Cuenta cierta leyenda contemporánea que, detrás de toda droga sintética, ha de existir un señor químico que, en la sombra y bien pagado, nutre al poderoso narcotráfico.
Bajo esa figura quasilegendaria, - probablemente, más true-to-life de lo que pensamos -, se desarrolla el argumento de "Breaking Bad".
Es la historia de un caballero llamado Walter White que, en plena desesperación, pasa de ser un adocenado profesor de instituto a un enigmático cocinero de la metanfetamina.
¿El motivo personal? Pagar las facturas del tratamiento de un grave cáncer y asegurar fondos para su familia, en el caso de que su enfermedad resulte fatal.
Jesse Pinkman, un ex alumno devenido en patético buscavidas, será su socio en el negocio del cristal.
Ambos se verán envueltos rápidamente en una espiral de crímenes, odios, desastres y persecuciones, siempre bordeando la destrucción propia.
Ambos se verán envueltos rápidamente en una espiral de crímenes, odios, desastres y persecuciones, siempre bordeando la destrucción propia.
Bryan Cranston y Aaron Paul |
A lo largo de sus temporadas, "Breaking Bad" ha terminado
por vertebrarse como una visión irónica de la clásica historia
rags-to-riches.
A medida que Walter White ha alcanzado más poder, mayor ha sido su
corrupción, avivada por él mismo, con la obsesión final de construir un terrible negocio familiar.
Aquel hombre frágil y desesperado se "rompió mal" en cierto momento, para convertirse progresivamente en todo un capo.
Walter y familia |
Siguiendo el mismo leit-motiv de "Weeds" - una persona común entregada al crimen -, y bajo el similar esquema argumental de "Dexter" -
¿lo atraparán? ¿no lo atraparán? -, "Breaking Bad" supone un paso más en las ambiciones de cierto tipo de televisión.
Siendo
grandguignolesca, tremenda e improbable, consigue plenamente
que sus más descabelladas tramas se abracen con una continua sensación de
realismo. En ella, se imponen la complejidad, la ambigüedad y la
atención al detalle, a la mirada.
Su creador, Vince Gilligan, imprime un ritmo deliberadamente
pausado, que llena el relato de matices y, además, sirve para incrementar la tensión hasta límites
asfixiantes.
La televisión, nunca mejor imitación al cine.
La televisión, nunca mejor imitación al cine.
"Breaking Bad" se viste de alucinante mirada a lo más oscuro de la
existencia, a través de la puesta en evidencia de los valores morales
norteamericanos. En concreto, todo lo que concierne a esa figura masculina entendida como padre emprendedor y proveedor.
En sus apabullantes imágenes de sangre y desolación, se destila la respuesta dramática a ese
panorama de inseguridad y paranoia, dejado por los sucesos del 11 de septiembre y también por la
imparable escalada de violencia del narcotráfico en los últimos años.
Dos gemelos poco recomendables |
En "Breaking Bad",
hay desde un avión en apuros hasta una cabeza que camina decapitada sobre una tortuga, pasando por paredes empapeladas de dólares y un picapleitos de peinado imposible.
Su negrísimo sentido del humor parece entroncar con cierta tradición tarantiniana, como se deduce de esas largas conversaciones en cafeterías, esos repetidos arranques testosterónicos o esa descripción borderline de la violencia.
En cualquier caso, en "Breaking Bad", y al contrario que en las películas de Quentin Tarantino, la frivolidad no es la reina de la función.
La televisión, hoy mejor que el cine.
La televisión, hoy mejor que el cine.
Al servicio de Gustavo Fring |
Como sucede con historias tan al límite y alérgicas a las concesiones, "Breaking Bad" es veneno puro para las almas sensibles.
Yo, que soy una de ellas, he de reconocer que sufro mucho más de lo que disfruto con esta serie.
Pero, quizá, de eso se trate. Tal vez, va dedicada precisamente a desafiar toda nuestra candidez.
Peekaboo! |
Si el tono, la estética, la realización y la escritura son cosa fina, no hay mayor hilador en "Breaking Bad" que el actor protagonista.
Bryan Cranston no pierde el hito ni un segundo en su caracterización de Walter White, vertebrada a lo largo de las distintas caras que se van sucediendo sobre el mismo hombre.
'Heisenberg' |
Por su parte, Aaron Paul ha otorgado una emoción devastadora en todo momento al rol de Jesse, confirmando un actor sorprendente por intuitivo.
Y Anna Gunn, en su rol de esposa pasiva-agresiva, incrementa vatios de interés, a medida que se erige como el espejo de los defectos de su marido y su definitiva víctima.
Anna Gunn como Skyler White |
Y qué decir del generoso desfile de villanos; brutales, gélidos, inolvidables por tantos motivos.
"Breaking Bad", la serie más aclamada de la actualidad, puso a la cadena AMC en el mapa de la televisión de
prestigio, mano a mano con "Mad Men".
Como muchas series de las plataformas por cable, sus inicios
fueron discretos en cuanto a registros de audiencia; como todas las producciones de la
AMC, las peleas entre el creador y los ejecutivos del canal han sido apoteósicas.
En el camino, un estatus de culto y un seguimiento exponencial han sido sus billetes de supervivencia.
Ahora mismo emite su quinta y última temporada, que será de emisión partida en dos tandas de ocho episodios cada una, para echarse el cierre el próximo 2013.
"Breaking Bad" quiere acercarse a ese final con una sola voluntad: construirse como una serie redonda.
Porque de todos es sabido que cuando las cosas te van mal y no encuentras salida, ten por seguro que pueden e irán a peor.
ResponderEliminarCreo que esa es la máxima de esta serie, aunque también de mi vida.