lunes, 3 de septiembre de 2012

Ha Nacido Una Inepta


El espectáculo busca la convicción a través de la imagen. Y, si se trata de convencer, ahí llega la política para convertirse en el mayor espectáculo del mundo.
Al respecto de las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos - donde no sólo se decide el mandamás de ese país, sino también el imperator del planeta -, ya hemos visto la puesta de largo de los dos partidos litigantes
A través de la dosificación dramatizada de sus elementos, la política norteamericana se entiende como escena. Y, por tanto, los candidatos y los estadistas son actores, cuyos guiones se escriben en mesas de asesores, estrategas y consejeros. 
Hasta el rumbo del mundo, empieza por una cuestión de estilo. Lo peor sucede cuando no hay verdadero estilo, el guión es malo y/o los actores se ponen a improvisar.

A desbarrar

Este año, la HBO nos ofrecía una excelente Tv-movie, llamada "Game Change", donde se ilustra la transformación de la política en los últimos tiempos recurriendo al ejemplo de Sarah Palin.
En la primera secuencia, el periodista Anderson Cooper le pregunta al asesor político Steve Schmidt: "¿Se arrepiente de haber elegido a Sarah Palin como número 2?".

Woody Harrelson, genial como Steve Schmidt

La respuesta de Schmidt se emplaza para el final de la película. Porque, antes, debemos saber porqué se toma esa decisión y, sobre todo, cómo se vive.
En plena campaña del senador John McCain - candidato republicano a las elecciones de 2008 -, sus asesores contemplan que el estatus de celebridad alcanzado por Barack Obama puede significar su billete directo a la Casa Blanca.
McCain es todo un héroe americano, pero no provoca ni frío ni calor como personalidad pública.

Ed Harris como John McCain

Así, "Game Change" ilustra la búsqueda y hallazgo de una estrella por los asesores del Partido Republicano.
Entra Sarah Palin, la florida gobernadora de Alaska, la robaescenas nata, la que decidió seguir adelante con su quinto embarazo pese a que sabía que el bebé nacería con síndrome de Down.
Esa es la elegida para ser candidata a la vicepresidencia pero, ante todo, para darle resonancia a la campaña de McCain.

Julianne Moore como Sarah Palin

Sarah Palin se revela como un auténtico cromo para los medios, que le echan el ojo y la hacen plato de todas las mesas.
La investigación realizada por los asesores es deficiente, y la prensa encuentra generosa leña, desde los pequeños escándalos de Sarah como gobernadora hasta el llano hecho de que su hija adolescente Bristol está embarazada.
Pero el auténtico caos llega cuando Schmidt y los suyos descubren que Sarah Palin es una analfabeta funcional, no tiene ni idea de lo que pasa en el mundo y, probablemente, padece algún desequilibrio mental.


"No sólo no sabe dar una respuesta, sino que ni siquiera entiende la pregunta", dice un opinador tras verla en una entrevista.
Se intenta entrenarla, culturizarla, que comprenda su posición, pero la saga de Sarah Palin es una versión malvada de "My Fair Lady". Esta Eliza Doolittle no cambiará nunca y, de hecho, quizá empeore. 
Sólo quedará ponerle el adecuado lazo distrayente.

Sarah Paulson y Woody Harrelson

Así, se la potencia como actriz. Que se lo aprenda todo de memoria y, cual fustigadora de los escenarios, Sarah de Alaska cumpla con su cometido. Que no es otro que hacer el paripé.
Al final, McCain pierde, pero Sarah Palin se hace inolvidable, propiciando las dos sensaciones de un personaje de show: la identificación o el aborrecimiento.
Sus votantes la aclaman, porque es como ellos; no se entera de nada, pero se arroga el derecho de meterse en todo. 
Los que no la votaríamos ni muertos también la recordamos a la perfección, porque se nos aparece con el atributo de lo infamous. La garrula venida a más, la desperate housewife,, la "señora que...".
"Game Change" concluye que la elección de Palin fue una decisión arriesgada e imperfecta, de resultado ambiguo.
Nadie puede decir si esa decisión fue un completo desastre o un éxito. Quizá, ambas cosas.


Si atendemos ahora a la actual campaña electoral norteamericana, vemos que el Partido Republicano ha colocado a a un figurín de segundo a bordo, de nombre Paul Ryan. 
Parece insistir en la idea de que no se arrepienten totalmente de la operación Palin. 
Sólo la han mejorado, con una persona menos estridente y mejor preparada, pero, de nuevo, con talento escénico como requisito indispensable. 

Paul Ryan

"Game Change" expone que el cambio de juego se anunció desde Ronald Reagan, otro actor elevado a Presidente.
Pero la cuestión de la imagen como atrayente y decisoria ya era bien conocida desde John Fitzgerald Kennedy. 
Del impreciso día en el que murió el votante y nació el espectador.
El ciudadano que pone la papeleta en el sobre vive acostumbrado a ser erotizado por la televisión, ya sea con productos a consumir, promesas de sexo o inflamas de mundos mejores. 
Por ello, un mitin debe tener el empaque y la tensión de cualquier entrega televisiva.

Mitt Romney

En relación a esa idea, "Game Change" como producto en sí, representa la total ironía. 
Si hemos dicho que la política se mira en la televisión para hacerse entretenida, con esta película, la cadena HBO ha dado su opinión política a través del entretenimiento.
Y este "Game Change" también ejerce lo que precisamente está contando: la convicción a través de la imagen.
Julianne Moore aparece tan poseída por Sarah Palin, que provoca la ilusión de que es Sarah Palin y, por tanto, se convence al espectador de que está viendo la verdad documental de lo sucedido. 
Como resultado, "Game Change" se hace una definitiva pieza de morbo.


Ese atractivo de exposé se realza con un sentido del ritmo notable y un guión que saca partido de todo lo que significa la saga de Sarah Palin. 
Aún así, gobierna cierta tendencia en la película a remarcar lo obvio; ha de hacerlo, porque, al fin y al cabo, hablamos de un fruto de la demócrata HBO estrenado en un año de elecciones. 
"Game Change" cuenta la historia de Palin como la sonora victoria de una inepta, mientras no pierde la oportunidad de recordarnos que Obama era profesor de Derecho Constitucional.

Reelection!

Entre sus conclusiones, "Game Change" nos lanza la verdad escalofriante: si hubiese ganado McCain, su sustituta hubiese sido una tipa que no sabe diferenciar Iraq de Afganistán. 
Muere el viejo McCain y el mundo termina en manos de una imbécil aferrada a un guión.

John McCain y Sarah Palin

Pero, ¿no ha pasado con anterioridad? ¿Acaso era Bush Junior más listo que Palin? ¿El juego político ha cambiado o siempre existió un hombre tras la cortina, a la manera del Mago de Oz?
Políticos, a pesar de su ineptitud. Hoy, políticos, a costa precisamente de ella.

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