miércoles, 14 de noviembre de 2012

A Short Story About Sex


Estoy caliente hoy. Estaba caliente ayer. Estaré caliente mañana.
Estaba caliente también a los catorce años. A esa edad, hasta el roce de la pared me hacía pensar en el sexo. Por entonces, ¿acaso existía algo más que anhelar, de lo que preocuparse, por lo que sufrir?
En la biblioteca de Lord Montez, encontré un libro. Se llamaba "Enigmas de la Sexualidad" y era muy viejo. Las páginas amarilleaban, la letra estaba escrita a máquina y colocaba la homosexualidad en el apartado de "Desviaciones".
Era un libro pseudomédico, de consejos, escrito para la generación de mi padre, la que debía tener todos los enigmas del mundo sobre la sexualidad.


No lo recuerdo especialmente perturbador, pero leí algunas de sus líneas cuando no había nadie en casa para inspirarme posteriores pajas. Siempre recordaré cuando, al describir cómo era un polvo, decía: "Los copulantes entran en fase de nirvana". 
Quizá me acuerdo porque entonces estaba de moda Kurt Cobain. Yo, desde luego, olía a espíritu adolescente. Enigmas de la sexualidad, el nirvana, o de cómo un libro inútil nunca se olvida.
Ay, estoy tan caliente hoy. No sé, debería hacer algo para remediarlo. Qué suerte vivir aquí y ahora, y no en el Londres victoriano.
Se acabará todo, la tarde será de huelga, afuera las cosas se pondrán más feas, pero siempre nos quedará follar. Como el sexo no tiene ningún sentido más que sí mismo, es el acto favorito de los mundos absurdos.
Perdona por mi sonrisa, sólo quiero que sepas lo que estoy pensando. 


¿Qué pasa? ¿No quieres o te da vergüenza? Venga, no te hagas rogar, déjame que te bese, luego podrás contar por ahí que te has liado con el Montez. Cuenta lo que quieras después, bésame ahora, por favor. 
Ya me llega tu olor y, en ese instante, dejo de pensar. Dejar de pensar, qué paz, por fin. Bésame, por favor.
He nacido para probar tus labios esta tarde. Los beso con prisa para detenerme cuando el corazón empieza a latir con más desesperación. Qué ironía: nos quitaremos el calor con más calor.
Para mí, besar es como escribir. Hacerlo bien es cuestión de vida o muerte. Una obsesión. Te beso, te beso, no paro de besarte. Siempre lo puedo hacer mejor. Sabías a algo desconocido hasta hace un momento, ahora sabes a mí. A nosotros. Ya estamos juntos. Respiro tu pecho, te respiro a ti. Siento ganas de llorar y de reír al mismo tiempo, mientras me dejo caer en el beso. No estoy solo. Ya no soy yo. 
Te quito la camiseta, mientras te busco de nuevo para besarte. Oh, tu cuerpo está tan caliente, es tan bonito, no sé por donde empezar a tocar, a chupar. Quiero que veas mi sonrisa otra vez y que sepas, de nuevo, lo que estoy pensando. Pienso en ti, en el olor desconcertante del sexo.
La primera vez fue tan decepcionante. Pero ya ha pasado tantas veces. ¿Quién puede vivir sin esto?


Del sofá a la cama, he notado lo contento que se te pone lo de abajo. Yo la he tenido tiesa desde que te he visto entrar por la puerta. 
Ven, vamos a tendernos a la cama. Te desnudas, me desnudo. Me quitas los calcetines y yo busco besarte otra vez. Tendidos, desnudos, el uno con el otro, esta tarde, para no pensar en nada, para darle más sinsentido a la vida.
Te pruebo, beso lo que siempre quise besar. La felación es la generosidad. Uno come, el otro se sacia. El olor, tan fuerte, más excitante. Olvídate de lo que pensaría tu madre, olvídate de tu noción de la limpieza. Esta tarde, estamos en huelga de mentes. No pares de chupármela ahora, por favor.


Podrías follarme tú. A mí me da igual, todo me gusta, se trata de follar. Pero esta tarde te voy a follar yo. Ponte de cuatro patas. Se acabó el pedirte permiso.
Cuando veo tu espalda brillante, tenuemente arqueada, me excito aún más. Y mientras ya estoy en tu culo, mientras ya soy tu culo, la tarde se oscurece justo cuando se ilumina.
Las sábanas parecen romperse, la cama se desequilibra, los gemidos son sordos. La conmoción del universo, esta tarde en esta habitación. El tiempo se ha suspendido mientras te follo. Creo que me estoy mareando, pero no tengo ninguna intención de parar. El calor con el calor.
No sé si alguna vez había estado tan sudado como esta tarde. Ahora me siento y quiero que te sientes encima.
Me agarras la polla, calculas y te montas sobre mí.


Te veo. Tus genitales, tu abdomen, tu pecho, tu cuello, tu boca. Inclínate, que te beso otra vez, que te beso mil veces. No pares, que me voy a morir.
Ahora te miro, ahora te veo. Encima de mí, cuando cierro los ojos, cuando los vuelvo a abrir. Te recordaré siempre, como una sucesión de fotografías, mientras abro y cierro los ojos, mientras aprieto los dientes, mientras te sonrío para que sepas lo que estoy pensando. Mientras follamos esta tarde. 
Soy tan feliz que podría correrme ahora mismo. 


Terminamos y, del camino al baño, pienso en ti. Soy tan romántico que fantaseo con que es el inicio de algo más. Me he olvidado del mayor enigma de la sexualidad: no cuenta historia en sí mismo, no empieza y termina nada por sí solo. Es un complemento de la existencia de las personas, puede estar condimentado con el amor, puede ser una declaración de odio, puede iniciar una adicción o puede cambiarte la vida para siempre.
Pero follar en sentido estricto es follar. Por eso, fue decepcionante en la primera ocasión. Porque no estaba escrito en ningún libro, porque no obedecia a la estructura armónica de una película.
Espero que no haya sido decepcionante hoy. Bueno, siempre se puede hacer mejor. Mientras juego con tu pelo y te veo terminar el pitillo, ya quiero hacerlo otra vez. 
Podríamos hacerlo en la biblioteca de Lord Montez, ¿no te parece?

3 comentarios:

  1. Guau... qué entrada tan buena... Esto sí que es hot y no otras cosas que pululan por ahí.

    Mientras que te leía, me venía a la mente esto:

    http://imagensubida.historiasdepoca.es/57796.gif

    Uf, qué calores...

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  2. Justo lo que se necesita leer en las tardes de invierno...

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