En los últimos Juegos Olímpicos, decidí que adoraba el balonmano. Desde entonces, podría decirse que se ha convertido en mi deporte favorito.
Tiene todo lo que deben tener los deportes - fuerza, belleza, espectáculo - y lo multiplica por mil.
Ese espacio de juego, reducido y poderoso al mismo tiempo, y el modo en que los balones estallan de furia contra la portería son las claves de su intensidad.
Ese espacio de juego, reducido y poderoso al mismo tiempo, y el modo en que los balones estallan de furia contra la portería son las claves de su intensidad.
Fuerza, belleza y espectáculo también han sido decisivas para la victoria de la selección española en el reciente Mundial.
Y esas tres cosas despliega uno de sus mejores jugadores: el voluminoso irundarra Julen Aginagalde.
Aginagalde actúa de pivote, siempre cerca de la portería, para meter esos balones que no se le resisten.
Neutralizarlo era tarea de los equipos rivales y, aún así, encontró espacio para atacar con ese brazo ejecutor y meter dentro todo lo que tenía que meter.
Neutralizarlo era tarea de los equipos rivales y, aún así, encontró espacio para atacar con ese brazo ejecutor y meter dentro todo lo que tenía que meter.
Considerado uno de los más efectivos balonmanistas del momento, Julen es como la mayoría de los nenes del deporte: un dios en la cancha y un chico sencillo fuera de ella.
Está casado, tiene hijos y se le conoce como un hombretón sano y humilde, de apenas treinta años.
En los partidos, verlo es entender que el vientre de su madre es un artista del Barroco. Aginagalde es demasiado para los sentidos.
Es lo más parecido a Ben Cohen que tenemos en este país. Buenazo, simpático, más grande que la vida y muchísimo más sexy de lo que él se piensa.
Esperemos que, en sus próximos proyectos vitales, se encuentre vender calendarios luciendo palmito, tal y como hace Cohen.
Esperemos que, en sus próximos proyectos vitales, se encuentre vender calendarios luciendo palmito, tal y como hace Cohen.
De momento, dicen que la victoria española en el Mundial significará un paso
importante para que el balonmano deje de ser la Cenicienta de los deportes y recupere
lo suyo.
Tras muchos años donde el balonmano no entraba en los intereses de la prensa, ahora regresa la atención.
Tras muchos años donde el balonmano no entraba en los intereses de la prensa, ahora regresa la atención.
Y nuestro Julen se confirma ya como una de las caras y cuerpos en protagonizar la puesta de largo.
Porque, además de los ojos azules, los bíceps y la virilidad sin aditivos, Aginagalde está en este blog como parte de esa reivindicación.
Queremos más balonmano y queremos mejor balonmano, y sirva estas líneas como pequeño, pero sincero, apoyo al mejor deporte del mundo.
¡Viva!
¡Viva!
Ups! |
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