miércoles, 11 de julio de 2012

Platón y El Dentista


Cosas buenas he heredado de mis padres, pero también unas encías de lo más sensibles.
Como todas las cosas que te hacen los dentistas, el raspaje periodontal es una exquisita forma de tortura. Se practica en dos días, uno para cada lado de la boca. 
Me lo debo hacer cada cuatro meses. Esta semana, toca. Da igual. Yo soy un chico valiente, ya me lo han hecho muchas veces. Vamos allá.

Noah Wyle y Maura Tierney en "ER"

El lunes subí al metro, en dirección a una clínica dental de la Calle Joaquín Costa.
Esperé en la sala y, con mi nombre en la boca, abrió la puerta el doctor Domínguez. Nunca pido cita con otro dentista. Siempre pido con él y siempre lo pediré. 
Es un gallego más guapo que el Sol, con unas cejas pobladas que rematan su morenez y una bata azul brillante que le queda nivel Seattle Grace.
No sólo está bueno, sino que es el médico perfecto, con una bedside manner impecable. Es educado, nada pesado, jamás echa la bronca, hace su trabajo con rapidez y siempre pregunta si quiero anestesia.
Yo, por supuesto, le digo:
- Las drogas, las drogas. 




Él sonríe, divertido, y mientras cierro los ojos, pienso que el Doctor Domínguez va a ser mi marido o, aún mejor, el próximo presidente del Gobierno.
Mientras mi boca sufre la incisión de esa inyección de anestésico más grande que la vida, pienso en el porqué de este amor.
Hace muchos años que mis únicos amores platónicos son actores porno gay, que se van sucediendo en mi corazón y mi mano derecha, uno detrás de otro.
Queriéndolos un día, olvidándolos al siguiente.

Lo mío con Trystan Bull va súper en serio.

De resto, sólo me gustan si son posibles. Vida práctica me enseñó la vida.
Por eso, mi extrañeza ante las cosas que siento por mi señor dentista. Con un gancho, me raspa esa carne de la encía que bordea el diente y yo no me cago en mi puta vida. 
Porque sé que nada malo va a pasarme, ni a mí ni al mundo entero, mientras él exista, mientras me pregunte si estoy bien. Yo, con la boca trufada con el gancho raspador, el chorreo del agua y el tubo aspirador, suspiro que sí.
Asegura encontrarme una muela picada y enseguida pido cita con él, para que me la revise.

John Stamos, de odontólogo sexy en "Glee"

Sí, una muela picada.
- Debe ser por todas las cosas que me meto en la boca para sobrellevar la crisis - pienso, buscando una explicación adecuadamente judeocristiana.
Al Doctor Domínguez le digo que siempre me lavo los dientes. Él, en su impecabilidad, asegura que es la genética, no podemos luchar contra ella. De nuevo, quiero que sea el presidente del Gobierno.
Termina con el raspado del lado izquierdo y dice:
- Ahí tienes agua para enjuagarte. Si quieres más, sólo tienes que pedirla.
Oh, es tan perfecto. Escupo la sangre y le pido más agua.


Por la noche, me encontré pensando en lo que iba a vestir al día siguiente, cuando volviera a por el raspaje del otro lado de la boca.
Y, así, ayer martes, llegué de nuevo. Ahí estaba el Doctor Domínguez, brillando en azul, preguntando qué tal, indicándome el camino hasta esa silla de tortura, que no es tortura con él.

Abre.

 Y entonces dice:
- ¿Qué tal lo de la semana pasada?
- ¿La semana pasada? - pregunto. Te juro que pensé que se refería al fútbol.
- Sí, cuando te hice el lado derecho.
- Me lo hiciste ayer por la tarde, ¿no te acuerdas?
Oh, God! No, no se acordaba de mí.
Mientras me clavaba la aguja anestésica en la encía, me dolió saber que el Doctor Domínguez nunca sería mi marido ni el presidente del Gobierno. Que había confundido su bedside manner con la simpatía de los que empiezan a gustarse.

Creíame Brittany.

Para olvidar su olvido, supe que tendría que meterme muchas cosas en la boca. ¡Puta crisis!
Cuando terminó, volvió a decir:
- Ahí tienes agua para enjuagarte. Si quieres más, sólo tienes que pedirla.
Esta vez no sonó encantador, sino mecánico. Salida de la voz de un tío que trabaja mucho, que trata de ser agradable con la gente, que ve bocas todos los días y que lucha por borrarlas de sus pensamientos cuando se duerme por las noches.
Quise decirle:
- Doctor, ¿no se da cuenta? Sin amor, nuestras vidas son sólo una imitación a la vida.
En cambio, voy y le suelto:
- Espero que la próxima vez te acuerdes de mí.
Pero él desoyó y prorrumpió en un "hasta lueguiño" de los que rompen el corazón.
En el metro, mientras escuchaba el "Don't Cry" de los Asia y mi boca seguía paladeando sangre, recordé que tengo otra cita con el Doctor Domínguez esta semana. 
Mañana jueves, para que me revise la muela picada.

Un ouch 'vintage'.
 
Si no me recuerda, ese dentista será oficialmente el hombre más pérfido que he conocido nunca.
En cualquier caso, pediré la anestesia.
- Las drogas, las drogas.
Para que él sonría. Para que yo no lo sienta.

6 comentarios:

  1. Por favor, qué preciosidad de entrada, en serio... los miércoles prometen mucho, querido.

    Y suertudo usted, que tiene un dentista guapo. Yo llevo veintisiete años con el mismo y ni de joven se le podía mirar :( También me toca hacerme ese tipo de tratamiento, pero no voy con tanta alegría pensando en el que allí me espera...

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  2. Me parece que compartimos clínica -la mía es en Joaquín Costa, al lado de República Argentina- y no sé si doctor, yo tengo uno de cabecera y otro para mantenimiento periodental -superados los raspajes, porque me mejoraron las encías-. El mío no se llama Domínguez y es de Almería, pero lo mismo cambiaste los datos.

    Es guapísimo.. los dos lo son. Así que entiendo muy bien lo que dices.. el dentista hay que elegirlo a conciencia, yo sólo soporto que me torturen si lo hace alguien adorable, así es más fácil sacrificarse -incluso pagar la factura, ¿verdad?-.

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  3. Pero bueno: ¿esto que es?
    Erotismo en el dentista, ay señor, que mayor me estoy haciendo.
    A mi se me va la libido en cuantito veo una bata blanca. Sólo siento unas ganas espantosas de pedir socorro via satélite y salir corriendo.
    Amores aunque sean platónicos con un dentista están condenados al dolor y no metaforico, precisamente.
    Suerte mañana y que por lo menos sepa quien eres.
    Un abrazo

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  4. Como han dicho antes, los Miércoles prometen mucho!. Fantástica entrada!

    PD: Y ahora los clics.

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  5. La belleza de lo cotidiano. Nadie mejor que Jos para expresarla. Estupendo, lo que no supone una novedad.

    Un abrazo

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