Anoche cerraba puertas la quinta temporada de "True Blood", que además ha supuesto el último episodio donde Alan Ball figurará como guionista y showrunner.
A partir de ahora, dejará la serie en otras directivas manos, con el fin de desarrollar nuevos proyectos.
Creada por Ball a partir de la saga de novelas de Charlaine Harris, "True Blood" debutó ante audiencias modestas y una tibia reacción de la crítica, para convertirse progresivamente en la ficción de mayor éxito de la HBO, después de "Los Soprano". Un éxito, que se ha contado exponencial y beneficiado por la fidelidad de sus admiradores.
Si bien la hemos alabado repetidamente, no hay duda de que "True Blood" ha sido siempre una serie más carismática que ejemplar.
Entre sus resquicios y vericuetos, ha habido sitio para el defecto y el paso en falso, pero, como costumbre, los artífices de "True Blood" sabían jugar sus cartas, incluso cuando no tenían una buena mano.
Ha sido una serie bien calculada, hasta para encubrir su pura sinrazón de ser.
Sin embargo, este año, las cartas han estado más al aire que nunca y, tanto Ball como sus guionistas, han cometido errores de cálculo.
Sumados a los vicios formales que la serie venía arrastrando, han dado como fruto la temporada más decepcionante y equivocada de "True Blood".
Podría decirse que Alan Ball se va en el peor momento posible.
Lucy Griffiths como Nora |
Ya en la anterior temporada, empezaba a traslucirse un problema que ahora ha hundido a "True Blood" en un mar de confusión.
Se trata del abarrotadísimo casting; un montón de personajes, demasiados para una serie de tan pocos episodios al año.
A pesar de versar sobre la muerte y la no-muerte, "True Blood" se muestra cobarde para dar puerta y/o matar a personajes importantes de su reparto.
El cliffhanger del año pasado se ponía, por primera vez, valiente en ese sentido y sentenciaba a cuatro.
En la season premiere, supimos que no eran cuatro muertos, sino tres. Por una implausible decisión de Sookie y Lafayatte, Tara volvía a la vida convertida en vampiro.
Rutina Wesley y Anna Paquin |
El desarrollo de Tara como progenie de Pam ha sido más ingenioso que su mal apañada renovación como personaje.
Al final, pervive el vicio: en "True Blood", no se muere ni se va nadie relevante.
Cuando lo hace, como en el caso de Hoyt, el asunto se torna tan dilatado, tan melancólico, que parece como si se estuviera pidiendo permiso a la audiencia.
Jim Parrack |
Cabe la comparación con "The Vampire Diaries", una serie de similar temática, pero mucho más modesta, que, en cambio, no tiene ningún complejo: cuando un personaje sobra, se lo carga. Sin dar explicaciones a los fans ni a nadie.
Crea además una estimulante sensación de peligro inminente que, en "True Blood", se ha perdido.
Pero la cuestión no es tanto la cantidad de personajes como la necesidad de darles espacio y protagonismo a todos.
El resultado es el amontonamiento de tramas, la imposibilidad de
detenerse prácticamente en ninguna y la pérdida de la identificación.
Hay tantas voces y puntos de vista en "True Blood", que ya no es posible
elegir ninguno.
En esta temporada, hasta Terry Bellefleur ha protagonizado una trama.
Para colmo, ha sido de las peores de la serie, tanto en su planteamiento como en su ejecución; también habría que pensar si "True Blood" es el lugar apropiado para hablar de las consecuencias morales de una matanza de civiles en Iraq.
Y, mientras, la columna vertebral originaria de "True Blood" - la apasionada relación entre Bill y Sookie - se ha diluido casi por completo.
Ellos, los presuntos protagonistas, viven embarcados y perdidos en las deudas de historias ya de por sí desvaídas: el lado oscuro de Bill y la naturaleza hada de Sookie.
Para lo que respecta a esta temporada, ésta tampoco ha vuelto a nombrar que mató a una tipa en su cocina.
La serie va a toda prisa, intentando cumplir con sus ingredientes, cuando está consiguiendo el efecto contrario; escasa atención al detalle y repetida amnesia sobre lo interesante.
Pero el problema de la quinta temporada de "True Blood" ha sido, sin duda, la elección de la Autoridad como escenario principal y argumento hegemónico.
La cosa venía a metaforizar los conflictos religioso/integradores, dilucidados en las controversias y batallas del más alto poder vampírico.
Éste aparecía insinuado en anteriores temporadas; este año, le hemos puesto cara.
Valentina Cervi como Salomé |
El escenario, revestido de un cóctel de glamour y simbolismo que ha caído rápidamente en total chorrada, ha contravenido el tono predilecto de "True Blood".
La potencia, originalidad y sello de identidad de la serie estaba - y está - en su retrato de Bon Temps y sus habitantes; todo ese white trash desagradable, violento y sucio, donde irrumpía la fantasía y el erotismo.
Es lo que hizo de "True Blood" una serie tan hipnótica y sexy. Y es lo que también hizo del capítulo 9 de esta temporada, el mejor con diferencia, cuando la atención principal volvía momentáneamente a los cerdos, los lobos y la gente garrula.
La maravillosa Dale Dickey como Martha |
En cambio, trasladado a esa tierra de nadie que es la Autoridad, el interés ha disminuido enteros. Esos lujosos escenarios deberían ser puntuales en una serie que vive mejor pegada a la tierra.
En cualquier caso, el pobre desarrollo de la trama también ha concurrido al desatino.
El visto y no visto de Christopher Meloni ha sido desconcertante. Y no para bien.
Soberbio, pero breve, Meloni |
Si la serie ya sacrificó a grandes presencias como Michelle Forbes y Fiona Shaw, ahora ha vuelto a dar puerta a quien no debía. Y, sobre todo, antes de tiempo.
El personaje de Roman auguraba un tema interesante: el fanatismo por la estabilidad, o qué estamos dispuestos a hacer para mantener la paz.
Pero la serie, de nuevo, ha impuesto el golpe de efecto y ha preferido recuperar al villano de la tercera temporada.
Denis O'Hare y su Russell son estupendos, pero ese regreso no ha aportado nada. El personaje no ha cambiado un ápice, quiere lo mismo, usa las similares armas y explota a sus aliados de siempre. Es una repetición, entre tantas.
Russell Edgington haciendo de las suyas |
Además, en el escenario de la Autoridad, también trufado de personajes, éstos se han anulado dramáticamente unos a otros; una competición a ver quién es más cínico y brutal, a fuerza de la mayor burrada que se le ocurra al guionista de guardia.
En muchas ocasiones, se ha visto claramente el apretar de tuerca de la serie para enmascarar fútilmente que ya lo hemos visto todo antes.
Lamentaría sentenciar el próximo año por estas fechas que "True Blood" ha andado el mismo camino que "American Horror Story" recorrió en cuestión de seis capítulos: ese trecho que va desde el What the fuck? al Who fucking cares!.
Cuando ocurren demasiadas cosas en un relato, sin orientación, bajo la sola lógica de epatar al espectador, éste tiende a sentirse alienado y mirar para otro lado.
Erica Gimpel y Denis O'Hare |
A pesar de todo, la proverbial generosidad de "True Blood" se mantiene en muchos de sus aspectos.
Aunque esté en horas bajas, aún se la ve cuidada de su plástica, de su cómplice sentido del humor y de la pectoralidad de sus maromos.
Como diría Víctor Luján - que ha glosado cada semana la serie de manera muy divertida en Cinemaseries -, permanecen "sus irreverencias y/o turgencias".
Alcide for President |
Esta quinta temporada se recordará como la menos distinguida, pero, aún así, la hora de duración de cada uno de sus episodios se siente más fugaz que el mejor capítulo de casi cualquier otra serie en emisión. Es la prueba de que su brillantez no está completamente perdida.
Después de todo, habría que ser justos con una serie que nos ha otorgado tantos momentos de placer. Y no hablo exlusivamente del apartado maromial.
Tal vez, ahora sólo haya llegado a ese estado donde caen todos los shows televisivos en algún momento de sus andaduras: el puro y simple agotamiento.
Gracias guapetón. Interesante reflexión y balance de temporada. Con todo, TB sigue siendo mi guilty pleasure preferida. Mi debilidad.
ResponderEliminarUn besazo.
Gracias a ti por pasarte y comentar. Besos.
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo con el calificativo de Víctor, para mí definitivamente true blood es un "guilty pleasure" esta temporada fue decepcionante (la brevedad de Meloni quizás lo más decepcionante) pero, a pesar de eso, ya estoy esperando la próxima temporada.
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