lunes, 28 de julio de 2014

Matthew Goode


Recuerdo la tarde en la que vi "Match Point" en el cine, pero, sobre todo, recuerdo el murmullo de admiración que suscitó la belleza insolente y refinada de Matthew Goode entre el público que me acompañaba.
Me consta que dicho murmullo no sólo se despertó en esa proyección, sino también en otras salas, otras agendas, otras latitudes.
¿Empezó ahí el culto por el caballero de hoy? Sin duda, pero no ha sido la única ocasión.


Tengo la costumbre de encontrarme al bueno de Goode en cosas predilectas, joyas raras o piezas de esplendor, donde su media sonrisa socarrona y sus brillantes ojos son la guinda del pastel. 
A primera vista, es demasiado delgado, ambiguo y upper-class para mi gusto y, aún así, me encanta. 


Como las presencias más sutiles, Goode tiene un gran poder de persuasión, un encanto indiscutible y, profesionalmente, elige bien hasta cuando se equivoca. Tan bien elige que ahora está en mi serie favorita del momento. 
Goode is truly good, de lo más exquisito que se pueda encontrar en los actores de su generación.


Favorito de muchas y de muchísimos, Matthew Goode debe popularidad y pistoletazo a Woody Allen y su "Match Point", aunque su participación en esa película definió mucho de las estrechas coordenadas donde se mueven sus ofertas de trabajo en Hollywood. 


Él mismo lo dijo: "Cuando se trata de actuar, es muy limitado ser inglés. Es cuestión de traer al niño pijo y, así, todos los papeles que me han brindado tienen que ver con mi acento o con alguien de dinero y título".


Entendido el estereotipo desde el primer día, Goode se ha movido entre cumplirlo periódicamente y contradecirlo para las mejores excepciones. 
Era obvio que sería Charles Ryder en el innecesario remake cinematográfico de "Retorno a Brideshead", mientras fue fascinante su elección para incorporar a Ozymandias en la fastuosa, infravalorada "Watchmen", quizá la única película de superhéroes en la que un actor de su talla podía participar.


Al año siguiente, era el fantasmagórico novio de Colin Firth en "A Single Man", muerto y nunca olvidado en las restallantes imágenes del debut en la dirección del cineasta Tom Ford. 
Ford, reconocido adicto a la belleza, la incrementó con Goode. Y, en definitiva, nos daba mucha más pena que el protagonista perdiera un churri así. 


Tras el tropiezo de "Leap Year", intento de devenirlo en nene de comedia romántica, la cosa se las ha pintado poco noticiable hasta su regreso a las notas de la crítica con "Stoker", interpretación aplaudida que lo ha vuelto a poner en juego.


Nunca ajeno a la televisión, su irrupción en series como "Dancing on the Edge" o miniseries como "Death Comes to Pemberley" se limitaba a los márgenes de su british patria, donde prefiere trabajar y vivir, según ha manifiestado repetidas veces.
Por eso, fue tan raro como sorprendente verlo entrar en "The Good Wife", con acento norteamericano y envuelto en el acontecimiento más trágico de la ultraveleidosa quinta temporada de mi amada serie. 


Más raro y más sorprendente que Matthew haya llegado para quedarse y su personaje se revele como el nuevo interés sentimental de Alicia Florrick en los próximos capítulos. 
2014 será el año donde conoceremos a fondo al asistente del fiscal Finn Polmar, personaje con el que Goode aterriza en el primetime yanqui.


Aunque otra cosa distinta a la sofisticación se dice contraria a esa cara, Goode lucha por encontrar la mayor variedad posible en sus aventuras y seguirá compaginando su nuevo rol televisivo con otras películas y, a su vez, éstas vividas y rodadas entre las dos costas.


Es lo más parecido al novio que quieres, sí, aunque lamento decirte que Matthew lleva felizmente unido desde 2007 a una tal Sophie Dymoke, con la que tiene una hija.
Así, me temo que contemplar esos pícaros ojos de imperial azul, matizados por intrigantes ojeras, esas afiladas facciones de plan inexplicable y esa sonrisa amplia, de dientes irregulares, que derrite hasta al más recio de la concurrencia, quedará emplazado a las imágenes y a los suspiros.


Esos suspiros a los que Matthew Goode está bien acostumbrado desde el primer día que nos echó el ojo. Pobres de nosotros, que le devolvimos la mirada.

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