielo Lo Sabe", peliculón de altura, que contaba la historia de amor entre una viuda y su jardinero. 
Sublimada por Sirk hasta la enésima potencia, también es la interpretación cinematográfica más acertada de Jane Wyman - al menos, para quien esto escribe -, donde sus grandes ojos expresan a la perfección toda la melancolía femenina y opresión provinciana que la película denuncia.
De nuevo, Jane Wyman obligaba a agarrar pañuelos a la concurrencia con sus mujeres dolientes. 

"Sólo el Cielo Lo Sabe"

Por entonces, la televisión ya se decía nicho habitual de Jane y, poco a poco, centraría toda su atención. 
Para Disney, aún brindaría alguna intervención de popularidad, como la autoritaria tía de "Pollyanna" - quizá la más clara avanzadilla de Angela Channing -, para que, a finales de los sesenta, entrara en un estado de semi-retiro profesional.
Mientras, su vida doméstica le había ganado la partida en muchas ocasiones.
Sus cuatro bodas habían terminado en divorcio y ella culpó a su propia inconstancia como esposa. Tal vez el abandono materno que sufrió en la infancia sea la freudiana respuesta. 
A pesar de ello, Jane Wyman era conocida por el valor que concedía a sus amistades, su maravilloso sentido del humor y sus afiladas apreciaciones.
Un lado de su carácter que sólo asomaría en 1981, cuando la CBS estrenaba nueva serie de conflictos familiares, rivalidades económicas y lubricidades rústicas. 
Se llamaba "Falcon Crest", certificado bouquet del exceso ochentesco, donde la reina del cotarro era Jane Wyman.


"La gente está acostumbrada a verme en papeles suaves, pero creo que se habituarán a verme como Angie".
Su gesto de cándida paloma se trocaba en malevolencia, a medida que la matriarca de los viñedos hacía de las suyas, sólo para recuperar una y otra vez el control de la vitivinícola heredad. 
Nunca había sido tan perra en imágenes y cundió la impresión en el público, similar a la vivida con "Belinda", pero en el sentido opuesto.
Angela Channing le dio sazón a una actriz que hasta entonces sólo había podido ser interesante. Y, hasta cuando la serie era especialmente tremebunda, la réplica punzante que pronunciaba la grave y envolvente voz de la Wyman se las arreglaba para mantenerse perfecta. La sonrisita era siempre el remate.
La oportunidad televisiva concedió una popularidad mundial a Wyman, muy parecida a la que vivirían otras actrices poco usadas en el Hollywood de los cincuenta, como Angela Lansbury o Joan Collins. 


La atención en la Wyman además estuvo mediada por el morbo, porque mientras ella reinaba en televisión, su ex marido Reagan era el presidente del Gobierno estadounidense.
A toda pregunta, declinó hablar de él, aludiendo a que no lo consideraba de buen gusto. 
Sólo rompió el silencio, muchos años después, cuando acudió al funeral de Ronald y aseguró que habían perdido a un gran hombre y un gran presidente. 
Según se cuenta, había votado por él en todas las ocasiones.


"Falcon Crest" duró nueve años en antena y Jane lo convirtió en su reino natural. Muchos actores la consideraban tan temible como su personaje y otros tantos fueron cordialmente despedidos a petición expresa de la estrella. 
En los últimos tiempos, Jane Wyman se decepcionó con los derroteros que estaba tomando la serie, a lo que se sumó su mala salud. 
En la temporada final, apenas apareció en un par de episodios, tras sufrir una grave crisis diabética y hepática. 
Enterada de que "Falcon Crest" sería cancelada, Jane se levantó de la cama y corrió a participar en el final. El médico se lo desaconsejó, pero ella sabía bien que tenía que despedir a su Angela Channing.
Así fue y sólo se la volvería a ver en pantalla en un episodio de "La Doctora Quinn". Anunció retiro inapelable y se mudó a un rancho de California.


Tras verla, muy carcamal, en el funeral de Ronald Reagan, las siguientes noticias sobre Jane llegaban en 2007, de la mano de sus hijos.
Con unos noventa años que se contaban odisea, la vieja Jane se había echado a dormir y no había despertado más.


Cuando recibió el Oscar por interpretar a la sordomuda "Belinda", Jane Wyman dijo, irónica: "Lo he ganado por cerrar la boca, así que tendré que callarme más a partir de ahora".
Afortunadamente, no cumplió la promesa y habló muchas veces, con esa voz tan particular, lo mejor después de sus ojos.
Gracias a su voz, oímos a sus heroínas sirkinianas decir cuánto amaban a Rock Hudson y, gracias a sus ojos, se nos contaba la tristeza de poder perderlo, mientras se miraban en aquellas ventanas llenas de nieve, ciervos e ilusiones.
Gracias a su voz, oímos, cada semana, la necesidad de que Falcon Crest volviera a ser suyo y sólo suyo, como si acaso hubiese podido ser de alguien más. Gracias a sus ojos, la televisión fue ese lugar al que mirar, más que nunca y para siempre.


Sin ser la más grande, muchas veces lo pareció.

4 comentarios:

  1. No la conocía Josito, fantastica reseña, luego le haré alguna, pero la tuya es soberbia, me encanto este post. Abrazos.

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  2. Muchas gracias, Álvaro! Un abrazo para ti también.
    Lo, me apunto lo de "perraca infernal", jajaja.

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  3. desde que tengo facebook he buscado ver la pelicula de jane wyman,,, sobing (asi de grande) nunca la he podido ver ¿ quehago? ,,,tengo 85 años ,,la vi cuando joven tengo 85 años ,,¿seria posible volver a verla?,,¿a quien recurro? GRACIAS ,,,,

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    1. Hola, Ana, la película "So Big" (estrenada en España como "Trigo y Esmeralda") no ha sido editada en DVD, pero se la puedo conseguir y enviársela a través de un e-mail.
      Si me deja su dirección de e-mail, le envío el vídeo para que usted lo vea en el ordenador. Eso sí, la película estaría en inglés con subtítulos en castellano. Ya me dice.

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