Pelo negro, ojos azules, pelo en el pecho y mayor que yo. ¿Es posible que dijera sin decir en el último post que mi tipo de hombre es Dylan McDermott?
No sé si lo dije sin decir - o lo escribí sin escribirlo -, pero si tuviera algo que responderle a Dylan, sería que sí, siempre que sí.
Desde que protagonizara un espectacular comeback a nuestros deseos hace dos años con "American Horror Story", la buena madurez de Dylan no ha pasado desapercibida por productores y públicos y, últimamente, se le ve con la frecuencia merecida.
Como muchos actores de su noventera generación, carreras irregulares y más bien decepcionantes se han solventado con eternos retornos a la televisión.
Antes de "American Horror Story", la televisión ya había tenido el placer.
La audiencia aún lo identifica como Bobby Donnell, el reluciente abogado de "The Practice", su papel más relevante, que lo mantuviera ocupado durante media década de los noventa.
El peligro de Catodia, bien lo sabe Dylan, sucede cuando un día las series se acaban y a ver cómo se supera el papel que se ha incorporado a lo largo de años, emisiones, reposiciones y países.
¿La respuesta? "Hacerse un Julianna Margulies". Es decir, que venga otra serie.
A razón de títulos en pequeñas y grandes pantallas, el bello Dylan se mantuvo trabajando en un discreto, aunque sólido, margen, hasta que nos tropezamos con sus ojos, su pelazo y su torso, protagonistas indiscutibles de la primera temporada de "American Horror Story".
Ligerito de ropa e hipercaliente aparecía McDermott por ese año inaugural de la serie de Ryan Murphy, que empezó por todo lo alto y acabó más bien fatal.
Nadie dudó de que incólume y digna de atención perduró la buenorridad de Dylan; además de los recitales de Jessica Lange, ver a McDermott en la ducha fue lo verdaderamente excitante del primer curso de "American Horror Story".
Nadie dudó de que incólume y digna de atención perduró la buenorridad de Dylan; además de los recitales de Jessica Lange, ver a McDermott en la ducha fue lo verdaderamente excitante del primer curso de "American Horror Story".
Quedó la sensación: quien tuvo, multiplica. Reconozco que siempre me ha gustado McDermott, pero ahora me encanta.
Los años han endurecido si cabe esos rasgos tan fuertes, en magnífico contraste con los ojos hipnóticos, mientras que, como actor, ya no es el tremendo inexpresivo de otrora.
Dylan McDermott mejora, debería inscribir en su carta de presentación, donde yo también subrayaría y pondría entre exclamaciones que ha cumplido 52 años el pasado octubre.
Tras pasar por la casa encantada, Ryan Murphy lo llamaría también para "American Horror Story: Asylum", en un papel más reducido, pero el doble de brillante.
McDermott estuvo sensacional por inusual como el trashy asesino en serie con complejo de Edipo, mientras todos admirábamos la capacidad de recuperación de la serie.
Capacidad de recuperación y también de superarse a sí misma, como confirma ahora su tercera y deliciosa temporada, bautizada "Coven".
¿Vendrá Dylan McDermott a pasearse por el Nueva Orleans de las brujas? Según parece, hay interés por ambas partes, pero habrá que despejar agendas y esperar que sea posible un hueco.
Que sea que sí, que sea que sí, rezo todas las noches antes de dormir.
Que sea que sí, que sea que sí, rezo todas las noches antes de dormir.
Dylan ahora anda atareado con una nueva serie, la inefable "Hostages", donde incorpora a un agente del FBI involucrado en el secuestro de la familia de una importante cirujana, interpretada - terrorificamente - por Toni Collette.
La serie, que es un disparate de los que se estilan ahora, con Casa Blanca y paranoias conspiratorias de por medio, no ha convencido a la parroquia de los ratings, pese a tratarse de un placer culpable bastante potente.
Es de esas series que sabes bien en todo momento lo malas y derivativas que resultan desde su misma razón de ser, pero sólo puedes dejarte llevar por sus trucos, sorpresas y cliffhangers.
Y, al final, esta "Hostages" se revela más divertida que la bostezante "Homeland" y no tan antipática como "Scandal".
Dylan interpreta a un maloso con motivos personales, y ahí aparece con barba de tres días y vestido de inevitable chaqueta de cuero.
Como comprenderás, devoto de lo maromial, Dylan McDermott es la buena razón para engancharse a la intriga de "Hostages".
Muestra semanal de que el machote nunca muere.
Como comprenderás, devoto de lo maromial, Dylan McDermott es la buena razón para engancharse a la intriga de "Hostages".
Muestra semanal de que el machote nunca muere.
Nunca muere y así lo expresa en sus cuentas de Facebook y Twitter, esas que McDermott escribe personalmente, bien dispuesto a contar cuáles son sus proyectos y, sobre todo, a transcribir citas inspiradoras.
En recientes entrevistas, Dylan ha hablado de los efectos beneficiosos de la terapia y las estrategias de superación personal; en su biografía, se cuenta que lleva veinte años sin probar gota de bebercio tras reconocerse alcohólico.
Quizá esa necesaria "ley seca" sea una de las explicaciones de que este hombre se conserve tan de puta madre.
Por lo que se deduce, es un tipo optimista y su desinteresada atención a los fans a través de las redes sociales habla bien de él como persona y personalidad.
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