jueves, 12 de septiembre de 2013

Que Le Jodan Al Amor


- El amor es muy complicado - me dijo el caballero en cuestión.
Sucedió entre beso y beso. Pregúntame dónde y cómo, nunca cuándo. Fue este verano. Sí, debió ser a principios del verano. 
El caballero y yo nos echamos el ojo en un bar de la ciudad. Hablamos, nos besamos y continuamos de cháchara entre morreo y morreo.
No sé cómo surgió el amoroso tema, pero yo le echaría la culpa al calor del momento.
Él dijo que el amor es muy complicado y puso cara de "por no decir que es un bodrio".
Y yo, aun sin Technicolor ni violines ni foco, contesté:
- Pero, tío, ¿cómo puedes decir eso del amor? Sin amor, nuestras vidas son una imitación, una imitación a la vida.
Ok. Prometo que es la última vez que escribo esa frase. Y decirla tan alegremente, ni te cuento. En mi defensa, presentaré el alcohol como prueba evidente y atenuante. 
Pero lo más divertido de la situación fue mi capacidad de convicción.
Es decir, el muchacho se lo creyó. Y allí que comenzó a mirarme de una manera distinta. Que me dijo que mejor nos acostábamos otro día para conocernos antes. Que me acompañó hasta la puerta de mi casa y para despedirse, me besó la mano y se quedó mirándome a través del cristal del portón, cuando me dirigía hacia las escaleras. 
O el chaval quería complicación de gratis o el eslógan de la primera temporada de este blog ha sido el hit secreto del verano.

Jeff Bridges en "Starman"

Al despertar, el mediodía devolvió el recuerdo y casi me muero de la risa al rememorar lo que le había soltado sobre el amor.
Miraba al techo, desde mi almohada, un tanto resacoso, y sin pretenderlo, comencé a atar cabos sobre el ligue de la noche anterior.
Ya nos conocíamos, o mejor dicho, ya habíamos estado juntos hace unos años. Quizá él no se acordaba de mí, quién sabe. Pero, como sucedía ahora, las cosas se disiparon entonces cuando llegaron los orgasmos y apareció el día.
No creo que escriba nada sobre él en mi autobiografía, aunque lo memorable es aquello que dijo:
- El amor es muy complicado.

Claudia Cardinale en "La Chica con la Maleta"

No es la primera cosa que oigo este año en contra del amor, aunque quizá sea la que más me ha convencido.
Es esa verdad que he ignorado durante mucho tiempo y he intentado evitar a razón de negación y posts del estilo de "El amor es más fuerte que el actor porno gay de turno".
Así que este verano he pensado mucho en mi romanticismo, en todas esas cosas que siempre me han definido y por las que he suspirado en tantas ocasiones. 
Llegó la luz. Paseando por la calle, puse cara y voz de Sarah Jessica y pregunté al planeta:
- ¿Es el amor una mala idea?

Dominique Sanda en "El Jardín de los Finzi-Contini"

Para ser sinceros, mi enamoramiento del amor viene de las películas. Y, como suele suceder en estas cosas del autoengaño, uno lo malentiende y atrapa lo que le interesa.
Para mí, ha sido una idea total, un final justo, una redención suprema. Lo que hay que hacer y vivir antes de morir. Es así como lo venden y lo cuentan, pese a que la realidad sea distinta, más básica por un lado, más compleja por otro. 
En primer lugar, creo que he confundido el amor con el idilio. Es decir, con el principio beneficioso. La dedicación, las dificultades y las toneladas de compromiso - eso que está detrás del The End - son los lugares donde realmente se cuece una relación sentimental, ahí donde resiste y pasa la prueba de fuego.
Y, señores, qué aburrimiento. Hoy podría mirar la realidad, entender lo que nunca supe ver y decir:
- Ah, que el amor es eso... Pues vaya.
Es una mala idea porque no va conmigo. Es como colocarme algo que no me sirve. Soy una persona que busca la independencia, la autosuficiencia, el silencio y la paz desde siempre. Precisamente todo eso que se destruye cuando se comparte la intimidad.
Y si la cosa se pone ciega, pasional y todo ese ardor que tanto pinta novelas y melodramas, no sólo se pierde la calma, sino que se pierde a uno mismo. Es decir, llega la locura.

Jean-Paul Belmondo y Catherine Deneuve en "La Sirena del Mississippi"

La idea del amor debe nacer de la devoción religiosa. Sí, el primer enamorado del ser humano fue Dios, por inalcanzable, inasequible e imposible.
Imposible es la idea romántica en teoría, aunque es curioso cómo ese sentimiento que desafiaba instituciones, sociedades y tabúes, ha valido de tal manera para estabilizar los sueños y normalizar los deseos de las personas.
Enamórate, cásate. Es lo que debes hacer. Así, el amor, tal como se vive en la realidad, es amigo de la monogamia, del conformismo a todos los niveles y del sacrificio. Por amor, todo se perdona; por amor, se cruza la estepa rusa y se le aguantan los pedos.
Las "mujeres de verdad" y los "hombres de verdad" lo deben demostrar con "pruebas de amor", resistencia judeocristiana al tormento que significa otra persona. 
Justo hace unos días, leía: "La mayoría de las parejas piensa que su relación es normal y no lo es en absoluto". Otra sospecha a confirmar.

Warren Beatty y Diane Keaton en "Rojos"

Como dije en una ocasión, tener una buena relación es cuestión de suerte. Hay gente que es afortunada para estas cosas y otra, que no. 
El caso es que este último grupo lo conforman la mayor parte de los seres humanos, pero como la soledad es incorrecta, se enmascara la falta de amor con relaciones que imitan a relaciones, o bien teatralizando la presunta desolación porque no viene el hombretón que siempre soñé.
La película norteamericana más precisa que ahora recuerdo en torno a las relaciones sentimentales es "New York, New York", de Martin Scorsese.
Ella canta que espera a "The Man I Love" y él llega, sí, y todo lo que se vive entre ellos es espantoso por verídico. Por supuesto, película tan oscura y pesimista fue un fracaso comercial.
Pero cualquiera que se diga la verdad, lo sabe, lo conoce o lo ha experimentado: la gente sale del amor hecha una mierda. 
Y son legión los que dicen:
- Una y no más, Santo Tomás.

Robert De Niro y Liza Minnelli en "New York, New York"

El amor, definitivamente, es muy complicado. Y está pasado de moda. Porque, nosotros, que podemos ser libres, ¿por qué insistimos en anhelar un vestido viejo? Ese vestido que oprimía en hogares, en canciones cantadas por la radio, en gestos de cursilería, en represiones sexuales - "folla sólo con quien ames" - y en promesas de felicidad, esa que el amor nunca ha garantizado.
Y volviendo a "Imitación A La Vida", es una gran historia, sí. 
Pero es una historia norteamericana, dedicada a ese mundo donde la gente es materialista, vive en función de apariencias y piensa en sus lucrativos proyectos empresariales antes que en pasar tiempo con sus hijos. "Imitación A La Vida" recuerda la lección moral a esa sociedad; al final, lo tendrás todo, aunque no has vivido nada en realidad.
Para nosotros, la historia aleccionadora habría de ser lo contraria.
Porque nosotros ya somos sentimentales, sensibles, emocionales, pasionales, holgazanes y fiesteros de entrada. Si hicieran una película crítica con nuestra cultura y tan incorrecta se llamaría "Mueve el Culo y Ni Una Lágrima Más".

Lana Turner y Dan O'Herlihy en "Imitación A La Vida"

Podíamos acusar al amor de heteronormativo, definirlo como el indicativo de un agudo masoquismo o calibrarlo como la manera en que se rigen los humanos para evitar la soledad. 
En cualquier caso, habría que establecerlo no como el final resolutivo, sino como un capítulo central dentro de los muchos episodios de la existencia. Sucede o no sucede.
- Usted lo que necesita no es amor, sino hacerlo. Con más frecuencia. Y si quiere cariño y devoción sin límites, adopte un perro o telefonee a su madrecita. En ese orden de prioridad. - diagnosticaría el buen doctor.
¿Para cuándo una épica de la soledad? Escribí hace muchas lunas que me encantaría ver un discurso de agradecimiento de alguna estrella famosa que rezara:
- Me doy muchas gracias a mí mismo, porque sin mí, mis cojones de acero y mi resistencia a la envidia de todos vosotros, esto no hubiera sido posible.
Sé que actrices del pelaje de la Meryl o la Hathaway lo dirían si pudieran. 
En cambio, se impone el apartado especial dentro del discurso donde se dirigen al marido. Es ahí donde tiembla la voz, se asoma el lacrimal y demás numerito de porno sentimental que Hollywood nos sirve para que devoremos con cumplida fruición. Curioso que la mayoría de actrices oscarizadas acaben divorciadas.
¡Es que hasta Robinson Crusoe tuvo que encontrar a Viernes para significarse como personaje!
La soledad se identifica con tristeza, tanto como la compañía se confunde con alegría.
No hay mejor modo de hacer llorar a una mujer que decirle:
- ¡Como sigas así, te vas a quedar sola!

Bessie Love en "La Melodía de Broadway"

Cuántas respirarían, por fin, sin miedo, si desoyeran la presunta maldición que conlleva estar con uno mismo.
¿O acaso hay peor plan en esta breve existencia nuestra que esperar, esperar, esperar por the man i love, para luego darse de bruces con la realidad, que no tiene ni violines ni Technicolor ni ese envoltorio fastuoso que nos hizo enamorarnos del amor en primer lugar?
- Ah, que el amor es eso... Pues vaya.
Sigo creyendo en los sentimientos, en su utilidad, pero repudio la frustración romántica, la violencia de las relaciones y la necesidad de aliviar individualidades con el primer bobo que diga sí . 
Hoy creo en el amor más como un ideal artístico que como esa irregularidad nivel catástrofe que presenta en la vida. 
Y aviso sin traición que le tiraré un zapato al primero que haga un comentario a este post con ese sempiterno "Lo encontrarás, créeme, cuando menos te lo esperes", porque ya no se trata de encontrarlo o no de encontrarlo. 
Se trata de dejar de creer en el cuento, quitar la cara de tedio y echar a bailar.
Bailemos, vivamos o seamos unos infelices amargados, qué más da. Hoy y mañana, te propongo no rendir más cuentas ni dar explicaciones en función de expectativas ajenas sobre la plenitud propia.
Mis labios al besarte, te lo repetirán una y mil veces: "Sin amor, nuestras vidas están muy bien, gracias".

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