viernes, 13 de julio de 2012

"Viridiana"


Desde la Guerra Civil, las cámaras de España vivían sin Luis Buñuel que, exiliado, siguió labrando su reputación de gran loco y cineasta de pro al otro lado del Atlántico.
Buscando al genio entre las oscuridades del franquismo, los jóvenes cineastas, que soñaban con sus películas, pidieron la vuelta de Don Luis y la obtuvieron en los primeros años sesenta. 
Regresaba Buñuel, desde México, y lo hacía vestido de "Viridiana". 

"He aquí la esclava del Señor..."

En España, se vivió como se acostumbraba a recibir la novedad por entonces: con expectación, necesidad de aperturismo y miedo.
Los delegados españoles se mearon encima cuando vieron la película en su estreno en el Festival de Cannes.
Ahí estaba aquella risotada de novicias vestidas de novia, señores que se colgaban con combas y mendigos depravados que cenaban por última vez.

El crucifijo-navaja.

No cabía duda: "Viridiana" estaría prohibida en España y, del mismo modo que Don Luis había vuelto, se iría otra vez.
Por el camino, la película se llevó la Palma de Oro y la condena del Vaticano, dos cosas que cualquier artista con cojones debía ganar en los años sesenta.

 
Con la aureola de mito intacta, se estrenaría finalmente aquel Jueves Santo de 1977, el mismo día que se legalizó el Partido Comunista. 
Porque, tras la muerte de Franco, fue cuestión de ponerse en hora inmediatamente. En ese reloj de la Transición, "Viridiana" fue la medianoche.


"Viridiana", la maldita. "Viridiana", la leyenda. 
En sus imágenes en blanco y negro, sigue contándose su importancia histórica, de cuando las películas eran más que películas. Eran acontecimientos, tabúes, sombras que se cernían sobre las generaciones y les contaban cosas que no se atrevían siquiera a pensar.

Margarita Lozano, imborrable Ramona

En "Viridiana", la novicia llega a la casa de su tío, como una pobre Jonathan Harker en el castillo de Drácula. 
Dormida en la casa vieja, sonámbula por el caserío castellano, Viridiana es Buñuel, de vuelta en España, alucinando entre el sueño y la vigilia, entre el surrealismo y el realismo, entre los decadentes señores y los viles pobres.

Silvia Pinal como Viridiana

Su tío la viste de novia y la narcotiza para violarla. Pero es incapaz de rematar la faena. 
El viejo franquista: ganó la guerra, pero perdió la noche de bodas. Novia y sexo, para una España catolicista y aburrida, que se revela impotente, neurótica, podrida en sus vulgares fetiches.

Fernando Rey

Viridiana, nunca más monja, muerta de la culpa, se torna a la compasión y decide convertir la casa en un hospicio para pobres. 
Y la bufonada contra la Iglesia católica se convierte en el más estilístico y salvaje retrato de la España franquista que se ha hecho nunca. 
Sus valores hediondos, sus mentiras, su atraso. Su entidad de novicia vestida de novia, mal arreglada para que algún miserable pichacorta se encarame sobre sus virginales tetas.


Si la primera parte de la película ha perdido vatios con el paso del tiempo - sobre todo, porque sus mecanismos de erotización y morbo han sido copiados hasta la saciedad -, la irrupción de los pobres es lo que hace de "Viridiana" esa obra de arte insuperable e imperecedera.

José Calvo como Amalio

Ahí están, frenéticos, estúpidos, recordándonos esa verdad: no hay nobleza en la pobreza. En realidad, ésta destruye a áquella.
Los pobres nos dan asco. Y ni la mayor piadosa quiere saber nada de sus mierdas.
Con los mendigos de "Viridiana" y su última cena, el espectador todavía aparta la vista. Retratados como el saldo de esa España que se vestía de triunfo para luego sonreír desdentada.

"Palomita, palomita..."

Para rematar la película, Buñuel no haría sino reírse de la definitiva institución franquista: la censura. 
Ésta, miope como ella sola, leyó el guión original y sólo objetó el final, cuando Viridiana entraba en la habitación de su primo. 
El recambio fue aún más perverso, más cachondo, cerradura de una película que se relame prohibida, construida en los sueños de aquellos benditos que la hicieron posible.

"Siempre supe que acabaría jugando al tute con mi prima Viridiana"

Escandalosa y simbólica, también lúcida y verdadera, con la proverbial visión pesimista sobre la vida del señor Buñuel, "Viridiana" se cuenta entre sus obras maestras; apabullada de tantos significados y objetos, que cada nueva visión supone un redescubrimiento.


Eran tiempos donde la irreverencia no se diluía en tuits efímeros como sucede ahora. Se contaba en peliculones para la Historia. 


"Viridiana" es la mejor definición de valentía, vertebrada en el camino que va desde Handel hasta "Shimmy Doll", con parada, por supuesto, en los espejos del Callejón del Gato.

4 comentarios:

  1. mientras más te leo, más me enamoro de vos

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  2. Genial entrada.

    "Viridiana" es única, por todo lo que tuvo de extrafílmica (condena del Vaticano a una película que representaba a la España franquista en Cannes... etc.) y, obviamente, por sus numerosas lecturas. A nivel simbólico y a nivel crítico. Una muestra más, en su estado más perfecto, de la genialidad de don Luis. A mi también me interesa mucho la reelaboración del mito que existe detrás de esta película. Me encanta el elemento surrealista, que Buñuel esparció de un modo u otro por todas sus obras. Y el ataque a lo más rancio de la iglesia católica es formidable ¿Se nota que me encanta?

    Por cierto, aunque ya te habrás dado cuenta, "Viridiana" y nuestra querida "Vértigo" tienen muchísimo en común. A ver si alguien se anima a hacer un estudio de verdad comparando ambas obras maestrísimas.

    P.D.: Estupenda primera semana. Ya hice clic.

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  3. Viridiana es un ejemplo de la perversión hecha cine. Para mi gusto es de grano grueso, obra maestra, indiscutible pero muy lejos de la exquisitez de Tristana y del espanto esperpéntico que produce todavía hoy. Una imagen se repite Fernando Rey junto a una joven en el esplendor de su belleza, todavía me estremezco al recordar la contraposicion con la estatua yacente. Por cierto, magnífica entrada y me estás enganchando con tu hilo.
    Un abrazo

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  4. Gracias, mis bellos, por vuestros preciosos comentarios.

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