martes, 11 de septiembre de 2012

Vida de Monty


Hacia el ocaso de los años cuarenta, el cine y el mundo tenían el placer de conocer a Montgomery Clift, aquel oscuro, talentoso, joven Monty, tan hermoso como maldito.
Quien lo haya visto en alguna de sus películas, sabe bien que probablemente Clift sea el hombre más bello de la Historia del Cine; toda la sensualidad, toda la melancolía, toda la virilidad, en un solo rostro, en un mismo cuerpo. 


Pero era su mirada, más profunda que la vida, la decisiva y la elocuente, y desde ella, se contaron las mejores interpretaciones de Montgomery Clift, el mismo que aparecería en un puñado de clásicos y, junto con Marlon Brando, el íntimo responsable de cambiar la faz del estrellato hollywoodiense para siempre.


Dicen que Clift no ganó el Oscar por "De Aquí a la Eternidad", porque nunca cayó bien en Hollywood, al pairo de su inquietud por romper con ciertas reglas de la industria. 
Era un actor del Método; de hecho, uno de los primeros del estilo que se paseó por los platós de Tinseltown.
Monty vivía los personajes, cambiaba los diálogos y se convertía en un artista con decisión en la película. 
Esta corriente, que ebulliría en torno al legendario Actors Studio, fue tan revolucionaria y refrescante como un tanto negativa, al asegurar mucho divo y mucho histrión.

Con Joanne Dru en "Río Rojo"

Pero, en el caso de Clift, quizá por pionero, sus interpretaciones no resultan hoy ni amaneradas ni excesivas. 
Todo lo contrario; aparecen dotadas de alma, de sombría sensibilidad, de exquisita neurosis, aún rebosantes de emoción.

Con Donna Reed en "De Aquí A La Eternidad"

Su figura de doncel doliente y mortalmente desvalido enamoró al planeta, pero su gloria nunca sofocó sus tristezas vitales.
Había sido hijo de un padre intolerante y de una madre con obsesivas veleidades aristocráticas, lo que hizo al niño Clift y al hombre Clift un continuo de angustias, un caldo de gusto para cualquier freudiano.


Decía que se imaginaba a su padre como antagonista de todas sus secuencias y, por ello, lo impecable de sus emociones transferidas: la tortura interna, la impotencia ante lo que no se puede cambiar, la sensación de que algo no funciona. 
En los años cincuenta, Clift fue como pronto también serían Brando, Newman o Dean: el chico guapo que incumple el cuarto mandamiento, llora sin complejos y se gana a toda una generación por el camino.


El mismo Brando se conmovería sinceramente cuando vio a Clift como George Eastman, el carismático arribista de "Un Lugar En el Sol". Allí, también aparecía y brillaba Elizabeth Taylor.
Liz y Monty compusieron una de esas parejas cinematográficas para las que hay que tomar la respiración antes de dedicarles un vistazo. Tan tranquilos, tan hermosos.
Se hicieron amigos de por vida. 
Ella dijo que él hubiese sido la mayor estrella de Hollywood si no hubiese rechazado tantos proyectos por exigente y escrupuloso. Él dijo de ella que era la única mujer que le resultaba verdaderamente excitante.
Con Elizabeth Taylor en "Un Lugar en el Sol"

En un pasaje de "Plegarias Atendidas", el supremo cotilla Truman Capote narra una fiesta donde Dorothy Parker agarraba a un borrachísimo Monty Clift y le decía:
- Pero qué guapo eres, ¡qué lástima que seas un chupapollas!
Entre los principales problemas vitales de Montgomery, se contó una homosexualidad vivida al dramático sentido de tiempos poco benévolos. La devastadora culpa y la imposibilidad de aceptarse mediatizaron no sólo sus relaciones, sino también su modo de comunicarse con el mundo.



De todas sus relaciones, la principal fue, no obstante, con una mujer.
Se trataba de Libby Holman, una retirada actriz de Broadway, para quien Monty fue poco más que ese chico guapo al que pasear, promocionar y llenar de forradas chaquetas y brillantes pitilleras. 
No era novedad. De hecho, el personaje del gigoló de "Sunset Boulevard" iba a ser para Monty, pero éste lo rechazó porque se parecía demasiado a él.
En "La Heredera"

Habría peores días para nuestro doncel doliente, porque el destino fue quien terminaría por darle la más cruel de las cartas.
En una ironía brutal, un accidente de coche le desfiguraba la cara, le arrebataba su belleza, quizá lo único en lo que Clift podía confiar.
Sucedía mientras rodaba "Raintree County" con su querida Liz Taylor. Liz fue quien lo socorrió en el momento del accidente y su decidida intervención lo salvó de la muerte.
La cirugía no pudo enmendar la idílica faz de Clift que, aquejado de fuertes dolores y burlado por la mala suerte, se entregó a la devoción de los tranquilizantes, regados con hectolitros de alcohol.

En "Judgment at Nuremberg"

Empezaba lo que se conocería como "el suicidio más largo de Hollywood". Monty arrastró su tristeza durante años, la de un ser inconsolable, perdido en habitaciones de hotel, en encuentros sexuales fugaces, en fiestas donde avergonzaba a todos y se marchaba solo.
Todavía quedó tiempo para ofrecer más interpretaciones, más pruebas de su incomensurable talento, entonces esporádico y desaprovechado ante las circunstancias.
En esos años de oscuridad, era otro Monty, quizá no tan guapo, pero siempre bello, todo mirada, poseído de esa alma torturada y torturante que ya no encontraría refugio donde sanearse.

En "The Misfits"

En su última noche, le preguntaron si quería ver "The Misfits" en la televisión. Él dijo:
- ¡De ninguna manera!
Fueron las últimas palabras que se le oyeron.
Aparecería fulminado y desnudo en la cama de la habitación, víctima de una oclusión coronaria.
Tenía sólo 45 años, pero nadie se sorprendió. Fue una muerte esperada y llorada desde hacía mucho tiempo.


Socorrido capítulo dentro de la larga lista del patetismo del show-business norteamericano, el legado de Montgomery Clift está, no obstante, mucho más allá de la dureza de su existencia. 


La importancia de Clift aparece en sus películas, casi todas memorables, y en su simple imagen, que cambió muchas cosas y perduró como pocas.
Y, ante todo, guapo de una manera imposible, guapo a rabiar, guapo, guapísimo.

4 comentarios:

  1. Bello y frágil... En "¿Vencedores o vencidos?" él y Judy Garland me emocionan mucho.

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  2. Josito voy a extrañar cada entrada del blog, seguiremos leyendo tus comentarios en facebook y en cinemaseries, pero el blog tiene su propia magia insustituible.

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  3. Será sólo un mes de ausencia, no me llore, hombre.

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  4. Maravilloso homenaje a Monty! Muy interesante y emotivo

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