viernes, 2 de noviembre de 2012

"Lo Que El Viento Se Llevó"


Hollywood en estado puro, "Lo Que El Viento Se Llevó" no fue la primera demostración de poder del cine norteamericano, pero sí la definitiva. 
En 1939, cuando el mundo volvía a estallar en conflicto armado, se presentaba la película que venía a resumir todas las películas, relatando la saga de Escarlata O'Hara, la niñata sureña que sobrevivió a la Guerra de Secesión con la simple determinación de no volver a pasar hambre.

Clark Gable y Vivien Leigh

"Lo Que El Viento Se Llevó" es folklore cinematográfico. 
Su nombre pone en guardia, suscita reacción, permite opinión, acelera el corazón de los cinéfilos. Diríase que es parte de la vida de todos los que aman el cine.
Y continúa ostentando el estatus de ser la película más vista de la Historia.

Atlanta en llamas

Hollywood la construyó con sus tradicionales cimientos: el idealismo, el sentimentalismo, el colorido formal y argumental, la manipulación de emociones y todas sus estrategias de imitador a la vida.
El éxito de la operación fue insuperable, pese a ser emulado en tantísimos intentos posteriores. El cine norteamericano se ha acercado en algunas ocasiones, pero nunca ha conseguido esa mezcla exacta entre acontecimiento fílmico, obra transgeneracional y taquillazo perenne.

Leslie Howard y Olivia de Havilland

"Lo Que El Viento Se Llevó" adaptaba la novela de Margaret Mitchell, que rebuscaba en el pasado de los Estados Unidos, utilizando a un personaje prototipo: la dama sureña.
La historia de Mitchell miraba al Viejo Sur esclavista como una genuina víctima de la industrialización, cuyo alto sentido del honor y la nobleza no le fue suficiente para sobrevivir. Un universo barrido por el viento, sepultado en la memoria.

Vivien Leigh y Hattie MacDaniel

"Lo Que El Viento Se Llevó" funciona como una métafora de lo perdido y ello fue precisamente la clave de la impresión que suscitó esta película en la época de su estreno
Si es cierto que retrata la Historia de manera aligerada y melodramática, su mirada a la experiencia del individuo común en un conflicto bélico fue tan astuta como inteligente. 
Se miraba así en el espejo de "El Nacimiento de Una Nación" para contar la Historia a través del retrato de los que miran y padecen la guerra a ras del suelo, entendidos como sus significativos y verdaderos protagonistas.


Otro giro más es el carácter profundamente egoísta de Escarlata O'Hara, una persona que, pese a resistirse, formará parte de los acontecimientos.
Hasta los que sólo pasaban por allí, son actores del pasado, de lo que sucedió, de lo que el viento se llevó. 
Escarlata busca a Ashley y el modo de volver a casa, pero su caminar la llevará por la escalofriante estación de Atlanta hasta sufrir en sus carnes el horror de la destrucción y la posguerra.


La entrada de Escarlata en las mansiones arruinadas - "todo se lo llevaron los yanquis" - es una de las grandes secuencias de la Historia del Cine, al unir el melodrama más aparatoso con la sencilla emoción que trae la imagen de la desgracia.
La tristeza ante la pérdida de todo se transforma en emoción cuando Escarlata decide levantarse y luchar, con su testarudez, con su enorme esperanza. 
Es una mujer que se queda sola en muchas ocasiones, pero siempre se tiene a sí misma.
Al final, Escarlata, el individuo que se decía reacio a participar en el acontecimiento, se convertirá en el símbolo de su época.

"A Dios pongo por testigo..."

Lo brillante de "Lo Que El Viento Se Llevó" reside en la elección de ese personaje central. 
En una historia convencional, la heroína hubiese sido la generosa, noble, cursilona Melania. En cambio, Melania se utiliza subtextualmente como la cándida conciencia de Escarlata, y, por ello, su inconveniente, su antítesis, lo que quiere derribar para conseguir sus propósitos.
Porque Escarlata es caprichosa, mentirosa, artera, aprovechada y, a veces, bastante idiota. E incluso comete un asesinato. ¿Qué otra película clásica tiene una protagonista así?


La O'Hara crea una poderosa sensación de ambigüedad en el espectador; por un lado, se la censura y, por otro, es completamente hipnótica. Una pragmática que hace trizas un camisón para enterrar a un soldado yanqui, que descuelga cortinas para confeccionar el adecuado traje para su prostitución y que hace tratos con los que la humillaron para volver a hacerse rica.
Escarlata es una mujer valerosa pese a su estupidez y, también, la protagonista de una historia de amor que ella creía de odio. Su heroicidad será percatarse de sus errores de cálculo, y sólo al final se dará cuenta de lo que estaba viviendo, del significado de todo que le ha ocurrido.
Escarlata O'Hara es un personaje inolvidable y apasionante precisamente por sus múltiples defectos.


"Lo Que El Viento Se Llevó", con su estructura episódica que la hace parecer más larga de lo que es y con sus excesos melodramáticos no aptos para todos los gustos, ha encontrado, no obstante, las mayores discusiones y polémicas a raíz de su conclusión.
Es quizá el final más extraño de una película norteamericana clásica, por abierto y emocionalmente sofisticado, sin beso ni muerte ni sensación de cerradura. 
¿Es "Lo Que El Viento Se Llevó" la única obra cinematográfica de su tiempo que termina como lo haría una historia de vida? 
Ese "Mañana será otro día" parece la frase que cualquiera diría para terminar su autobiografía. No importó lo que pasó, importa que lo superé, aprendí algo, seguí luchando, miré hacia adelante.


En las tres panorámicas de Tara, aderezadas con esa épica fotografía y la no menos épica banda sonora de Max Steiner, se suceden las tres posibles Escarlatas: la niña que aún no ha empezado a vivir, la víctima de los tiempos y la mujer esperanzada. 
Tres estados de ánimo, tres fases de nuestras vidas. 
"Lo Que El Viento Se Llevó" termina por contar la mayor verdad de la existencia humana: cuando todo se termina, lo mejor es volver a casa.


Historia que se contaba en 1939, cuando el productor David O. Selznick creó esta obra decisiva. 
Los directores, que pasaron en procesión por el rodaje hasta que Selznick decidió quedarse con Victor Fleming y acreditarlo como responsable, jamás importaron un comino, porque "Lo Que El Viento Se Llevó" es una película de productor y, por tanto, cebada de pretensiones, momentos cumbre y opulencia.
Es una película de enormidades, dígase príapica, y, como tal, una empresa cien por cien norteamericana. 
David O. Selznick la confeccionó como lo hubiese hecho la propia Escarlata: inasequible al desaliento.


En todo caso, gran parte de la belleza formal de "Lo Que El Viento Se Llevó" fue culpa de William Cameron Menzies, acreditado como diseñador de la producción. 
Cameron Menzies imaginó la plástica y desarrolló la potencia visual y escénica de la película; ese color brillante, esa rotunda elegancia. 
El look, tan minucioso y visionario, resulta aún impactante y, salvo algunos trucos propios del cine viejo, la factura de la película resiste el paso del tiempo de una manera inaudita. 
Cuesta creer la edad que tiene "Lo Que El Viento Se Llevó", atendiendo a la proeza absoluta que conllevaba armar una producción de semejante calibre, desde la escritura del guión hasta esa imagen impecable en un año donde la fotografía en color todavía era una novedad.


Si hemos hablado del personaje de Escarlata O'Hara como la llave emocional, la cerrajera es, por supuesto, Vivien Leigh, la actriz británica que dio vida al papel más americano que existe. 
El mundo conocía a una mujer terriblemente hermosa, especial, quizá por lo poco que se prodigaría, atribuida de la personalidad necesaria para llevar todo el peso del drama e incrementar su intensidad.


Si Vivien Leigh está suprema, no habría que menoscabar a Clark Gable, nacido para ser Rhett Butler, personaje de tantas aristas como Escarlata.
Butler es ese encantador canalla, oportunista hoy, heroico mañana, que encuentra en Escarlata la horma de su zapato, el amor de su vida y la trágica oscuridad de sus días; otro superviviente al que, perdido todo, le resta seguir adelante.
Gable lo borda y, para ello, sólo le hizo falta despeinarse el fleco.


Si "Lo Que El Viento Se Llevó" es un relato sobre el pasado perdido, verla hoy es presenciar otro ayer añorado: aquel donde el cine producía obras con la ambición de la eternidad.
Se hacían apostando a lo más alto, sin atender a fórmulas, sólo a la necesidad de encontrar lo único y ofrecer lo excepcional.
¿La respuesta a tamaña empresa? Ahí está, en el público de 1939, en las generaciones que la recuperaron, en los que se obsesionaron con sus imágenes, en los que soñaron con sus grandes momentos, en los que repitieron sus más encendidos diálogos, en los que seguimos regresando a ella de vez en cuando.
Y en todos los que creemos que "Lo Que El Viento Se Llevó" fue, es y será cine en mayúsculas.

"Bésame, Escarlata... bésame una vez".

4 comentarios:

  1. Magnífica entrada, siempre he pensado que Lo que el viento se llevó es algo más que una simple película. En fin que después de tu entrada poco más se puede decir salvo: Chapeau.
    Un abrazo

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  2. ¡Es mi película favorita de todos los tiempos! Gracias por el recuerdo.

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  3. Pensaba que había comentado. Ésta es una de esas Películas, así, con mayúsculas. Con ella y con otras como ella tengo a mi padre siempre presente. Thanks por esta maravillosa entrada.

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