lunes, 10 de septiembre de 2012

Evento Épico


La televisión norteamericana nos ha dado la última prueba del efecto favorecedor de sus luces bajo el nombre de "Hatfields & McCoys", o cómo los dos Kevin han podido hacer, por fin y tras dos décadas, un producto con el atributo de lo poderoso.
Hablo del director Kevin Reynolds y del actor Kevin Costner que, en terrenos cinematográficos y durante la década de los noventa, se hicieron expertos en introducirse en cenagosas aguas de pretensión y dólares gastados a fondo perdidísimo, para ofrecer cosas del pelaje de "Robin Hood, Príncipe de los Ladrones", "Rapa Nui" o "Waterworld".


Ahora los Kevin se han reunido y han vuelto a la carga; por primera vez, con una convicción insólita. 
La ocasión se cuenta en miniserie para The History Channel, una cadena que desea apuntarse a la estela de las demás plataformas por cable en lo que se refiere a producir ficciones cuidadas y reputadas. 
Le dijo que no a "The Kennedys", para ahora darle el sí a esta saga; también muy americana, también basada en hechos reales, también sobre los avatares de una familia, pero sin posibilidad de molestar a nadie. 
A diferencia de los Kennedy, los Hatfield y los McCoy están todos muertos.


En la frontera entre Virginia Oeste y Kentucky, los Hatfield y los McCoy se enzarzaron en una lucha sin cuartel durante los años posteriores a la Guerra de Secesión. 
La rivalidad de los patriarcas fue el desencadenante de una serie de ajustes de cuentas, que se harían interminables a lo largo de los años. 
Mucha sangre derramada y muchos hijos muertos, mientras las autoridades federales miraban para otro lado, asumiendo que lo que ocurría entre las dos familias era irresoluble asunto de paletos del interior.
El inacabable episodio encontraría un lugar de honor en la Historia de Estados Unidos, y también en su lenguaje coloquial. Decir "como los Hatfield y los McCoy" define todo enfrentamiento rencoroso y dilatado en el tiempo.

Tom Berenger, irreconocible como Jim Vance

El ojo por ojo, ancestral y reactualizable manera de arreglar las cosas en América, fue la trampa en la que cayeron las dos familias, y, a partir de esa odisea de violencia incesante, brutal rencilla y sumarísimas ejecuciones, se construye el argumento de su ficcionada versión televisiva.

Kevin Costner como Devil Anse Hatfield

Kevin Costner y Bill Paxton interpretan a Devil Anse y Randall, que, de compañeros de batalla, pasan a darle el último sentido al aborrecimiento mutuo.
Devil Anse representa la supremacía de la oportunidad y el poder, el victorioso dragón que arrasa con todo, mientras Randall, más pobretón, menos afortunado, más marcado por la guerra, se aferrará a su odio como el antídoto contra su continua humillación.

Bill Paxton como Randall McCoy

La extensísima parentela de ambos se conforma rápidamente como sus alargados brazos. La violencia ni se cuestiona, porque todos se embeben de la venganza. 
Es el sentimiento que los mantiene vivos y el que los hace morir. Es el cáncer que no se cura con los años, sino que encuentra variopintas maneras de reproducirse.

 
"Hatfields & McCoys" quiere vestir al western con el traje de revisión crítica sobre la cultura de la agresividad en la Historia de su país.
Pero funciona, ante todo, como un culebrón refinado, sanguinolento y divertidísimo, más cercano a una versión popularizada de "Romeo y Julieta" que a una prima vaquera de "Los Soprano".
Así, los Hatfield y los McCoy aparecen como los Montescos y los Capuletos de la casa de madera, el escopetón y los gélidos bosques.  

Los Hatfield

Decidir entre Kevin Costner, nunca tan impecable, absorbido en su Devil Anse, o Bill Paxton, operístico, doloroso Randall, podrá ser tan decisivo como lo era unirse al bando de los Hatfield o a la causa de los McCoy. 
Pero Costner y Paxton son sólo los líderes de un reparto coral y absolutamente fantástico, que corre sin desfallecer a la par que la trepidante miniserie, rebosante de acción, momentos estremecedores y dotada del simple atractivo de estas sagas de familias que se odian, más atractivas aún si se sabe que el feud pasó en la realidad.

Los McCoy

El director Kevin Reynolds dota a las imágenes de "Hatfields & McCoys" de un color sepia, directamente heredado de las fotografías de la época, que concede una mirada distanciada y fría sobre eventos tan calientes. 
El contraste es tan oportuno como perfecto.  

Boyd Holbrook como Cap Hatfield

No es perfecto el guión de Ted Mann, pero sí competente. 
Si no logra mantener la atención durante todo el metraje de los tres capítulos, se escribe más fino y complejo que cualquier otro libreto trasladado a la pantalla durante este año. 
Lo más impresionante es cómo nunca se detiene en explicar la complicada genealogía de los personajes, pero ésta se entiende perfectamente al ritmo de los sucesos.

Mal día para los McCoy

El resultado se ha traducido en el triunfo de audiencia del verano. Y, además, con sabor a récord: "Hatfields & McCoys" es la serie más vista de toda la Historia de las plataformas por cable. 
O todavía se quiere mucho a Kevin Costner - lo dudo -, o, nuevamente, el público norteamericano adora reflejarse en espejos comprometedores, pero también aseguradores de la carismática épica de su país.

Razón maromial: Matt Barr como Johnse Hatfield

"Hatfields & McCoys" parte para los Emmy como gran favorita en el apartado de miniseries y películas televisivas, tanto para los opinadores como para servidor de ustedes. 

Jenna Malone y Lindsay Pulsipher como Nancy y Roseanna McCoy

Este "Hatfields & McCoys" ha sido una agradable sorpresa; una producción a la que acudí con cierta obligación para luego encontrarme con un suculento buffet de dramón de toda la vida.
Bien sabemos que, últimamente, ese no suele ser el menú.

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