miércoles, 7 de noviembre de 2012

La Carta y El Espejo


Querido Josito Montez:

Esta noche me asomé a la ventana y miré al cielo, buscando nubes de lluvia.
Estaba despejado pero, sin darme cuenta, me quedé ensimismado en la ropa tendida de los vecinos, que parecía dirigirme la mirada mientras se dejaba balancear por el viento.
Las luces se apagaban poco a poco, todos se dormían y yo seguí mirando por la ventana. Fue bonito, lo que se llama un momento de tranquilidad, para descansar entre tanto ajetreo y poder reflexionar.
Entonces me he acordado de ti, de todo lo que sé sobre ti.
Por eso, te escribo esta carta. Para contarte algunas cosas, desearte otras tantas, quizá darte algún ánimo. Han pasado muchos años, pero no te he olvidado. Quiero que lo sepas.
He leído tu post del maratón de baile, o esa manera tan encantadora de llamar a un examen de oposiciones. Otro plan que no ha funcionado, qué se le va a hacer.
Es la crisis, ¿no?. Falla todo, hasta uno mismo. Curiosa época. Unos llaman a la revolución, aunque la mayoría repiten que simplemente pasará y volverá a ser el mismo juguete defectuoso que era antes.
Bien sé que un día su nombre desaparecerá de los telediarios. Y todos dirán que la crisis se acabó, que cuadraron las cuentas, que ha vuelto la prosperidad. En la prensa, aparecerán fotografías de nuevos ricos; jóvenes con corbata que ganan sus primeros millones y hacen la conga para celebrarlo.  
No habrá crisis, dirán todos. Pero seguirá allí, lo sé. Sus efectos, sus deudas morales, una seña de identidad con la que vivir para siempre.
No es cuestión de entenderlo, ni siquiera de asumirlo. Yo que sé, no tengo todas las respuestas. El mundo funciona de una manera muy extraña, eso sí está claro.


Sé lo que estudiaste, lo que reza tu currículum. Guionista e historiador.
Seguro que has conquistado a más de un doncel con esos títulos, como si fueras de una nobleza intelectual, que, en lugar de vestirse con tafetán, se colocase gafas de pasta y mirase al resto, como especial, como encantada de conocerse. Testigo de un pasado donde todo parecía posible, incluso trabajar para lo que uno sirve.
Hago memoria, pero no recuerdo exactamente los frutos verdaderos que te han dado esos estudios. Quizá participaste de guionista en alguna serie olvidable, quizá la licenciatura en Historia te consiguió algún trabajo en una librería. ¿Cuánto duraron esos trabajos? No soy capaz de acordarme. Han pasado muchos años, Josito, discúlpame.
Pero sí sé que has hecho grandes progresos en 2012. Más bien, te has dado cuenta de muchas cosas. Cosas que te hacían infeliz y ni te habías percatado que podías apartarlas a un lado; menos preocupación por el pasado, cero copazos de melancolía y otras pequeñas y valiosas victorias.
Hacerse mayor.
¿Qué es hacerse mayor? Supongo que te lo preguntas en este año decisivo. ¿Seguir adelante? ¿Mirar donde no has mirado? ¿Asumir que nunca podrás volar, Peter Pan? 
Nadie lo sabe, ni siquiera los que ya han crecido.
Josito, siempre serás Josito. Cambiarán las cosas, pero te tendrás a ti mismo, de un modo u otro, con la necesidad de dormir esta noche para despertar mañana.  Más viejo, eso sí.
Qué mundo extraño, joder.


Calculo que ahora estarás pensando en un nuevo plan. Los maratones de baile - me encanta llamar así a las oposiciones - se celebrarán poco y pobremente.
También tienes la escritura y cierto manejo de Internet. Habrás pensado en buscarte un socio, o alguien que controle la parte business, y así formar una web. De nuevo, intentar ganar dinero con lo que te gusta. Difícil, pero no imposible.
Luego te entretienes, sonríes, tomas café, miras alguna serie. Te olvidas.
Piensas en el porno, porque, al fin y al cabo, se trata de follar con gente muy atractiva y que te paguen por ello. 
En todos los trabajos, dan por culo. Y, en ese sentido, el porno es pura sinceridad.


Como intuyo que te queda algo de sensatez y alguna vocecita inculcada por Lady Montez, sabrás perfectamente que eso no es cosa para ti.
Verte en una portada picantona de algún vídeo pornográfico te pondrá más que cualquiera de tus posibles compañeros de escena.
Pero de fantasías narcisistas, vivimos e incluso morimos todos. No entiendes demasiado el sexo por el sexo, menos lo vas a entender a cambio de un cheque.
Sé que también has pensado en Canadá, en Australia o en alguna nación remota de esas que sólo sabes de su existencia cuando se celebran los Juegos Olímpicos. Irte lejos y decir aquello de "me largo para cambiar de aires". 
Es la mejor idea, aunque leí que te duele hacer las maletas y abandonar tu país.
Pero piénsatela, por favor. Piénsatela, de verdad. Quizá no al quinto coño, pero sí a un buen lugar que te acoja. Dolerá y será duro, pero menos de lo que crees.


Mírate al espejo, Josito, pero hoy no cuentes tus victorias. Haz otra cuenta, la que te da vergüenza, la que te hace sentir culpable. 
Mírate al espejo y cuenta el tiempo que hace que no tienes un trabajo renumerado.
No tienes porqué avergonzarte. No busques explicaciones, ni culpes a la crisis ni al mundo en el que vives ni a lo que te han permitido tus padres. Ni siquiera te culpes a ti mismo. Todo tiene una explicación, sí, pero ya no importa.
Decía Marilyn Monroe que las únicas cosas verdaderas que nos pasan en la vida son el trabajo y el amor. Oh, imitación a la vida la tuya. Del amor, hablaremos otro día.
Hoy, mírate al espejo y dilo, por favor, sin carraspear, sin huir al Facebook, sin entretenerte en otra cosa.


Dilo, alto y claro, mirándote fijamente a los ojos. Es un truco de psicólogo de pacotilla, sí, pero funciona, te lo juro.
Di:
- Llevo cuatro años sin trabajar. Cuatro años. Cuatro años. Cuatro años. Desde noviembre de 2008.
Podríamos hablar de lo que ha sucedido en estos cuatro años, de las llamadas que no recibiste, del esfuerzo que no supiste encontrar, de la crisis que te jodió vivo, de la negación, de la no aceptación de la realidad y de las apuestas laborales que hiciste y no funcionaron. Y del miedo, de la inseguridad. A no conseguirlo y a conseguirlo. A no ser capaz.
Podríamos decir qué podrías hacer ahora para cambiar.
Sé que me dirás que es imposible. Que el patio está desolado, que no tienes un oficio tangible, cuantificable, que no sabes qué quieres ser de mayor. Porque ni siquiera sabes qué puedes ser de mayor.


Toma aire. O mejor no tomes aire. Sólo sigue leyendo.
Lo conseguirás. Di lo que quieras, pero lo conseguirás.
¿Por qué lo sé?, te preguntarás.
Porque yo soy tú. Soy Josito Montez en el futuro, dentro de muchos años, en otro lugar, en otro tiempo, escribiendo esta carta y lanzándola al viento, para que la bese y la lleve hasta el pasado.
No te contaré qué ha sucedido, ni dónde estoy, ni siquiera si soy mejor o peor, porque sé que adoras el suspense, porque te gusta la improvisación. 
Pero te diré que ese espejo de temor y desempleo en el que hoy te cuesta mirarte, se romperá un buen día y, entre los trozos, encontrarás el camino hasta el día en que escribas esta carta.
Yo, que fui tú. Tú, que todavía no eres yo.


Tus vacaciones se han terminado, Peter Pan. Se acabó la culpa, se terminó la vergüenza. Cuatro años, cuatro años, cuatro años. Piénsalo, repítelo, entiéndelo, que te joda tanto como te ilumine. 
Ahora duerme y no me olvides, por favor. 
Yo soy el futuro y, como todo futuro, quiero ser posible.

4 comentarios:

  1. Impresionante entrada. De las mejores (si no la mejor) que he leído por aquí, e incluso del anterior blog.

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  2. Hola, leerte es siempre una experiencia fascinante, pero, hay ocasiones memorables. En el anterior blog recuerdo una entrada sobre el hogar, esa vez te dije que para mi llegar a casa, prender el ordenador y leerte ya era parte de mi hogar.
    Hoy esta entrada, memorable, en la que la interpelarte tu me interpelas a mi, en la que al inquirir sobre tu vida me haces pensar en la mía.
    Gracias Josito.

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  3. Gracias, mis queridos. Duro fue escribirlo, así que más me alegro de que os haya gustado.

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