martes, 11 de junio de 2013

Imitación A Lana

 

Aderezada mujer de lejanas películas, Lana Turner fue esencial brillo del Hollywood clásico, a razón de pelo oxigenado, pieles y melodrama.
Nunca se dijo la actriz más querida del público, porque tenía poco de entrañable. Pero siempre se consideró imposible apartar los ojos de Lana.
Más nena glamourosa que actriz a tomar en serio, grandes películas le permitirían intervenciones memorables y un merecido lugar en el firmamento filmico.
Frente a cualquier consideración, Lana Turner era un resumen de lo que Hollywood vende al mundo: el amor por la riqueza, la valoración del exceso, la sed de belleza y las ganas de sexo.


Lana Turner nació para la causa como un producto con sello de fábrica en la Metro Goldwyn Mayer. 
Allí la definieron como chica fatal y, en el proceso de reinvención, Lana demostraría la ambición que la había traído desde una pobreza de solemnidad a la ciudad de las promesas.


Su imagen pública y su vida privada vivieron en conflicto desde el principio, como yugo y contrapunto. Y, así, la chica del jersey daría paso a la diva del escándalo a los ojos de todos.
Perfecto emblema de su país, ella rentabilizó el camino. Imitadora a la vida por excelencia, le quedaron joyas, remordimientos y la sensación de haber perdido algo decisivo por el camino.


Ese camino comenzó en la rural Idaho, en una localidad minera donde trabajaba el padre de Julia Jean Turner. 
La exacta fecha de nacimiento de la niña quedó en las brumas de Idaho y también el suceso que la marcó de por vida.
El padre de Julia Jean había ganado a los dados y, cuando volvía a casa con el dinero, fue asesinado entre las sombras de la noche. Nunca se aclaró el suceso.
Julia Jean y su madre se mudaron a California, donde trabajarían duro en medio de terribles apuros económicos.


La divulgada leyenda cuenta que un cazatalentos descubrió a la "chica del jersey" en una heladería y se la presentó a Mervyn LeRoy.
Verdad o mentira, fue en plena década de los treinta cuando Julia Jean se convertía en Lana Turner y se terminaba la miseria.
Los agentes y los periodistas la llamaron "chica del jersey" cuando la vieron marcando tetas en su primera película, aventurando que el interés por Lana Turner era cosa de su atractivo físico.


Maquillada y arreglada a conciencia en la Metro Goldwyn Mayer, que la acogió en exclusiva, la carrera de Lana comenzaba adosada a la imagen de sirena rubia para la que estaba provista, en una especie de reemplazo de la fallecida Jean Harlow.

Con Robert Taylor en "Johnny Eager"

Su popularidad fue en aumento, a medida que sus fotos viajaban desde las revistas de cine hasta las tiendas de campaña de los soldados, que la consagraron como una de las más deseadas pin-ups durante la Segunda Guerra Mundial.
Lana se puso contestona con Louis B. Mayer y le dijo que quería más y mejor. Éste la mandó gritar en "Doctor Jekyll and Mr. Hyde" y la colocó al lado del astro Clark Gable en muchas ocasiones.

Con Clark Gable en "Honky Tonk"

Pero la leyenda comenzaría propiamente con su Cora de "El Cartero Siempre Llama Dos Veces".
Como sería costumbre en Lana, sus desafíos no contradecían su imagen, sólo la hacían más poderosa y subyugante. 
Ahí aparecía vestida de blanco, como contundente imagen de erotismo y rara vez donde la crítica quiso aplaudirla.

Con John Garfield en "El Cartero Siempre Llama Dos Veces"

Entre antipáticas y fascinantes, se construyeron las heroínas de Lana Turner, que también eran villanas, por mor de las sombras del noir, por aquello de la emoción en la última redención. 
Lana Turner era la hembra de trastienda, con mucho que esconder y ni una brizna de pelo fuera de sitio.

"La Calle del Delfín Verde"

Acusada de falsa y mala actriz a lo largo de toda su carrera, muchos directores aseguraron que había algo más grande en Lana. 
Hollywood nunca quiso desvelarlo y, por ello, las oportunidades de una Lana insólita, más allá del glamour, se perdieron.
Vincente Minnelli fue uno de los primeros devotos de Lana y hasta la deseó como su "Madame Bovary". No lo consiguió, pero, a cambio, la dirigió en uno de sus mejores papeles: la starlet alcohólica de "The Bad And The Beautiful".
Buenas, malas y regulares películas confirmarían a Lana Turner como señorita de caché durante dos décadas, mientras los mentideros hollywoodienses ya la habían señalado hacía tiempo como una de sus figuras predilectas.
Lana fue carne de revista del corazón antes de las revistas del corazón.

Milady de Winter en "Los Tres Mosqueteros"

Su agitada vida íntima se compuso de matrimonios desastrosos, novios confesos y amantes inconfesables.
"Mi deseo era tener un marido y siete hijos, pero fue al contrario", dijo, tras haberse casado en ocho ocasiones. 
Entre éstas, se cuenta su matrimonio sietemesino con Artie Shaw, sus turbulentos años con el Tarzán Lex Barker o aquel hipnotizador de nightclub al que firmó un cheque y jamás regresó.
De su segundo matrimonio, Stephen Crane, con quien maridó dos veces, nació su única hija: Cheryl.

Con su hija Cheryl

Sería precisamente Cheryl la pieza clave del magno fiasco en la vida de Lana Turner, devenido en uno de los más recordados escándalos de la década de los cincuenta.
En 1958, Lana triunfaba en pantalla con "Peyton Place", adaptación de un polémico best-seller y una de las primeras veces donde quiso interpretar a una madre. Eso sí, una madre guapa.
La película se vestía de taquillazo, pero Lana no era feliz. 
Quiso terminar su relación con Johnny Stompanato, al descubrir las relaciones de éste con la Mafia. El gángster no se lo puso tan sencillo y comenzaba una relación llena de violentas broncas y turbias reconciliaciones.

Con Johnny Stompanato

En aciaga noche, la policía se presentó en casa de Lana Turner para encontrar el cadáver de Stompanato, acuchillado en la cocina. 
Tras las preguntas, los agentes detenían a la hija, Cheryl, acusada del asesinato del novio de su madre.
Tantos años después del asesinato de su padre, otro hombre muerto aparecía en la vida de Lana.
La prensa no encontró mejor festín y el juicio estuvo a la altura de la sensación, con Lana Turner en el estrado y a lágrima viva.
Hollywood no se lo pensó y la nominó al Oscar ese año. Por "Peyton Place", porque no podían nominarla por su confesión en el estrado de la vida real.
Ha habido muchas versiones y leyendas sobre lo sucedido esa noche en casa de Lana, pero el veredicto rezó que Cheryl había apuñalado a Stompanato para proteger a su madre en plena refriega.


La sórdida historia bien pudo arruinar el factor Lana para siempre. Pero las duras llaman dos veces y la gloria está en el retorno.
Cristales caían como diamantes para "Imitación A La Vida", el mayor éxito comercial de su carrera, del cual se benefició como co-productora.
La película tenía todo lo que era Lana Turner: la historia de los harapos a la riqueza, las joyas, los vestuarios, el glamour, los peinados, los colores. Y todas las ironías. 
Lana interpretaba a Lora, la actriz de aplausos que debe enfrentarse a los reproches de su hija en el último momento. 
"Me lo has dado todo, menos a ti misma",

Con Sandra Dee en "Imitación A La Vida"

Maravillosa película, mejor espejo de lo que le había ocurrido a Lana Turner. Todo el mundo fue a ver "Imitación A La Vida".
Lana aprovechó el filón de melodramas calentitos y repitió con Ross Hunter, productor de semejantes empeños de escalera y bofetón, si bien los sesenta terminarían con el desgaste de la fórmula. 
La diva decrecía en calibre y, hacia 1969, anunciaba tocata y fuga. 


Admirada y envidiada por toda una generación de mujeres, Lana Turner se diría señora de cosméticas y del buen conservar, con edad inventada y antes muerta que despeinada. 
Las nuevas generaciones la miraban con clara desconfianza, al representar un prototipo de hembra en decadencia, pero el tiempo preevería que sus más restallantes películas se redimieran por camp, haciendo entrañable a la que nunca lo fue.
Su última reaparición de renombre se quiso en "Falcon Crest", donde se llevó a matar con Jane Wyman delante y detrás de las cámaras, aunque su publicitadísima presencia otorgaría inmejorables audiencias a la serie. 

Con Jane Wyman en el set de "Falcon Crest"

Con Cheryl, su hija atribulada, hubo tiempo para la reconciliación. Ésta le confesaría su homosexualidad y Lana, que tenía poco de lo que sorprenderse a esas alturas, lo aceptó y entendió.
Cheryl Crane se sacaría inevitable biografía de la manga tras la muerte de su madre. 
Afirmó que había apuñalado a Stompanato y también contó que Lex Barker, cuarto marido de Lana, había abusado de ella.
Tras confesárselo a su mamá querida, ésta sacó al Tarzán de su casa a punta de pistola.

Con Lex Barker

Antes de las confesiones de Cheryl, estuvieron las de la propia Lana. 
Como constante entre películas, regando sus relaciones con los hombres, sufría un alcoholismo devastador, condimento atroz de las desgracias de entre sus éxitos.
El Festival de San Sebastián la llamó para celebrar éstos últimos, y le daría uno de los pocos premios que recibiría tal emblema del sueño americano. 
Ella llegó, conquistó y pidió a todos que la llamaran Lanita.


Fue la última vez que el mundo la vio. Un cáncer de garganta se proclamaba enemigo y, de manera extraña en Lana Turner, perdía la batalla.
Era 1995 y tenía unos oficiales 74 años.


"El humor ha sido el bálsamo de mi vida, pero ha estado reservado para aquellos cercanos a mí. No es parte de la pública Lana".
Pública Lana y privada Lana residían en la misma excitante y contradictoria señorita, ese cristal que caía como un diamante, esa mujer famosa y misteriosa al mismo tiempo.


Yo la amo de toda la vida. Oh, mi Lana Turner, icono entre los iconos.

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