lunes, 16 de julio de 2012

Vestidos Viejos



Cuando el año pasado se publicaron las primeras noticias sobre el retorno de "Dallas" a la televisión, me debatí entre la sensación de inminente desastre y la total curiosidad. 
Finalmente, reinó el escepticismo.

La promoción homenajeaba el cliffhanger más famoso de la serie original

No era la primera vez que se anunciaba el regreso de las pasiones petrolíferas de Southfork. Durante cierto tiempo, se habló incluso de un remake cinematográfico, cuyo casting, que incluía a John Travolta y Jennifer Lopez, sonaba bastante a disparate.
Pero, en esta ocasión, ha vuelto "Dallas" y lo hace con buenos datos de audiencia y muchas ganas de quedarse. 
Esta "Dallas" de 2012 no es un remake
Es una continuación oficial, años más tarde desde la última vez que supimos de los Ewing, con tres de los actores emblemáticos de la serie y apariciones especiales de otros tantos del reparto original.
Eso sí, todo debidamente remozado para nuestros tiempos, con nuevos personajes, estéticas e intereses.

"La puñalada trapera nunca se sintió tan bien"

Quien sea demasiado joven para acordarse de "Dallas", le diré que fue la serie más popular de Estados Unidos durante muchísimos años. 
Comenzó allá por 1978, y venía a unir dos corrientes de la televisión por entonces: la saga rústica y el culebrón de lujo. "Dallas" superó lo primero y puso de moda lo segundo. 
Todas las demás series del estilo - "Falcon Crest", "Dinastía" - modelaron sus intenciones bajo la alargada sombra de "Dallas", campeonísima de audiencia en los años ochenta.

Patrick Duffy y Larry Hagman en la "Dallas" clásica

En esencia, era el producto culebronesco en estado puro: líos amorosos, peleas familiares y todo lo que compete al arte de la puñada trapera. 
Pero también sus argumentos encubrían muchas obsesiones norteamericanas. Ahí se escenificaba la dualidad entre vicio y virtud, ciudad y campo, petróleo y ganadería, individualismo y socialismo. 
Este subtexto es lo que la hacía tan explosiva e hipnótica. Además de la delantera de Victoria Principal, claro.

La voluptuosa Victoria Principal fue Pamela Ewing

Tras el final de la serie en 1991, los Ewing regresaron por sus fueros a mediados de los noventa, con un par de telefilms especiales, quitándose la espina y rastreando la nueva generación.
Esa nueva generación es quien toma el testigo en la "Dallas" de 2012, curiosa combinación de lo viejo y lo nuevo. 
No tiene el encanto churretoso de otros tiempos, pero es el mismo matarratos.

La cadena TNT ha confirmado la renovación por una segunda temporada

Esta "Dallas" de 2012 es un entretenimiento simple y llano, sin pretensiones, que ha hecho muchísimo con poco. 
Sabe que el culebrón es un género que anda quemado desde hace años. Sabe que es un poco raro que Josh Henderson pueda ser hijo de Larry Hagman. Y sabe que al malvado J. R. ya lo vemos venir. 
En un diálogo, Bobby llega a decir: "Después de tanto tiempo, ¿J. R. se cree que ya no lo conozco?".
Está clara la observación irónica de los guionistas sobre el material.

Los primos Christopher y John Ross han heredado la rivalidad de sus padres

Como todas estas series, caer en el ridículo es constante. Esta "Dallas" lo bordea, lo entiende, lo maneja, sigue adelante. La efectiva realización y la buena dosificación de elementos son claves en ese sentido.
Y así aparece la única serie estrenada este año que es exactamente lo que vende. Un vestido viejo que, sin resultar espectacular, puede llevarse con mucha dignidad. 

La chilena Leonor Varela

Pero lo más interesante de esta producción se vive en el casting. Los veteranos Patrick Duffy, Larry Hagman y Linda Gray devoran a los actores más jóvenes en cada escena. 
Entran en plano y la atención es de ellos y sólo de ellos.

Patrick Duffy y Josh Henderson

Obviamente, ni Jesse Metcalfe ni Josh Henderson son precisamente de la familia Redgrave, pero Patrick Duffy tampoco lo ha sido nunca.
De hecho, Duffy de joven era un tanto insoportable. Macizote, pero insoportable.
En este 2012, esos tres vejestorios nos han recordado que la edad es un grado y una serie de televisión puede estar protagonizada por gente mayor.

Sue Ellen ya no bebe, pero algo trama

No ha sido la costumbre de los últimos tiempos catódicos, donde hasta tener un protagonista cuarentón ha supuesto un problema. 
Recuerdo el caso de "ER", serie que perdió interés desde que las aportaciones de casting empezaron a limitarse a veinteañeros. Mientras, desaparecía la gente madura, esa que tiene cosas que decir sobre la vida, más allá de quién te gusta o qué pelo te pica.

Los actores jóvenes de "Dallas"

Fichar a jóvenes para atraer a audiencias suculentas - el young demographic appealing - es un arma de doble filo. Por un lado, está claro que deseamos ver lozanía y belleza en las pantallas, pero también exigimos historias buenas y carismas.

Uno de los temas del verano: las cejas de Larry Hagman

Precisamente en la época de "Dallas", triunfaron títulos protagonizados por gente mayor como "Se Ha Escrito Un Crimen" o "Las Chicas de Oro". Y lo hicieron frente a públicos de todas las edades y con una durabilidad que ya desearan muchas series de ahora.
Ver la vejez puede resultar deprimente de entrada, pero contar los secretos de la última parte de nuestras vidas es ese filón tristemente olvidado por las pantallas contemporáneas.
Por ello, espero que la intervención de Larry Hagman, Patrick Duffy y Linda Gray sea más que testimonial y dure por mucho tiempo en este buen regreso a "Dallas". 

Viejos, aunque sobradamente preparados

2 comentarios:

  1. A ver: si siempre fue una serie patética de la que se salvaban las tres damas, Victoria por sus curvas, Linda por su atractivo y una calidad interpretativa por encima de los demás y Barbara (la madre) por su aroma de un Hollywood Vintage y talla interpretativa, ¿que se podía esperar de este refrito sino una empanadilla mostoleña rellena de músculos y silicona?
    Si segundas partes nunca fueron buenas ya ni que decir de segundas partes treinta años después. Un horror

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  2. Esa es su opinión. Un tanto snob, pero respetable, como todas las opiniones.

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