miércoles, 16 de julio de 2014

Cine de Culto


A estas alturas, confío que usted habrá escuchado mil veces la calificación "cine de culto". También es altamente probable que la haya usado para describir lo que acaba de ver.
- Esta película es de culto total - se escribe, se comenta, se subraya.
Pero, atención, ¿sabe usted exactamente lo que significa "cine de culto"? ¿Qué define una película de culto y una que no lo es?

"Carnival of Souls"

Si soy sincero, soy el primero que no sabía contestar a estas dos últimas preguntas - al menos, con exactitud - hasta que me he informado para iniciar este repaso por el fenómeno.
La desorientación es general, creáme, y los estudiosos ya se han lanzado a batallar sobre el cine de culto, ese que ocupa tantas bocas y se asigna de manera indudablemente arbitraria. 
Preocupan las atribuciones y, entre la mayoría de las opiniones, se menosprecia o relativiza la verdadera potencia subversiva que se atribuyen los cultistas y sus películas de adoración.

"Harold & Maude"

Como me reconozco poético, diré que el cine de culto son las películas que, un día impreciso, encontraron el amor. 
En la altamente disputada definición sobre ellas, no hay duda de que es innegable su pegada a lo largo de la Historia del Cine, ebullida en el crepúsculo de los años sesenta y, según cuentan, asesinada silenciosamente con la llegada de Internet.
La consagración de una cult-movie tradicional se construía con el factor tiempo, y en ella, se sucedían los siguientes factores. 
La carrera comercial nula, inexistente, subterránea o noticiable de manera postrera, en principio. Las películas de culto fueron fracasos tremendos o vivieron en márgenes demasiado underground para tener cifras estimadas.

"Freaks"

La opinión crítica importa, porque, junto con la carrera comercial, ayudará al factor esencial de la cult-movie: la reputación. Ésta suele ser mala, claro. Muchas cult-movies han sido menospreciadas por sus excesos, su condición barata o derivativa o la más pura y simple ineptitud. Porque, atención, muchas películas de culto son malas, malísimas.
La dudosa reputación influirá en la sorpresa del redescubrimiento, que puede ser tardío, casual, inmediato, intencionado.
Para que una película sea de culto, no debe gustar a una persona sola. Debe gustar a un grupo reconocible. Así, el que descubre la película la comunica y la populariza en círculos, que pueden ser concretos o muy amplios. Hay películas de culto que pueden interesar a los homosexuales; otras, a los insomnes de ciudad; otras, a los militares; otras, a los adolescentes. 


"Más Allá del Valle de las Muñecas"

La nostalgia incide en el redescubrimiento. Hay películas de culto que estaban desfasadas hasta en la época en que se realizaron, pero ese decadentismo se convertirá en parte de la excitación.
El cambio de opinión puede ser de concreto a general. La película redescubierta se quedará en estrictos márgenes donde será adorada o el amor será tal que conocerá una nueva vida y muchos opinadores recalibrarán su importancia. Alguna que otra será aclamada como clásico.

Constance Towers en "The Naked Kiss"

Todo este proceso que estoy narrando es tan general en la Historia del Cine que encontrar una definición exacta de cult movie sigue siendo, de momento, labor irrisoria.
Para coronar la imprecisión de lo dicho, hay películas de culto que fueron grandes éxitos, tuvieron buena reputación desde el primer día y jamás han sido olvidadas. Hablo de "La Guerra de las Galaxias", claro.
¿Qué define a una película de culto?, repito. Sé qué es cuando la veo. ¿La podré explicar?
En su esencia, la cultización de películas nace de una reacción contracultural contra lo establecido. 
Al menos, en espíritu, se siente como una oposición al cine académico, premiado, taquillero, refinado y celebra el cine excesivo, majadero, original, marciano, maldito. 
Las películas de culto suelen ser extrañas y los que las aman aseguran que son "auténticas". Curiosamente, parte de la autenticidad nace de su artificialidad, de su condición barata, de los obvios de los decorados, de lo demodé del conjunto. Se encuentra la verdad en el aparato.
Hace varias noches, vi "Zardoz", una película de culto. 
Cosechó una reputación terrible en el momento de su estreno y fue un fracaso que, viendo el resultado, es fácilmente explicable. 
"Zardoz", una cosa delirante, pretenciosa y fascinadora situada en un futuro distópico, es un ejemplo perfecto de la extrañeza que suscitan las cult-movies.
Desde el principio, cualquier espectador no puede evitar un soberano what the fuck con la propuesta de John Boorman. ¿Cómo se pudo hacer una película así?, nos preguntamos. 
Es raro, ergo, es muy atractivo.

"Zardoz"

Se suele confundir lo transgresor con lo subversivo. ¿Hay revolución en "Zardoz"? No, ni lo hay en ninguna apreciación de culto. Es sólo la confortable sensación de que algo se tambalea en nuestro confortable consumo cinéfilo.
El cine de culto juega con el tiempo, con la estética, con los valores de la sociedad, desde sus mismas lindes.
Sus géneros favoritos son la ciencia-ficción y el terror, porque contienen las temáticas más desafiantes, donde el imaginario vuela libre. Pero el culto también abarca el cine de acción, los musicales, los melodramas, la serie B y todo lo incatalogable.

"Las Aventuras de Buckaroo Banzai"

Las películas de culto suelen ser quotables y recreables. Sus diálogos son repetidos, sus situaciones son escenificadas por sus adoradores. 
Éstos se reúnen en festivales, reposiciones, fechas señaladas. El consumo se dice voraz y a contracorriente, a altas horas de la madrugada, durante mucho tiempo, una y otra vez.
A la película de culto se le concede más de lo que tiene. Y así se suelen "recontar". Muchas no poseen nada de lo que sus admiradores aseguran ver en ellas.
Por eso, el cine de culto es una consideración posmoderna, accesoria, que huye de la objetividad y la calidad intrínseca, mientras se preocupa por entender el cine como una cuestión personal, más en comunicación con los conflictos internos del individuo en sociedad.

"Nosferatu"

En los orígenes, el cine de culto nace en medio de la recuperación de títulos largamente perdidos. Adaptaciones ilegales de novelas, dramas controvertidos, cineastas perseguidos, celuloides arruinados; irrumpía el romanticismo de recuperar la vieja obra maestra, desenterrarla al cabo del tiempo y propiciar su maravilla.
Los cazadores de tesoros hallaron muchas glorias silentes, pero también una película hoy tan indisputable como "La Regla del Juego", sepultada tras el escándalo de su estreno y consagrada décadas después como una de las grandes de la Historia.

"La Regla del Juego"

Por entonces, la recuperación era ardua, a espaldas del público y tenía que ver esencialmente con la calidad artística, por lo que esta fase puede llamarse de "protoculto". 
Aún así, sienta las bases, porque juega con dos elementos fundamentales: la consagración de un título en la oscuridad y la denuncia de las circunstancias de su estreno.

"Ossessione"

Encontramos el primer enfrentamiento entre opinión académica y revalorización cinéfila durante la gran falla que se vivió en la crítica desde finales de los cincuenta.
Fue la causante de que cineastas como Alfred Hitchcock o Max Ophüls alcanzaran la consideración que tienen hoy en día. 
Ahí está "Vértigo", la cult-movie mitocondrial, fracaso comercial e indiferencia crítica en 1958, para que, en cuestión de unos años, toda una generación la aclamase tantísimo, que muchos tenemos la inequívoca sensación de que, en estas cosas, se va de un extremo a otro.

James Stewart y Kim Novak en "Vértigo"

Igual de interesante es la disensión de opiniones en torno a "Ligeramente Escarlata", tremendidad noir, que recibió malas críticas en Estados Unidos y aplausos en Europa. 
Comienza el ataque a la opinión mainstream y, de manera irónica, con una película que no puede ser más mainstream
Mientras los opinadores norteamericanos valoraban la trama, el guión y las interpretaciones de "Ligeramente Escarlata" - que son pésimas -, hombres como Godard elogiaban el uso del color y las sombras, y cómo un director veterano - Allan Dwan - demostraba un estilo impecable. 
Ahí está la clave. Aquellos valoran la película con objetividad y leen su prosa; éstos defienden el cine como una experiencia y encuentran sazón y hasta crítica soterrada en el exceso.


Y no hay nada que provoque mejor una experiencia que una película pasada de rosca.
Así, el consumo cinematográfico cambió de rumbo y, con el modelo de los nuevos cines europeos, a los que se veía más libres de ataduras, más sexuales, más viscerales, se construyó el cine underground, explotativo y sensacionalista, que daría buenos títulos para el catálogo de culto.


Cambia el cine, también su disfrute. Las drogas, la vida nocturna, la irrupción de la contracultura como el mejor ataque al establishment tornaron la manera de ver las películas. Ahora las intenciones de los creadores no valen, sino lo que se le concede a posteriori. 
Así, nace el fenómeno de las películas de culto: tomar LSD con "2001, Una Odisea del Espacio" o ir borracho a la sesión golfa a ver "Más Allá del Valle de las Muñecas".
También se vive el ataque a la educación establecida y a los modos de comportamiento en las propias salas. A las películas de medianoche se les ha gritado y tirado cosas. Muchos hablan en medio de la proyección, silban, beben cerveza.

"Rey de Corazones"

Muchas películas son de culto por su majadería sin límites. ¿La faz de las cult-movies? Tetas y violencia. Hablan de revolución cuando, a veces, expresan regresión y siempre represión.
Muchas analistas feministas señalan cómo el público potencial de las cult-movies - hombres blancos heterosexuales - asigna un valor femenino al cine mainstream -  considerado flojo, romántico, aseado -, mientras saborea la suciedad, incorrección política y misoginia del sensacionalismo underground.
Otros inciden en la relación inexcusable entre épocas críticas y películas irracionalmente mitificadas.
El cine enfermo y las películas denunciadas - "Holocausto Caníbal", "Saló" - forman parte de aquello que recibe culto por el vómito que produce en otros. Es la búsqueda del más difícil todavía y la creencia de encontrar un valor excelso en lo inclasificable.


De nuevo, se confunde transgresión con subversión; al espectador cultista no le interesa el discurso, sólo las ocurrencias. 
Así, esta será una película de culto porque se matan animales en directo, porque Chloë Sevigny hace una felación de verdad o porque casi no duermo en una semana después de verla.


El cine de culto encontró su validación definitiva con "The Rocky Horror Picture Show", evidente hito, por cuanto es la película consumida irónicamente por excelencia, rentabilizada años después de su estreno. 
No obstante, su público la confundió en grado sumo. Muchos pensaron que estaba hecha en serio, cuando sus intenciones satíricas son claras. Y no es una película subterránea en absoluto, al estar producida por una major de Hollywood. 
A diferencia de otras cult-movies, la parodia no es atribuida a posteriori; lo que cambió fue su comercialización.

"The Rocky Horror Picture Show"

A lo largo de la década de los setenta y los ochenta, se configuró el menú imprescindible del espectador inconformista. A veces, de manera deliberada; otras, casual.
La reputación de "El Mago de Oz" se construyó en sus pases navideños por televisión y "El Señor de Las Bestias" se emitió tanto en las plataformas por cable que el público de una generación terminó por amarla y asumirla como propia.
"Esta película nos pertenece", frase que acuñaría el fenómeno.

Marc Singer en "El Señor de las Bestias"

Las ediciones en VHS descubrían legendarios pestiños, terribles debacles y clásicos ignorados, cambiando verdaderamente la manera de contar la Historia del medio.
Es sorprendente descubrir que películas muy vistas en televisión como "Caravana de Mujeres" o "Dulce Pájaro de Juventud" significaron más bien poco en su momento de estreno, cuando, para muchos de nosotros, son títulos esenciales en nuestra primera concepción del cine.

"Willy Wonka and The Chocolate Factory"

Se vivía un momento fastuoso de la cultización con "Blade Runner", que obligó a lo impensable: la rectificación de muchos críticos.
Película menospreciada en su estreno, que conocería nueva vida en el VHS, propiciaría la obsesión de sus seguidores por mor de sus múltiples lecturas y texturas, para finalmente vivir un proceso de sacralización muy parecido al de "Vértigo".

Harrison Ford en "Blade Runner"

En los años noventa, "El Gran Lebowski" significaba otro momento estelar en el cine de culto. Decepcionantes datos en taquilla y la crítica dividida. "No es para todos los gustos", se escribía. Palabras mágicas.
La exponencial adoración por esta comedia de los hermanos Coen nos habla de la definición definitiva: una película se hace de culto cuando irrumpen actitudes y objetos transgresores en pleno cine mainstream.

Julianne Moore y Jeff Bridges en "El Gran Lebowski"

La reedición progresiva, cada vez más acelerada, con la llegada del DVD e Internet, habló de la vida del cine de culto, pero también de su muerte. 
Ahora los clásicos de culto son instántaneos, por lo que se pierde el largo y romántico proceso de su descubrimiento y revalorización.
¿Internet mató al culto? ¿Fueron los Razzies? ¿O la simple consideración del término? Como todo, se populariza un día y se estandariza una hora después.
Hoy se venden películas con esa denominación, para vender rareza, originalidad, desobediencia, ineptitud u otras sensaciones creadas para desplegar la ficción de que, viéndola, te estás portando mal o haciendo una declaración contra la estética y el buen proceder.


El culto como atractivo comercial es más remoto y opera desde su etiquetado.
Muchos directores o intérpretes de películas de culto - Sylvia Krystel, Leonardo Kastle - quedaron marcados con su reputación de transgresores, incapaces de trascenderla en otros proyectos. ¿No es irónico terminar encasillado en la contracorriente?

"Los Asesinos de la Luna de Miel"

Y, sí, el culto ya es mainstream, del mismo modo que la industria ha asimilado a cineastas como Quentin Tarantino o Peter Jackson, celebrados por traer aires nuevos y vocaciones frikis a la cartelera cinematográfica.
La plaga es tal, que la visceralidad que define a las cult-movies modela ahora la creación de series y películas que buscan suscitar el mismo tipo de adoración. Muchos espectáculos muy queridos en los últimos tiempos se basan en esa galvanización/deleite del espectador a través de la agresividad, la ruptura de tabúes y el espejismo de la desobediencia.
Espejismos, sí. Porque, si el cultismo nos traído la posibilidad de conocer títulos muy hermosos - desde "Freaks" hasta "Harold & Maude" -, también ha expresado la superficialidad de la posmodernidad, que ha terminado por convertir toda la Historia del Cine en un fetiche.


Bien es cierto que es difícil trascender esa manera de ver las películas, convertida ahora en la única posible, fundamentada en apegos irracionales, identificado con nuestro consumo desordenado e imparable de cine de todos los tiempos, todos los países, todos los estilos, todas las facturas.
Y, si Internet mató el viejo descubrimiento de santos griales, todavía hay espacio para la reaparición milagrosa de películas perdidas.

"Decoy"

Valga el ejemplo de "Decoy", B-movie de 1946 recuperada en el año 2000, que tiene lo que debe tener para que la adoremos: exceso, oscuridad, expresionismo, artificialidad.
Porque llamar culto a todo es también la delicia de la acumulación. Más películas de culto, más amores, más felicidad.

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