martes, 22 de enero de 2013

El Mundo Según Cary Grant


Clase magistral de elegancia al precio de una entrada de cine, Cary Grant enseñó al mundo cómo llevar un smoking, cómo sujetar el cigarrillo y cómo seducir con una sola mirada, desde que se quitaba el abrigo en la más romántica cena hasta el momento en que servía el café de la mañana siguiente.
Con el tiempo, tal maestro de la exquisitez se reveló inalcanzable y esa lección no ha conocido alumno que repitiera la alquimia.
Una estrella de las que esculpieron el factor Hollywood, Grant se confirmaría con el tiempo como un actor para las generaciones, cuya sutileza e intensidad serían redescubiertas. Para vindicarlo, muchos críticos se han apresurado a decir que es el mejor actor cinematográfico de todos los tiempos.
En cualquier caso, Cary fue uno de esos raros e irrepetibles placeres que se encuentran una vez en la vida y cuyo alcance sólo se entiende cuando se pierden. 


En su época de gloria, el acento transatlántico, el hoyuelo en la barbilla - "¿cómo te afeitas ahí?", le preguntaba Audrey en "Charada" -, la sensualidad un tanto ambigua y la sonrisa de un millón de dólares alumbraban comedias, melodramas e intrigas. Siempre se interpretó a sí mismo, jamás incorporó a ningún malvado, nunca ofreció una mala actuación.
Su mirada era tranquila y se sentía incendiaria. Se soñaba con Cary, se soñaba en ser como Cary. 
Desde el primer día en que las cámaras de Hollywood pusieron los ojos en él, la noticia corrió como la pólvora: Cary Grant era elegante hasta en el váter.


Nacido en Bristol, la infancia de Archibald Alexander Leech fue un cuento de tristeza, que ni él mismo llegó a creerse.
Su madre desapareció de la casa y su padre le informó que se había ido durante una larga temporada. Archibald creció pensando que su madre había muerto, mientras su padre se volvía a casar y también lo abandonaba.
Sólo cuando cumpliera veinte años, Archibald, ya convertido en Cary Grant, descubriría que su madre seguía viva, confinada en un sanatorio mental, pasto de depresiones clínicas que arrastraba desde la muerte de un hijo anterior.
Cary se reencontró entonces con su pobre madre, quizá para contarle que las cosas marchaban bien. 
De Bristol a Nueva York, fue cuestión de giras, estaciones y teatros, donde se desarrolló su habilidad para la comedia, aquello que luego lo haría tan grande en pantalla.


Su primera película de relevancia fue "La Venus Rubia", donde hacía de chulo de nightclub para Marlene Dietrich.
Pero sería el éxito de "She Done Him Wrong", junto a Mae West, lo que aseguraría la estancia de Cary en Tinseltown. Se podría decir que Mae fue quien primero intuyó a la revolución en Cary Grant, a esa mezcla exacta.
En la comedia screwball "The Awful Truth", apareció el impecable comediante, el ser que inventó él mismo, británico y americano al mismo tiempo. 
Cary era aquello que buscaba incansablemente el Hollywood glamouroso de entonces: una versión ligera de elegancias europeas, donde el champán fuera tan comprensible como un vaso de Coca-Cola.

Con Irene Dunne en "The Awful Truth"

Cary Grant, intuitivo antes que metódico, como lo eran todas las estrellas del momento, se movería entre géneros con destreza y honestidad, pero los escenarios sofisticados fueron terreno primordial a lo largo de su carrera.

Con Katharine Hepburn en "Historias de Filadelfia"

Diera la réplica a Katharine Hepburn, Grace Kelly, Ingrid Bergman o Deborah Kerr, el enredo, el amor, la seducción, la intriga y la mascarada se vivían en luminosos cruceros, en áticos neoyorquinos con vistas a la gloria o en habitaciones de hotel, donde lo mejor estaba a punto de pasar cuando Cary ponía el cartel de "No molestar" en el pomo de la puerta.

Con Ingrid Bergman en "Notorious"

Hitchcock lo señalaría como actor favorito - "el único al que he querido realmente", diría -, y la sardonia Cary se reveló explosiva en clásicos como "Notorious", "Atrapa Un Ladrón" o "North By Northwest".
Sus dos mejores incursiones en el melodrama se llamaron "None But The Lonely Heart" y "Penny Serenade", que le reportarían sus únicas nominaciones al Oscar.
En "Penny Serenade", una película de apariencia cándida y contenido venenoso, es mayor veneno gracias a él. En ella, su personaje habitual se va destruyendo ante nosotros a medida que la trama se torna brutalmente melodramática.
De llorar y no parar.

Con Irene Dunne en "Penny Serenade"

A propósito de Irene Dunne, pareja en "The Awful Truth" y "Penny Serenade", Cary diría: "Su tempo era maravilloso. Era tan buena que hacía fácil la comedia. Si lo hubiese hecho parecer difícil, habría ganado el Oscar".
Cary estaba hablando de Irene, pero bien podría haber estado hablando de sí mismo. Confesó su repugnancia hacia el Método, mientras muchos críticos de la época dudaron de sus habilidades y nunca recibió un premio importante. 
Todos los epítetos que se le dedican hoy, una y otra vez, parecen una enmienda a la ceguera de entonces.

"North By Northwest"

Como leading man se contó eterno, por lo que sorprendió a propios y extraños cuando anunció que abandonaba las pantallas en 1966. 

Con Audrey Hepburn en "Charada"

Dejó de teñirse el pelo, apareció canoso y nuestras madres aseguraban que aún era el hombre más guapo del mundo. 
La búsqueda de estabilidad tras el nacimiento de Jennifer, su único retoño, fue la excusa, pero quizá también entendió la necesidad de una retirada a tiempo, cuando no había perdido nada, cuando ya lo tenía todo.


Aunque sólo tuvo una hija, Cary Grant se casó en seis ocasiones.
Entre los más conocidos y cuchicheados de sus matrimonios, se alinea la multimillonaria Barbara Hutton, la llamada "pobre niña rica". 
Los llamaron "Cash and Cary", pero él repitió mil veces que no se había casado con Hutton por dinero.

Con Barbara Hutton

La aparentemente sunshiny Betsy Drake fue otra esposa notoria, por cuanto se cuenta como la responsable de introducir a Cary en el LSD. Según él, encontró la paz en el ácido.
Su hija Jennifer nacería de su quinto matrimonio, con la actriz Dyan Cannon, y se diría entonces arrepentido de no haber tenido más hijos.

Con Jennifer y Dyan Cannon

Como gran ambiguo, los escarceos de Cary con hombres han sido fuertemente indagados y, a día de hoy, la bisexualidad de Grant parece un hecho. 
Se cuenta que tuvo un romance con el diseñador Orry-Kelly durante sus primeros años en Nueva York y, sin ir más lejos, no hay fotos para la cultura gay más fabulosas como las que retratan su convivencia con Randolph Scott, con quien vivió durante temporadas.

Piscineando con Randolph Scott

"No tengo nada en contra de los gays. Sólo que yo no lo soy", afirmaba en 1980. Su hija y sus mujeres han desmentido las relaciones homosexuales del actor. "Cuando nos casamos, follábamos como conejos", explicitaría la siempre marchosa Betsy Drake.
En vidas tan veleidosas, al final, siempre quedó el misterio, ese indispensable capítulo en toda leyenda.
Para refutar la leyenda, para darle un último episodio, para decirle que Hollywood había sido más Hollywood gracias a él, la Academia le entregaba un Oscar honorífico.
Cary se emocionó y se enjugó las lágrimas con la mano, demostrando que, más que elegante, había sido un gran tierno.


Aunque apartado de las pantallas, siguió activo entre Fabergé, sus Cadillacs y aquellas giras teatrales donde el espectáculo era su nombre. Preparándose para una aparición pública en Iowa, una hemorragia cerebral se tornaba fatal, allá por 1986.
Tenía 82 años y el muy magistral estaba forrado hasta las cejas. 
Cuando murió, la noticia corrió como la pólvora: Cary Grant había sido elegante desde el primer día hasta el último.


"Intenté ser aquel que quería ser, y al final, me convertí en esa persona. O él se convirtió en mí. O, quizá, nos encontramos a mitad de camino".
Como todo lo mejor de la vida, ni siquiera el protagonista lo comprendió.
Un periodista le preguntó aquello de: "¿Sabe usted que todos desearían ser como Cary Grant?". Él, con aquella suave sonrisa, respondió: "Oh, amigo mío, yo también lo desearía".

2 comentarios:

  1. Qué retos se plantea usted cuando decide escribir sobre gente de la que se ha dicho de todo ya... Y siempre sale airoso. Bravo por el post y gracias por Cary.

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