martes, 21 de agosto de 2012

Helen, El Sexo y Las Chicas Solteras


Desde ser una pobre niña de Arkansas hasta dirigir el fastuoso espejo donde se reflejaría toda una generación de mujeres, sólo transcurrió ese suspiro que se cuenta tras cada historia de éxito genuinamente americano.
Helen Gurley Brown, la eterna secretaria convertida en la editora jefe de la revista "Cosmopolitan", fallecía la semana pasada a los noventa años, dejando un legado feminista que se cuenta paradójico, como lo fue cualquier victoria de las mujeres durante el siglo XX. 


Gurley Brown como personalidad estalló en los años sesenta y se hizo una de las protagonistas de ese hervidero que se llamó "revolución sexual".
Los máximos ingredientes fueron la píldora anticonceptiva, la incorporación de las mujeres al trabajo y la introducción de lo picante en la cultura mediática. 
En el caso de Helen Gurley Brown, el arma de popularidad fue literaria y se llamó "Sex And The Single Girl", ligero estudio sociológico devenido en candente best-seller a debatir. 


Se publicó en un año tan temprano como 1962, donde hablar de chicas solteras y sexo premarital garantizaba más de un síncope.
Gurley Brown se decía pionera. Piropeaba a la mujer independiente y trabajadora, y le recomendaba que debía observar el sexo, no como una vergüenza o una cuestión únicamente matrimonial, sino como un motivo de experimentación y realización personal.


El libro, promocionado hasta la saciedad, venía a indagar en esos deseos y realidades de las mujeres que nunca habían sido manifestados.
"Sex And The Single Girl" motivó discusiones que los medios de comunicación estuvieron encantados en avivar.
Incluso Hollywood importó el asunto, haciendo de "Sex And The Single Girl" una comedia de enredos dirigida por Richard Quine, con Natalie Wood interpretando una versión ficticia y humorosa de Gurley Brown.

Natalie Wood y Tony Curtis en "Sex & The Single Girl" (1964)

"Las chicas buenas van al Cielo, las malas, a todas partes", aseguraba Helen. 
El reinado de Helen en la revista "Cosmopolitan" se extendió durante treinta y dos años; en 1997, era sustituida de su cargo de editora jefe, pero se ha mantenido como supervisora de las ediciones internacionales hasta su muerte.


Helen Gurley Brown creó "Cosmopolitan" tal y como se entiende hoy: el pretendido reflejo para toda mujer urbana y profesional, o aquella que sueñe con serlo.
Desde la revista, se instigaba a usar armas eminentemente femeninas para introducirse en universos dominados por los hombres.
Gurley Brown insistía que la independencia se alcanzaba con el trabajo, pero, a la vez, defendía la sexualización de la fémina como la clave para conseguir el éxito. 
 "Si no eres un objeto sexual, estás perdida", dijo. 
Como superviviente de sí misma y victoriosa de todo, Helen Gurley Brown se erigía como una suprema pragmática.


Desde voces tradicionales, se la señaló como apologeta de la promiscuidad y dinamitadora de valores familiares. 
Desde bandos feministas más radicales, se la consideró la principal promotora de complejos y preocupaciones vanas entre las lectoras de su revista, donde la estética y el glamour tenían un protagonismo central.


Entre sus publicaciones de "Cosmopolitan", se haría legendaria aquella foto de Burt Reynolds desnudo.
El macho también objetificado, según Helen.


Si contradictorias pueden parecer muchas de sus conquistas en retrospectiva, también puede decirse que llegaron para quedarse. 
La "chica Cosmo" se hizo real, tangible. Apareció caminando por las calles y protagonizando la misma ascensión de Helen Gurley Brown.
A las alturas del fin de siglo, las mujeres de Gurley Brown se preciaban en volver a la ficción, llamándose ahora "Sex And The City". 
Asimismo, Matthew Weiner, creador de "Mad Men", ha acudido a textos como "Sex And The Single Girl" para acercarse a las cuitas femeninas durante la década de los sesenta.

Con Jacqueline Susann

Helen Gurley Brown queda como ese icono indiscutible de los tiempos donde la mujer empezaba a demandar algo más que el tacto de un delantal. 
Y de cuando publicaciones como "Cosmopolitan" descubrieron que la mujer podía ser erotizada a través de los medios, ya fuera con promesas de independencia, consejos de belleza, columnas sexuales o desnudos masculinos. 

Precursora del maromismo

Apareció la mujer como consumidora nata; el sexo femenino, no sólo vindicado para ellas mismas, sino entendido como un nuevo público, generoso, conquistable, definitivo.

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