miércoles, 20 de febrero de 2013

El Corazón y El Cine


Yo crecí con el cine. Yo crecí a pesar del cine.
Un día, o quizá una noche, me di cuenta que la vida no era como en las películas. Para ser sincero, creo que todavía no me he dado cuenta del todo. 
Al menos, aún no he asumido que las cosas no siempre se realizan, ni suelen atarse en una conclusión congruente. 
Tampoco acepto que la grandísima mayoría de nuestra existencia no sea intensamente romántica, ni culturalmente trascendente. 
El mundo es un tiempo muerto y nunca conocerá la virtud de resumirse en noventa minutos. Por eso, el cine siempre ha sido la imitación a la vida que brilla más que la vida en sí.


Yo perdí el corazón en las películas, desde muy pequeño. He amado el cine toda mi vida y empecé a coleccionarlo a los trece años. 
He tenido épocas donde le he dedicado más atención y obsesión que otras, pero ha estado ahí a cada momento. Siempre ha habido una película que me ha conmovido, que me ha devuelto la fe, que me ha hecho pensar, que me ha otorgado seguridad.
Porque, con el cine, me siento como en casa. 
Estoy en una plácida cama, a punto de dormir, y mi madre me dice:
- Es hora de apagar la luz.
Y yo, viendo el rostro de algún actor imposiblemente guapo, le contesto:
- Dormiré cuando se termine la película.
 
Robert Wagner y Jean Peters en "Lanza Rota"

Como dice Martin Scorsese en sus documentales, el cine es memoria colectiva y enfermedad contagiosa.
Yo añadiría que es asunto del corazón, verdad estética, el mejor plan para esta noche. 
Ahora no querría estar escribiendo esto, sino viendo una película de Anthony Mann.  

Barbara Stanwyck en "Las Furias"

Según la profesión que elegí, estoy destinado a crear películas, a escribirlas. Pero, ante todo, yo he nacido para verlo, para criticarlo, para glosarlo, para analizarlo. Y para sentirlo. 
Porque, para escribir sobre las películas, hay que sentirlas primero. El cine no es únicamente las historias que cuenta, sino la experiencia que brinda. 
No hay receta para una buena película, pero parafraseando al famoso abogado: sé que es cine cuando lo veo. 
Es un aroma indiscutible, una distinción especial, una mirada particular. Eso que distingue a los grandes directores de los medianos, del cine en mayúsculas a las peliculitas pochas que ganarán el próximo domingo.
El cine ha sido grande siempre y ha sido pequeño en muchas ocasiones.
Me gusta el cine, pero me gusta el buen cine. Puede ser magistral, bueno o malísimo, pero detesto y evito a los pretenciosos y fariseos, que venden mierda por oro.
No pierdo el tiempo, soy exigente y complaciente, al mismo tiempo. Sé que es cine cuando lo veo.

"The Ox-Bow Incident"

El cine se hizo enorme y famoso para aliviar una crisis - la Depresión - y ahora es el mejor alivio para esta. Es barato, está al alcance de nuestros clics y hay tantas películas que tú y yo no hemos visto, de todas las épocas, de todos los países, que no habrá días y noches suficientes para descubrirlas. 
Hasta hace bien poco, le ponía los cuernos con las series. 
Supongo que entonces llevaba una vida más ajetreada y fiestera, y la rapidez televisiva y la condición pildórica de los episodios eran lo apropiado. 
Ahora, prefiero sentarme, tranquilo, acurrucado, y soñar otra vez.

Vanessa Redgrave y Robert Shaw en "A Man For All Seasons"

A estas alturas, me he percatado que el cine es el gran amor de mi vida. Me falla, me vuelve loco, me besa, me desvela y me lo encuentro en cualquier esquina. Me llena de tantísimas cosas. De cultura, de Historia, de imaginación, de paz. 
Dicen que es el séptimo y, para mí, es el único, porque cuenta e integra todos los artes. Insuperable, desde la escena de apertura al "The End", desde su literalidad hasta su poética, desde sus sonidos hasta sus silencios. 
Protagoniza mis noches y no apago la luz hasta sus fines, que sólo dan ganas de iniciar otras noches, otros días, para ver más y más. 
¿Adicción? No hubo ninguna tan sublime, que colmara el espíritu de una manera tan directa y, a la vez, tan económicamente asequible.
Lo conozco bien aunque, como los mejores amores, parece que lo descubro a cada momento, que todavía me queda mucho por saber de él. Oh, si el cine fuera un hombre, ya me hubiese suicidado de pura desesperación.

Alain Delon en "Le Samourai"

Además de volver a los clásicos, de preocuparme por cazar talento entre los nuevos, de calibrar simbologías históricas y culturales, de contármelo y contártelo, ahora me interesa muchísimo la conservación del patrimonio cinematográfico, la recuperación de los incunables y la preservación de los títulos ya conocidos. Todo eso que hace Scorsese y tanta gente que archiva, restaura y saca oro de baúles perdidos. 
Ese proceso me parece tan romántico como las cosas que cuenta el cine: una búsqueda de tesoros con el aroma de la fe.
Porque el cine es una cuestión de fe, desde su misma invención hasta su exhibición, desde la creación de las películas hasta el espectador que decide verlas. 
¿Qué voy a contar? ¿Qué me van a contar? ¿Me recordarán? ¿La olvidaré? Cineastas y públicos, y la misma necesidad de encadenarse unos a otros, aquellos para ser escuchados y éstos para resultar complacidos.

Maria Schell y Gary Cooper en "El Árbol del Ahorcado"

"Yo crecí con el cine, crecí a pesar de él", podría ser la primera frase de mis memorias.
Si eres como yo, sabes bien que seríamos capaces de contar nuestra vida a través de las películas que vimos, desde la primera hasta la última. 
Por lo que sentimos, por lo que nos dijo en ese momento, porque salimos al mundo buscando algo parecido y no lo encontramos. 
Porque volvimos a casa y fue nuestro último refugio. Porque hallamos a alguien con quien discutirlo, porque estuvimos solos en una opinión. 
Porque nos enseñó a besar y porque nos recordó el valor más importante: la esperanza.

"Has Anybody Seen My Gal?"

Como todo amor, hubo cierta destrucción. Me hizo solitario y platónico, pero valió la pena, porque encontré a otros solitarios, a otros platónicos. 
Valió la pena, porque te encontré a ti.
Renunciar al cine fue cosa para dejar al día siguiente. 

"Ciudadano Kane"

Belleza contada en fotogramas, secuencias y dramas. Ayer, hoy y mañana, allá donde se proyecte una gran película, yo no podré conciliar el sueño.

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