lunes, 15 de octubre de 2012

La Lucha Por El Futuro


La vida de la extraña, poliédrica, tranquilamente hermosa "Fringe" ha sido como la soledad del corredor de fondo: cuando perdió el Nielsen, ganó la leyenda. 
En el camino, su condición de superviviente terminaría por trasladarse al espíritu de sus argumentos, cuando los personajes se miraban en realidades alternativas, en espejos de otros yo, contemplando que habría sido el mundo si las cosas hubiesen pasado de distinta manera. 
En otra realidad, "Fringe" habría sido la más vista de todas, pero quizá no habría sido tan buena, tan excitante, tan secreta.


Ratings desfavorables y un horario de viernes buscaban condenarla, pero su calidad in crescendo la hizo y la hace fenómeno de culto. 
Nadie ha llegado tan lejos con esos mínimos datos de audiencia: la legión de fans y el fracaso de otras series fantásticas de Fox son la respuesta. 


Ninguna otra serie es como ella. Todas las demás son frutas, con distinta fecha de maduración, pero con el inevitable destino de pocharse algún día. 

Jasika Nicole como Astrid, con la añorada vaca Gene

En cambio, "Fringe" es como el vino: siempre puede ser mejor. 
Lo curioso de la operación es que nunca ha renunciado a sí misma. 
Sólo aprovecha su condición de espectáculo de ciencia ficción, donde lo improbable es posible, para reimaginarse una y otra vez, reutilizar a conciencia su decorado, sus objetos, sus fetiches dramáticos, sus recovecos de emoción. 
Y, sobre todo, a sus personajes.

Joshua Jackson y Anna Torv como Peter y Olivia

Unos héroes, que nos resultan tan frescos, tan extraños en un panorama general de ficción adicto al personaje canalla y a la entrega al pesimismo. 
En "Fringe", la lucha es por el futuro y la esperanza sólo está para ser renovada. 
Porque "Fringe" sabe mucho de renovaciones; de esperarlas como agua de mayo, de conseguirlas todos los meses de mayo.
Casi como un milagro, se anunciaba su última renovación para darle el cierre que los devotos seguidores esperaban. 
Así "Fringe", que bien pudo ganarse la cancelación en plena tercera temporada, ha podido llegar a un quinto año, casi sin aliento, más exquisita que nunca.


Su previa season finale pudo funcionar como final, pero ahí había puesto el suculento cebo en el penúltimo episodio, que transportaba a un futuro dominado por unos orwellianos Observadores. 
Bajo ese escenario, se ha construido la imaginería y el argumento de la temporada de despedida de "Fringe" que, nuevamente, metaforiza la sensación de ruina que embarga a un mundo en crisis. 


En las manos del equipo de científicos de lo paranormal, se encuentra nuevamente el billete a la salvación. Buscar a Olivia, encontrar a Walter, no perder de vista a Peter, abrazar a Astrid, descubrir a Etta; los personajes de "Fringe" saben de los viajes, las abducciones y las desapariciones. Sus últimos alientos se cuentan desde la necesidad de volver a casa, de reunirse.
Sufren, tienen defectos y un pasado veleidoso que hace acto de aparición, para cobrárselas, para darles otro toque de humanidad. 


Recomendar "Fringe" se suele anticipar con un "la primera temporada no es buena". Por entonces, era una pretenciosa opereta de efectos especiales presentada por el vil JJ Abrams para quitarse la espina de "Lost".
Tras ese principio irregular y muy poco sabroso, la serie daba una voltereta y confiaba finalmente en el poder de sus personajes. 
De ser un mediocre procedimental a la manera de "Expediente X", empezó a vertebrar su nueva energía a partir de los ingredientes que ya poseía. La mejora ha sido brutal. 
Ha terminado por convertirse en un drama sofisticado e imaginativo, lleno de matices y emoción, de lo más distinguido que se ha emitido en los últimos años en la televisión norteamericana.


Como pocas de su calaña, ha superado el estigma del lostismo, moda que depreda la narrativa de hasta las mejores series de la actualidad. 
"Fringe" también epata y ofrece trucos, pero siempre ha salido airosa de todos los jardines en los que se ha aventurado. Es simplemente más sincera, más modesta.
Su colección de paradojas se han resuelto más con la voluntad del cómic, bajo los esquemas de "Doctor Who" o "Futurama", y menos con las sentimentaloides calles del medio con las que se suelen resolver otros productos de Abrams. 


Para hacerla larger-than-life, para dotarla de melodrama, ahí se han insertado los temas favoritos del pathos norteamericano, desde la búsqueda de la identidad hasta la necesidad de la familia, pasando por la paranoia de los nuevos tiempos y el amor de los viejos días.

"A Short Story About Love", episodio favorito de servidor

Como constante, John Noble, lo único de la serie que fue rotundamente bueno desde el principio. 
Ahora, como todo lo demás, su Walter sólo se intensifica, entre las arrugas, la expresión de dolor, el rasgo de la locura, la reaparición del sentido del humor.
Esa mezcla de sombrío dramatismo e irónica delectación de Walter resume "Fringe" a la perfección.

John Noble como Walter Bishop

Y, al otro lado del espejo, Anna Torv. De todas las sorpresas de "Fringe", es quizá la más evidente, consagrada con su Olivia como la tía buena con alma, esa bella del sufrir que haría las delicias del mismísimo Bergman.

"Tenías tres años... un mes... y cinco días".

"Fringe", la misteriosa, la superviviente, el placer de fin de semana, ese que será echado tantísimo de menos cuando se despida en enero de 2013. 
¿Definitivamente? Bien nos enseña a no perder la confianza en reencontrarnos algún día con aquello que nos hace un poco más felices.

4 comentarios:

  1. Qué serie... Le auguro un final redondo, porque se lo merece ;)

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  2. Me alegra volverte a leer, esperemos que la segunda temporada del blog sea tan buena como la primera!!!!

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  3. Muchas gracias a los tres.
    En realidad, esta es la primera temporada. Lo publicado anteriormente convení en llamarlo temporada inaugural o temporada cero.

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