martes, 1 de julio de 2014

La Comedia Según Carole Lombard


Magnífico encuentro de cerebro y hermosura, Carole Lombard despuntó como la perfecta personalidad femenina de los años treinta.
Desde inadecuados papeles que la desaprovechaban hasta alcanzar el puesto de la actriz mejor pagada de su época, la Lombard encontró la receta en ser ella misma, guiada desde el momento en que se despejó la incógnita e irrumpió su especialidad: la screwball comedy.
El público la reconoció por aquellas ocasiones en las que interpretaba a adorables tarugas de voz desafinada, que hacían reír en sazonados disparates; sus personajes se despeinaban, gritaban de miedo y corrían de habitación en habitación.
Siempre sin perder un dorado ápice de su platina cabellera ni de resultar irresistiblemente romántica.


Aunque identificada con las risas, Carole era mujer de talentos y transitó entre comedias y melodramas donde se las arreglaba para combinar presencia regia con gesto doméstico.
Carole Lombard, en muchos sentidos, es una rareza y un icono de protofeminismo.
"He vivido bajo un código masculino para encajar en un mundo de hombres, aunque al mismo tiempo nunca olvido que el primer trabajo de una mujer es elegir el correcto color del pintalabios".
Quizá esa frase resuma su imagen, entre chica glamourosa y de señorita relajada, de maneras un tanto masculinas y aficiones deportivas. Así, la ideal pareja del más macho de Hollywood, Clark Gable, que se enamoraría locamente de ella y no pararía hasta convertirla en su esposa.
Como las más fabulosas historias de éxito y sonrisa, el revés del destino esperaba artero y el tiempo arrebataría la posibilidad de más Carole Lombard, entre noticias de accidente y el estruendo de la tragedia.


Nuestra historia comienza en Indiana donde nació Alice Jean Peters, hija de un matrimonio acaudalado. La familia conoció menos riqueza cuando el padre decidiera divorciarse y la madre agarrara a los niños para instalarse en Los Ángeles.
Sería el director Allan Dwan quien escogiera a la niña para su primera película, un pequeño papel de debut a los doce años.
La breve experiencia picó la curiosidad de madre e hija y, mientras se sucedían pruebas infructuosas y puertas cerradas, creció Alice Jean entre la voluntad de convertirse en una actriz, de nombre Carole Lombard.
Los inicios de Carole Lombard fueron irregulares y, de hecho,  tardaría un par de décadas en conjugarse con una personalidad consistente.
Por entonces, era socorrida damisela ingenua en aventuras silentes que la entendían de bonito adorno, aunque siempre señaló su época con Mack Sennet como el principio de su importancia como cómica.
Entre tropiezos y contratos terminados, llegó el sonoro y la voz ronca y sexy de Carole le sirvió para perpetuarse, tanto como su nuevo estilo flapper, más agresivo y acorde con los tiempos.


Sería por aquellos primeros años treinta donde se tropezaría con los dos hombres de su vida y sus dos maridos.
En primer lugar, William Powell.
Formaban una pareja explosiva: ella, deslenguada, extrovertida, amiga de todo el mundo; él, suave, distinguido, distante.
El matrimonio duró lo que dura una idea descabellada: era genial verlos juntos, pero todos entendieron que aquello estaba condenado a acabar.


Si el matrimonio con Powell la puso en boca de los mentideros hollywoodienses y aumentó su popularidad, también fue instrumental el éxito de "No Man Of Her Own", drama romántico que la emparejaba, por primera y única vez en pantalla, con Clark Gable. 
Se cuenta que entonces no hubo entre los actores la pasión que florecería años después, aunque los buenos números en taquilla por verlos juntos quizá decían lo que Clark y Carole todavía no sabían.

Con Clark Gable en "No Man Of Her Own"

Pero, ¿cuándo nació Carole Lombard, la que todos amaron y amamos?
Sucedió en 1934, cortesía de Howard Hawks y "Twentieth Century", emblemática comedia loca sobre los egos artísticos, donde Carole se vio las caras con el divo John Barrymore.
Hawks y Barrymore le sugirieron a Lombard que parase de actuar y se dejase llevar.
"Una chica maravillosa. Loca como una cabra", diría el director, tras la experiencia.

Con John Barrymore en "Twentieth Century"

La vanidosa actriz de "Twentieth Century" fue la primera encantadora gilipollas que Lombard ofrecería al cine.
Screwball comedy, decía el cine para Carole Lombard, y así, sus frecuentes heroínas se movían en glamourosos escenarios art-decó listos para el caos, la histeria y demás delicias de los mejores momentos de humor cinematográfico jamás vistos. 
Trabajó para los mejores y junto a los más dúctiles, mientras su caché ascendía sin detenerse.

Con Fred McMurray en "Hands Across The Table"

Su cumbre en la screwball fue, por supuesto, "Al Servicio de las Damas". 
Gozosa de volver a encontrarse con su ex-marido y sin embargo amigo, William Powell, Carole compuso a la perfección a la niña de Park Avenue que asume como misión vital la de proteger a un vagabundo y convertirlo en su mayordomo. 
Las risas estuvieron servidas y también, por primera y única vez, la nominación al Oscar.

Con William Powell en "Al Servicio de las Damas"

Al año siguiente, su nueva pareja era el bello Fredric March en otra lunática y aguda sátira, "La Reina de Nueva York" (Nothing Sacred), en la que Carole interpretaba a una pobre aldeana que le encuentra la sazón a hacerse famosa con el cuento de un falso envenenamiento.

Con Walter Connolly y Fredric March en "La Reina de Nueva York"

Por toda esa sucesión de niñas bobas, fue precisamente a cuenta de Carole cuando empezó el estereotipo de la "rubia tonta", ironía al nacer de una señorita muy lista.
Clark Gable fue quien entendió a Carole mejor que nadie y sólo pensaba en ella. 
Lombard le prestó "Lo Que El Viento Se Llevó" a Gable con la intención de que hicieran la película juntos. Él no quería leer la novela, sólo le pidió una cita. Al día siguiente, la amaba. 
Ella le dijo que votara a Roosevelt. Él se la llevó al campo, le enseñó a pescar y se lo pasaron en grande cuando se compraron un rancho para el tipo de vida tranquila y de espacios abiertos que deseaban.


Para conseguir a Clark, había que casarlo con Carole, pensó David O. Selznick.
Cuenta la leyenda que Gable aceptó finalmente el papel de Rhett Butler para que los jerarcas de Hollywood le ayudasen a divorciarse de su reticente esposa.
En 1940, Clark y Carole, por fin, se casaron.


Por entonces, ella se confesaba necesitada de un Oscar y, como muchos intérpretes, ponerse seria y llorona parecía la respuesta.
La publicidad señalaba que ahora "Carole llora" cuando anunciaron "Made For Each Other", donde se unía a James Stewart en una historia de cuatro pañuelos sobre un matrimonio pobre y sus esfuerzos por criar a un bebé.

Con James Stewart en "Made For Each Other"

Al año siguiente, Carole se vestía de enfermera para otro melodrama:"Vigil In The Night".
Aunque recibió buenas críticas, la Academia ignoró ambos trabajos y, de manera más decisiva, el público no apoyó a la dramática Lombard.

"Vigil of the Night"

Decidida a volver a su mejor registro, llamó a Alfred Hitchcock para que la dirigiera en su retorno a la screwball con "Mr. & Mrs. Smith" (Matrimonio Original), una de las obras más atípicas del genio. 
Lo importante es que Carole reía de nuevo y las plateas lo hacían con ella.

Con Robert Montgomery en "Mr. & Mrs Smith"

Actriz excitante y demandada como pocas, Carole prestó su imagen y valentía a la venta de bonos de guerra a lo largo de todo el país, desde el momento en que éste intervino en el conflicto internacional.
La cosa se las dijo de obsesión y la Lombard y su séquito llegaron a recaudar millones en una sola noche.
A la vuelta de una de sus giras, la madre de Carole dijo que prefería tomar el tren. Carole quería viajar en avión. Se lo jugaron a cara o cruz.
Antes de subir al avión, Carole Lombard, rodeada por los periodistas y los seguidores, dijo: "Antes de deciros adiós a todos, vamos, uníos a mí en un gran grito: ¡V de Victoria!".
Fue las últimas palabras que se le oyeron. Sobrevolando Nevada, el avión se estrelló contra una montaña y no hubo supervivientes.
Carole tenía 33 años.


Las noticias se vistieron de desolación, pero el mundo casi se parte en dos cuando se vio a Clark Gable en el funeral. Estaba roto. Tras intentar suicidarse, se alistó y se fue a matar enemigos en la guerra. 
Volvió, estuvo con otras mujeres, pero nunca fue el mismo, ni como actor ni como persona.


Hollywood guardó luto riguroso ante la aciaga muerte de una de sus más selectas damas. Quedaba un título en la recámara: "Ser o No Ser".
En su película póstuma, Carole brillaba como Maria Tura, la actriz polaca que se las ingenia para interpretar la comedia de la vida en frente de un hatajo de nazis.
Obra maestra de Lubitsch, "Ser o No Ser" No sólo era un broche de oro para la vida y carrera de Carole: era su mejor película.

"Ser o No Ser"

Dos años después de su muerte, Louis B. Mayer e Irene Dunne botaron un buque Liberty bajo la atenta mirada de Clark Gable.


El buque se llamaba "Carole Lombard" y, como hizo ella, fue derecho a hacer lo posible por aliviar la guerra, rescatando supervivientes en el Pacífico y trayéndolos de vuelta a casa.
Y si visitas algún día la tumba de Clark Gable, mira hacia la derecha, justo al lado, donde él quiso que colocaran sus restos en 1960. 
Ahí descansa Carole Lombard Gable, lloradísima, nunca olvidada.


Tras ofrecer tantas risas de celuloide, quedaron las lágrimas. El precio de la felicidad fue que un día terminase. La comedia de la vida habló de la realidad de la muerte, imprevista, pendiente de arrastrar a los mejores en su indescifrable plan.
Suerte del cine que quedara el recuerdo de la actriz y la estrella, impreso en imágenes y diálogos, allí donde la cabellera de Carole Lombard todavía aparece tan rubia y despelujada como el primer día.
La inequívoca corona de una reina de verdad.

2 comentarios:

  1. Preciosa Carole nos dejo lo que ella mas quería que era su trabajo en magnificas comedias,.

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  2. Toda una diva eterna que perdura para todos aquellos que amamos el glamour del Hollywood clásico.

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