miércoles, 3 de septiembre de 2014

Sexo y El Blogger


Durante los últimos años, muchos amigos y seguidores aluden con frecuencia a la triste realidad de que jamás he ganado un céntimo por mis labores bloguísticas. 
Esto ha sido lo más parecido a un trabajo que he tenido en mucho tiempo y me ha salvado de una soberana abulia por la existencia en muchísimas ocasiones. Me debe tanto como le debo, aunque, para ser sinceros, muchos artículos han merecido pasta, sólo por el señor curramen que había detrás.
¿Cómo conseguir monetizar el blog?, se preguntaba la concurrencia. ¡Poner anuncios!, era la fácil respuesta. Esperar a que clickeen, rezaba la imposibilidad. 
Muchas veces he colocado esos anuncios y la única que le da es mi madre. Quizá porque los que pasan por aquí tienen la publicidad bloqueada con algún avezado programita o, más probablemente, porque llevan el suficiente tiempo en Internet para ignorarla hasta el punto de no verla. Es lógico. La publicidad doquiera que esté es una mierda intrusiva, tan pesada que llega un día en que ni se la oye. 
En dos ocasiones, Blogger me ha retirado sus anuncios de AdSense. La primera vez, porque se estaba produciendo un "clickeado fraudulento". Sucedió en los primeros tiempos de este blog y, sí, es cierto. 
No se le puede decir a nadie que clickee, no puedo clickar yo, no puede clickear todo el mundo en masa y menos en un blog que empieza y/o posee poco contenido. En cualquier caso, nunca me dieron una explicación exacta de lo que habían detectado, ni una segunda oportunidad para corregir mi error. Su decisión fue inapelable.
Tiempo más tarde, lo intenté con otra cuenta de correo y volvió la publicidad. Ignoro si fue el cambio de email o un perdón sumarísimo. Tal vez, el blog, ya encaminado y con dirección web propia, era más candidato a acoger los anuncios. 
Aunque di una advertencia en el Facebook sobre el regreso de la publicidad, no insistí más. Como de costumbre, nadie clickeó y, si alguien lo hizo, lo recaudado ascendía a unos pocos céntimos. Para entendernos, sólo se recibe un cheque cuando la cantidad asciende a setenta euros. Es decir, ni de Blas.
A esas alturas, francamente, querida, me importaba un bledo. Tenía que importarme un bledo, porque me preocupaban otras cosas. Entre ellas, que las visitas del blog habían disminuido y esperar que alguien clickeara en los anuncios era menos apremiante que el hecho de que alguien siquiera entrara.
¿Ha estado la falta de beneficio económico en mis idas y venidas de los últimos años? Sinceramente, no. Cuando me he ido, ha sido por hartazgo o porque me era imposible seguir con la dinámica de escribir aquí todos los días. Aunque si esos anuncios hubiesen servido para algo, quizá me lo hubiese pensado dos veces antes de poner posts que decían que adiós, muy buenas, lo mismo vuelvo mañana. 
Tengo la sensación de que los blogs son escaparates para Blogger, que anima a poner sus anuncios y, aunque no clickees - y yo no cobre -, se quedan en la recámara del subconsciente de cada visitante. Esa recámara a la que van derecha los anunciantes, con sus nombres, sus marcas, sus productos y sus propuestas de estilo de vida.
Es decir, leías tú a Humphrey Bogart e ignorabas que el día que vayas a una aseguradora, elegirás Mapfre.


Así, llegamos a la segunda - y última - vez que Google me ha retirado los anuncios de AdSense. Y la respuesta es la palabra mágica: SEXO.
Mucho sexo en este blog, oiga, una barbaridad.   
El sexo es la palabra que más se busca en Internet, dicen que dice el axioma. La segunda es porno, la tercera es coño. Escríbamoslo bien y repitamos, para que aumenten las visitas. Sexo, porno, coño. 
Blogger advierte que no revisa ni aprueba los contenidos de los blogs. Podemos abrir un blog a favor del Partido Nazi, de la matanza discriminada de cachalotes o del regreso al derecho de pernada. Si no se prueba la comisión de un delito en un sitio, no hay objeciones.
Si la cosa es pornográfica, violenta y/o considerada no apta para menores, Blogger puede recibir denuncias que se traducirán finalmente en la imposición de un aviso a la entrada, donde se dice aquello de que el blog en cuestión está recomendado sólo para adultos.
Es como la calificación NC-17, que, teóricamente, resta visitas con la obstrucción de la recomendación. Como esa calificación, está sujeta a arbitrariedad. Es decir, cuidadito con los desnudos. En una ocasión, quise poner las tetas de Kate Winslet en "Titanic", que ha visto medio mundo y parte del planeta vecino, y me dije: uy, que me ponen el aviso a la entrada.
Lo mismo con el retrato de Sal Mineo en bolas que se exhibe en el Guggenheim. No es nada porno, pero es una polla. Y, oh, los dioses me libren de explicarles la diferencia entre arte y cachondeo.
Así que nada de imágenes demasiado calentitas. 
A lo que íbamos. Google ha retirado sus anuncios de "IAV". Blogger me señalaba en su aviso que retirase contenido o imágenes - no especificó - de la entrada "Imitación Al Sexo" y yo fui raudo a ver si se me había escapado una tetilla en una foto. Quizá sea la que agarra Fassbender en la foto de "Shame", aunque no estaba seguro.
Ya por entonces decidí no cambiar ni quitar nada. Entre la pereza y la rabia, ahí andó la necesidad de mandarlos a tomar por culo. 
Los anuncios me importaron muchísimo menos que la libertad.


Han quitado los anuncios porque se escribe de sexo en este blog. Para mantener la publicidad, no se puede hablar en absoluto de sexualidad. Nada de desnudos, ni posiciones provocativas, ni ropa sugerente. Ni relatos eróticos y, lo más flagrante, ni una sola mención a la salud o la educación sexual.
Del NC-17 hemos llegado al universo del "Mayores con Reparos", ese que colocaba la censura franquista a las películas subiditas de tono.


Porque "hay que pensar en los niños". En eso concurre el artículo de "recomendaciones" de Google Adsense, que también señala que estos blogs son leídos en todo el mundo y ya sabe usted cómo se las gastan en ciertos sitios.
El sexo y el Blogger, igual en Salt Lake City que en La Laguna. 
La protección de los niños en Internet es tan ilusorio como querer vaciar de arena el desierto con un cubo. Y lo he dicho cientos de veces: la censura no busca proteger a los niños.
La censura es un fenómeno más complejo que la sociedad pide de distintas maneras para no ver reflejados sus miedos y sus verdades.
Y el sexo, la palabra más buscada, sigue siendo una de las más temidas. 


Yo no pensaba en los niños cuando decidí cerrar el correo con un "que les den", sino en la carcajeante ironía. 
Podría escribir de sexo sadomasoquista en el Tercer Reich con un mal gusto impresionante, atraer anuncios de productoras de porno fetichista y lo único que Blogger me haría es colocar un aviso a la entrada, que cualquier chavalín se salta con un clic. 
Conclusión: todo el rato evitando las tetas de la Winslet y me han retirado sus anuncios por un quítame allá esas pajas.
Entonces llegó la pregunta. ¿Es acaso la hora de empezar a postear pollas en este blog? Inquietud en mi chaise longue.
Me pondrán un aviso, pero las visitas aumentarán en pos de miembros viriles, mientras tú y yo respiraremos de alivio, porque somos mayores de edad, porque somos libres, porque nos gusta el sexo, porque nos encanta ver genitales y porque no hay nada que temer. Estamos cachondos, sí.
¿Es la hora de las pollas en IAV? Mañana será otro día, pero hoy déjame que posteee dos cosas.
Esto


y esto.


¿Te has quedado a gusto? Pues yo también.

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