jueves, 6 de junio de 2013

Noah Wyle


Lo peor que puede suceder es que me encuentre parloteando de "ER" con mi amigo Míguel y me invada la añoranza hasta tal punto que, esa misma noche, vaya a por el pack de la primera temporada, apriete play sin pensarlo y, tras ver a Lydia despertando a Greene, Jerry en recepción y Clooney sin canas, caiga preso irremisible de mi serie favorita de todos los tiempos.


Sucedió hace pocas semanas y he vuelto a "ER" como quien regresa a casa. 
Me es imposible sustraerme a su hipnosis y sólo bendigo mi desmemoria, la que me hace disfrutar con muchas de sus sorpresas como si las viera por primera vez.
Y para colmo de encantos y emociones, ahí está el súper adorable Noah Wyle, el guapísimo Doctor Carter.


Favorito de muchos y muchas desde aquellos mediados de los noventa donde la serie se hizo reina de Catodia, Noah estaba a punto de desistir de sus aspiraciones artísticas y volver a servir mesas en algún restaurante de Los Ángeles cuando consiguió el codiciado papel que lo hizo famoso.


Del mismo modo que "ER", Noah Wyle conquistó desde el primer momento, por imposiblemente cute, por esa superación cálida de Keanu Reeves que venía a representar.
Como sus compañeros de la serie - a excepción de George Clooney, claro está -, el después no ha sido nada espectacular. 


Para Noah, más aún, del que cuesta separar actor y personaje a ojos del público. 
Del reparto original, fue el honroso duradero y, aunque terminaría por marcharse como presencia fija, siempre quedó tiempo para volver. 


Al final, la historia de John Carter - de estudiante a fundador de centro médico propio, de niño entusiasta a hombre herido - abriría y cerraría "ER", haciéndose columna vertebral de saga de tan descomunales proporciones.


Como Julianna Margulies, Noah supo pronto que el regreso está en televisión. 
Pero, a diferencia de Julianna y su "The Good Wife", la vuelta de Wyle no ha sido ni la mitad de emocionante. 
"Falling Skies" venía con sello Spielberg, promesa de ciencia ficción y Noah barbadísimo, pero la cosa no convencía a casi nadie.


Aún así, los fans del género han estado atentos y, este domingo, "Falling Skies" estrena tercera temporada. 
Personalmente, y a pesar de mi devoción por Noah, no pude pasar del primer episodio. 


En cambio, con "ER" nunca es suficiente, porque los clásicos son los clásicos.
"ER" permanece exquisita y potente. Sólo se da cuenta uno de la edad que tiene la serie cuando el Doctor Carter saca teléfono móvil con antena o bendice las glorias del CD-Rom.
Noah, preferiblemente IV push, siempre ha sido mi chico preferido de la serie, con ese pelo, ese encanto, esa sonrisa, esa vis cómica y ese corazón para conquistar y romper al mismo tiempo.
Carter es el mejor niño pijo de la Historia, el más paciente de los doctores y el celebrado donjuán de entre todos los hombres del County General. Cuesta resistirse, con esa cara de amor y esa nariz que promete lo mejor.
Soy y seré Team Carter, una vez más. 


Sí, Team Carter, hasta que deje a Abby por la insufrible Makemba; Abby es como el chocolate o el jamón serrano. A Abby, simplemente, no se la deja nunca.
Aunque sé bien que si me mira con esa cara de chucho, le perdonaré el desplante.


Como el propio Carter nos enseñó, siempre hay tiempo para volver. Y mis noches vuelven a ser de "ER" y Noah. 
¿Lo peor que me puede suceder? Dígase lo contrario. 
Ríos de drama, noches de Chicago y que corra la epinefrina, por favor. Porque los clásicos son los clásicos.

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