viernes, 8 de marzo de 2013

"La Cena de Los Acusados" (The Thin Man)


La combinación se decía perfecta en 1934.
"The Thin Man" contaba una intriga criminal y decidía mirarla a través del prisma de la más sofisticada de las comedias. 
Así se agitaba el cóctel, ese que ha sido repetido, mezclado y servido por Hollywood hasta la saciedad.
Hoy estamos bien acostumbrados a este tipo de ficciones y tratamientos, pero en 1934, "The Thin Man" se observó como una película revolucionaria por ese encuentro de misterio y alegría, y significaría un hito en el entretenimiento cinematográfico.

William Powell, Skippy y Myrna Loy como Nick, Asta y Nora
Una enrevesada trama de asesinatos, según la novela de Dashiell Hammett, se contrapone al agradable tono que derrochan los encargados de investigarla: Nick y Nora Charles, fabuloso matrimonio upper-class, fiestero, ingenioso y amoroso.
Nick y Nora aceptan el caso entre copa y copa, mientras cuentan con un encantador terrier como gran aliado, de nombre Asta.
La pareja se revela enseguida como mordaz observadora de la sórdida realidad, que no pierde el sentido del humor ni ante la mayor amenaza de peligro.


La desaparición de un despistado señor centra la trama principal, donde los sospechosos irrumpen como unos mediocres que se mueven por dinero y egoísmo, con la Depresión bien contada en sus rostros.
La turbiedad de los sucesos se sofoca desde el momento en que irrumpen Nick y Nora, hedonistas, relajados y últimos aliviadores de lo que aflige a los demás personajes.

Maureen O'Sullivan y William Powell

La finura glamourosa que perseguía y encontraba el Hollywood de las comedias de club y dormitorio se sazona con la dinámica screwball: la mascota adorable, los malentendidos, el policía que no se entera, el hombre gordo que llora por su mamá, etc.
Y, como película emblemática del Hollywood clásico, paz y caos aparecen en eterna pugna.
Lo presenciamos cuando Nick y Nora duermen en su confortable habitación y son asaltados por un siniestro tipo, pistola en mano. 
Será cuando Nick decida investigar el caso. 
Es así un personaje genuinamente americano, que toma acción cuando la oscuridad llega a su puerta y decide sumergirse en ella para aclararla.


"The Thin Man" juega a placer con todos sus contrastes.
Sirva el ejemplo la escena en que la policía está interrogando a un sospechoso en un apartamento miserable.
En plena discusión, aparece la imagen de Nick Charles haciendo círculos con el humo del cigarrillo, expresando su sardónico aburrimiento, guiñando al espectador, quizá tranquilizándolo.


Otra secuencia ejemplar del tratamiento cómico del material es esa fiesta donde los invitados de Nick y Nora se emborrachan, mientras las puertas se abren y cierran con destreza lubitschiana para que, dentro de las habitaciones, se desarrolle dime y direte de la intriga.
Hasta uno de los seres de "The Thin Man" - el hijo adolescente de Wynant - se erige como calificador pedante de lo que está ocurriendo, al descifrar psicoanalíticamente las motivaciones de los otros personajes. 
Finalmente, se llega a la cena de los acusados, que funciona como clímax argumental y también como reválida del tono híbrido de la película, con ese encuentro entre glamour y crimen, entre gente ordinaria y celebración de la exquisitez.
Y este entretejido formal está destinado, en todo momento, a buscar la complicidad del público, propiciar la sensación de elasticidad fílmica, asegurar la risa y prevalecer la rapidez.

Rodaje de la cena-clímax

Si el ritmo de "The Thin Man" se dice veloz, así se contó su rodaje, despachado en dos semanas por W. S. Van Dyke. 
Director de cabecera de la Metro Goldwyn Mayer durante los años treinta, Van Dyke era un experimentado chico para todo y sería bien conocido en la profesión por aceptar generalmente como buena la primera toma en sus películas. 
"One-Shot" Van Dyke también sabía bien que la atención del cine de aquellos tiempos estaba en las estrellas. Por tanto, la película es de William Powell, Myrna Loy y Asta antes que de nadie más.
Sin embargo, en la claroscura inmersión de Nick en el taller de Wynant se observa cierto amor por la imagen expresiva y, además, un adelanto del noir de los años cuarenta, donde las sombras serían las protagonistas absolutas de los relatos de suspense.


Como título de 1934, "The Thin Man" es la crisis y sus recetas de escapismo, pero también ilustra la superación de la Ley Seca. 
Apenas desestimada la Volstead Act, Hollywood bebía y de qué manera: "The Thin Man" sigue siendo una de las películas más alegremente alcohólicas de la Historia del Cine. 
Nick Charles está borracho prácticamente en todas las secuencias. Su querida Nora se queja sólo porque se queda atrás en el número de copas.


Dashiell Hammett inspiró estos personajes en su propia relación con la dramaturga Lillian Hellmann, y sería un matrimonio de guionistas - Albert Hackett y Frances Goodrich - quien perfilaría los diálogos, réplicas y encantos de Nick y Nora Charles para el cine.

Mañana de Navidad para los Charles

Sin embargo, el triunfo de la operación vino rematado por los actores que les dieron vida y leyenda.
William Powell y Myrna Loy habían aparecido juntos en "Manhattan Melodrama", pero "The Thin Man" se proclamaría como el verdadero inicio de una de las parejas indiscutibles del star-system.
El éxito de la película condujo a la necesaria creación de una saga de "The Thin Man". Powell y Loy repetirían sus personajes en cinco ocasiones más y hasta 1947, con el chucho Asta como requisito indispensable.
Esta primera entrega es la mejor de la saga y se confirma como una de esas curiosidades de los años treinta, que nos trae ese look irrepetible, como caída de otro mundo.
Como prototípico film de esa década, "The Thin Man" lo explica todo y, a priori, se observará como una película muy expositiva argumentalmente. 
Pero lo despacha de una manera tan prodigiosa en esos noventa minutos de pura trepidancia que, al final, el espectador despierta a la sensación de que no falta ni sobra nada. 
El tiempo quiere conservar a "The Thin Man" linda, armónica y terriblemente entretenida.
Si no prevalece aquel impacto que devendría en fórmula, sí se ha triplicado su encanto.

2 comentarios:

  1. Clasaza en estado puro, sólo igualada por Dick y Dora Charleston. Esta serie de películas es una joyita a reivindicar. Gracias por el post.

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